¿Conspira el pueblo?
En 1999 el Presidente Chávez realizó su deseo de ver convocada una Asamblea Nacional Constituyente – aún cuando dicha figura no existía en la Constitución de 1961 – porque la Corte Suprema de Justicia de entonces sentenció que el pueblo, como depositario del poder constituyente originario, se encontraba por encima del poder constituido y por lo tanto, estaba facultado para convocarla. Esta decisión sentó jurisprudencia, y desde entonces es palabra de Dios para los venezolanos:
«El pueblo de Venezuela es el depositario del poder constituyente originario. En ejercicio de dicho poder, puede convocar una Asamblea Nacional Constituyente con el objeto de transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución. (Art. 347 CN).
La reacción desmedida, enajenada y desaforada y en cadena nacional del Presidente de la República en contra de los gobernadores y alcaldes ganadores de la oposición, sus insultos, amenazas y amedrentamientos, hacen pensar que Chávez considera que en vez de triunfos, son más bien una conspiración. Craso error: en vez de que constituyan un motivo de reflexión y debate, de analizar con seriedad y profundidad las causas de la derrota para poder enmendar los errores, son de plano calificados – y tratados – como si de una conspiración se tratara. Como si fuera imposible que los revolucionarios no se equivocaran.
Y es que en estos diez años hemos visto cómo la noción del poder constituyente originario para Chávez es válida sólo si sirve para avalar sus propuestas y actos. Si no, es una «conspiración» que llevan a cabo «golpistas», de sobra lo sabemos. Si extrapolamos ese concepto con el resultado de las recientes elecciones regionales, significa que podríamos ser sospechosos de conspiración todos los que votamos por candidatos de la oposición… ¡casi la mitad del país!
Pero vayamos a la médula de este asunto, porque es grave que esto esté sucediendo: la mitad del pueblo, si vota por un candidato no chavista, de acuerdo con la reacción del presidente, forma parte de una conspiración…
¿Y es que caso puede conspirar el pueblo? ¿Cómo, si precisamente el pueblo es el titular de la soberanía?… Habría que recordarle al presidente que por el contrario, quien conspira es todo aquel que pretenda ir contra la voluntad popular. Quien pretenda anular, violentar, torcer, adulterar o desviar la voluntad popular conspira contra el pueblo, la democracia y la Constitución. Conspira, por ejemplo, quien amenaza con poner preso a su adversario sólo porque es su adversario. Conspira también quien advierte que sacará del poder a un gobernador «en poco tiempo». Conspira quien le quita dependencias descentralizadas a una gobernación sólo porque la ganó un contrario. Conspira quien arbitrariamente elimina las oficinas e instalaciones oficiales de una alcaldía porque las elecciones las ganó «el del otro bando». Conspira quien insulta soezmente a un gobernador de la oposición porque cometió el «delito» de ganar las elecciones. Y conspiran todos quienes avalan, aplauden y apoyan esos actos.
Por lo tanto, pretender que el pueblo conspira cuando manifiesta su voluntad política, es incurrir en el mayor de los exabruptos. Para entender el tamaño de esa monstruosidad basta con leer el artículo 5 de la Constitución vigente:
«La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la forma prevista en esta Constitución y en la Ley e indirectamente mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el Poder Público. Los órganos del Estado emanan de la soberanía popular y a ella están sometidos.»
En resumidas cuentas, en un país civilizado, cualquier funcionario que se alce contra la voluntad popular está fuera de la Constitución, fuera y contra de todo orden democrático. Y eso es un delito. Por lo tanto, debe ser removido de su cargo y castigado con todo rigor, porque subvierte los principales fundamentos de la vida republicana y del orden social. Claro, estoy hablando de un país civilizado…
