Conocimiento e Investigación
Iniciando el año 2009, en medio de las innumerables semblanzas que surcan el firmamento de nuestros pensamientos, nos topamos con las reflexiones siempre cambiantes entre conocimiento e investigación.
En particular, la investigación destaca en su carácter como productora de conocimientos, en virtud a que éstos ameritan reunir una serie de bondades para ser calificados como tales. En tal sentido, ameritan ser válidos, sistemáticos, reproducibles, argumentables, útiles para tomar decisiones, para hacer gestión y efectuar mejoras a corto y largo plazo.
El ritmo acelerado del avance tecnológico, en particular el de las telecomunicaciones, ha generado una serie de desafíos para la investigación.
El problema no es sólo metodológico y epistemológico, es básicamente organizacional en su mayor medida, ya que la investigación que se lleva a cabo es esencialmente individualizada, fragmentada, constituye la mayoría de las veces, un punto separado de una línea de investigación, aislado y desconectado con el entorno que debe tener de referente.
Si realizáramos un inventario de las investigaciones producidas en una institución durante un cierto lapso, resultaría muy difícil determinar algún parentesco programático entre dos o más de los trabajos de investigación allí descritos. Nos daría la impresión que cada trabajo constituyera un mundo aparte, totalmente independiente de los demás trabajos de investigación. Incluso dentro de una misma área del conocimiento, se hace compleja la tarea de deducir una sincronía de tareas parciales alrededor de algún programa colectivo. .
El docente investigador José Padrón Guillén, en su ensayo “El Problema de Organizar la Investigación” (Caracas, 2001) indica que las condiciones mínimas que debe cumplir cualquier sistema conceptual para discriminar variaciones típicas de los procesos de investigación están dadas por las mismas condiciones lógicas de las clasificaciones, en general.
Estas condiciones serían la potencia o capacidad de cobertura de la investigación, la independencia de las clases, la relevancia y la uniformidad de criterios de discriminación Se ha demostrado lógicamente que el incumplimiento de alguna de estas
condiciones torna ineficaz el sistema conceptual utilizado para discriminar.
La ‘potencia’ o capacidad de cobertura, indica “la abarcalidad”
del sistema para considerar a todos los elementos pertenecientes al universo
que se pretende someter a discriminación, de tal manera que el sistema será menos potente en la medida de la cantidad de elementos que queden fuera del sistema o
que el sistema no considere. Un ejemplo de poca capacidad de cobertura es,
por ejemplo, la clasificación que sólo discrimina entre investigaciones ‘cuantitativas’
y ‘cualitativas’, ya que históricamente ha habido muchas investigaciones que no pertenecen a ninguno de esos dos tipos en forma exclusiva, sino que utilizan técnicas mixtas donde ambas perspectivas contribuyen a delinear el discurso investigativo.
La independencia de las clases, es la condición por la cual ninguno
de los elementos del universo discriminable puede pertenecer a más de una de
las clases del sistema. La distinción ‘cualitativo/cuantitativo’ incumple también
esta condición, desde el momento en que se admiten investigaciones “cualicuantitativas”.
También incumple esta condición la clasificación típica de los libros de metodología: exploratoria, descriptiva, documental, de campo, etc., tal como lo demuestran muchas tesis de grado que, a la hora de definir el propio tipo de investigación, indican que el trabajo es descriptivo, por ejemplo, porque sistematiza observaciones y que también es documental porque se apoya en documentos y que además es de campo porque lleva a cabo entrevistas, etc.
En fin, si un sistema cualquiera establece clases discriminadas pero luego los
elementos del universo pertenecen a todas las clases o a la mayoría de ellas,
entonces el sistema se hace inútil, ya que, precisamente, no permite discriminar.
En lo referente a la tercera condición, la relevancia o adecuación pragmática, se
refiere a la utilidad o significatividad del sistema para los efectos prácticos de la
situación en la que se requiere de discriminaciones, vale decir, para los fines de
la discriminación. Por ejemplo, si requerimos discriminar los trabajos de investigación
para poder saber qué trabajo antecede a otro o cuáles tienen que esperar
hasta que se terminen otros, entonces un sistema que los discrimine de
acuerdo al lenguaje o sistema simbólico que usan (por ejemplo, cuantitativo vs.
cualitativo) no resulta relevante, ya que no nos dice nada acerca de lo que queremos.
Tampoco nos serviría la clasificación que suelen ofrecer los libros de
metodología, antes mencionada.
En cuanto a la uniformidad de criterios de discriminación, el énfasis está colocado en la necesidad de establecer apropiadamente los criterios de intención, sin solapar varios sistemas discriminatorios en uno solo, habida cuenta que se tiende a confundir criterios de diferente orden.
En lo que se refiere a la base teórica de la investigación, ésta se sustenta en dos grandes fuentes, las hipótesis de los estilos de pensamiento, como patrones estables de resolución de problemas en todas las personas y los enfoques epistemológicos asociados con esas hipótesis, asociados para tal fin con las primeras en configuraciones estables y universales.
El sector social, como entorno institucional que comprende las áreas que demandan y consumen conocimientos y tecnologías, determina un perfil de lector para el investigador en el momento que escribe sus reportes finales
En lo referente a la sistematización de demandas, la institución y los gestores
de investigación deben analizar el sector social, identificar las necesidades
de conocimientos y tecnologías a diferentes plazos y desde diferentes
perspectivas, jerarquizando en consecuencia esas necesidades en términos de prioridades, en lo tocante a la magnitud de la demanda, sus posibilidades de abordaje, entre otras.
El diseño de redes de problemas de investigación, la determinación de la oferta de trabajos de investigación en torno a líneas, la ejecución gestionada y programática de las investigaciones, así como la difusión y colocación de las investigaciones en el mercado del conocimiento, nos reportarían enormes beneficios como sociedad dispuesta a conquistar, a través de la aplicación pertinente del conocimiento creado y explorado a través de la investigación, el desarrollo humano y social que procuramos.