Construyendo la ciudad venezolana
Hace algunos días, ante la evidente incapacidad de su gobierno para ejecutar obras de cualquier tipo en plazos razonables, el militar que dice gobernar el país lanzó una de sus acostum-bradas operaciones televisivas de distracción. Primero, como si no fuera él quien los designa, atribuyendo la responsabilidad a sus ministros; luego tratando de banalizar la cuestión, desvián-dola hacia un chiste infantiloide y en definitiva irresponsable como el de proponer el premio “morrocoy de oro” al que más retardos registrara.
Eso sin embargo no hizo otra cosa que poner en evidencia cuánto ha retrocedido el país desde que llegó al poder con su pandilla de corruptos incompetentes: Caracas en particular, pero no sólo ella, alcanzó prestigio mundial por la calidad y modernidad de infraestructuras y arquitec-turas construidas en plazos que hoy resultan impensables. La reurbanización El Silencio, con 750 apartamentos y poco más de 200 locales comerciales, fue proyectada en 1941 y construida entre 1943 y 1945 en una Caracas que escasamente llegaba a los 400 mil habitantes; en 1950 la ciudad que ya alcanzaba los 700 mil habitantes contempló la obra extraordinaria del Centro Simón Bolí-var, con sus torres de 30 pisos y 400 mil metros cuadrados de construcción; la Comunidad 23 de Enero, con más de 9 mil viviendas para 55 mil habitantes, se construyó entre 1955 y 1957 en una Caracas que se acercaba al millón de habitantes. En menos de 15 años esas tres obras transformaron lo que no era más que una modesta ciudad colonial en una de las capitales más espectaculares de América Latina. En años más recientes el Parque Central, con sus más de 6 mil apartamentos y dos torres de oficinas con 59 pisos cada una, proyectado en 1970, ya en 1978 estaba terminado y en gran parte ocupado; en octubre de 2004 se incendió la Torre Este a partir del piso 34 y 6 años después se sigue esperando la culminación de las reparaciones.
Pero no se trató sólo de Caracas: el puente sobre el lago de Maracaibo, con sus 9 kilóme-tros de longitud y sus pilones de casi 90 metros de altura, se construyó entre 1958 y 1962; cuando en 1961 se fundó formalmente Ciudad Guayana y se dio inicio a la redacción del plan, en el sitio habitaban 37 mil personas y ocupaba el rango 22 entre las ciudades venezolanas; hoy se ubica en el rango 6 con una población superior a los 700 mil habitantes. En algunos casos especialmente en las grandes infraestructuras- participaron proyectistas y empresas extranjeras, pero en la gran mayoría de las ocasiones la responsabilidad estuvo en manos de obreros, profesionales y firmas venezolanas. No pareciera entonces que el morrocoy al menos el de (in)competencia- sea un animal autóctono sino más bien un engendro del socialchavismo del siglo XXI: la intolerancia y la discriminación solo producen ruinas.