Con todo y que lo tenían todo
No es mi querencia la de los números y menos aún la de las estadísticas electorales, que en eso nos hemos vuelto tan gringos. Hasta los del PSUV andan apoyándose en esa “ciencia burguesa” de las cifras que sirve para medir intenciones de voto y traducir resultados de quincalla. Y no, por dos razones: La primera es que creo más bien que los resultados son más que las suma de las partes, lo cual constituye una carga genética heredada de quién sabe qué aventurero familiar; y la segunda, es que considero impráctico e injusto, además, medir el esfuerzo, la ambición y el éxito de una organización política tan solo por los resultados visibles obtenidos, tal si fuera una fábrica de producir resortes.
El criterio del éxito inmediato es otra variante impuesta por el “capitalismo salvaje” y el “petrolismo” del que somos hijos tan destacados. En esto somos injustos los venezolanos, que ahora aparentamos ser especialistas en aritmética pero no en lectura, es decir: sabemos contar pero no leer. Y puede que sea así. Además con esa concepción tan de menudo y sencillo de la política, a saber, la de cuántos cargos obtuvimos, carros, secretarias, teléfonos, etcétera, no estamos dibujando sino una pésima caricatura de lo que verdaderamente aspiramos, que es cambiar al país.
Lo electoral es una pizca de la Política, un ingrediente, una prueba de esfuerzo. El meollo de la Política radica en el poder. Por ello pues recomiendo muy humildemente, como corresponde a un ciudadano corriente, mirar los resultados electorales sobre todo, como un perfil de sangre en el que aparecen tus valores para el día de hoy, y punto. En eso también deberíamos ser más sembradores que consumidores, más agrícolas que mineros.
Porque además nadie ha reparado en algo que pudiéramos llamar el “Índice de Resistencia Cotidiana Democrática” alcanzado por la sociedad venezolana y que estos iluminados de las encuestas y otros ayatolas del micrófono y la pantalla, ahora escasos, ignoran. Dicho índice mediría un valor, una dignidad, una lucha cotidiana contra la adversidad, una coraza de respeto y de decencia personal y colectiva, porque si no cómo entender que con todo y que lo tenían todo, no pudieron con nuestro coraje civil y democrático. Con todo y las abismales distancias, en dineros y recursos, no pudieron arriarnos a su proyecto fracasado. En este caso, nevera, cocina, televisor y otras chequeras no pudieron con nuestros candidatos curtidos y batalladores, y menos aún con nuestros votantes.
Con todo y que lo tenían todo, además de esquiroles gratuitos o pagos, talanqueros y demás alimañas, la gente dijo que no al proyecto de socialismo que pretenden imponer a la brava, porque a través de los votos pareciera que no. Al menos la mitad del país dijo que no, otra vez, a la obsesión Chavo-madurista. Y esa mitad no es cualquier mitad. Aprendamos a leer y sumar.
Y eso que lo tuvieron todo, hasta nuestra indiferencia expresada en abstención, y no pudieron. No podrán.