Opinión Nacional

Con cara de expropiado

Enero se fue como una tromba y febrero va como si se lo llevara el diablo. El teniente coronel que funge de jefe de Estado y dueño de todo se le fueron los tapones. Arrancó el año mandando a bañarnos con totuma, revaluando una devaluación, con apagones, clausurando por segunda vez a RCTVI, trayendo a un comandante cubano con experiencia en electrocutaciones, montando un nuevo programa, esta vez de radio y de repente y declarando una emergencia eléctrica, es decir una encubierta suspensión de garantías económicas y expropiando su propios activos y si éxito. Total una agenda que cambia más rápidamente que luz de cruce.

Aun cuando mi señora esposa me restrega a cada rato de que con todo  eso y no pasa nada, los estudiantes cogieron nuevamente la calle y le han aguado (bueno es un decir porque el Niño nos tiene seco) los primeros días del año al teniente te coronel felón. Al punto que el 23 de enero, fecha de celebración democrática que nada tiene que ver ni con él ni con sus seguidores, pero que para joder como el andaluz del cuento, llamó, obligó, a sus seguidores a marchar hasta Miraflores y tuvo que conformarse con una reunioncita en la plaza O’Leary, parecida a las que hacían los padres de la democracia por allá por los años finales de los cincuenta. Y el 4F, aniversario de su primera derrota, tampoco le salieron muy bien las cosas. Nuevamente los muchachos le enturbiaron el asunto. Total que debe haber aumentado la venta lícita de litio en las farmacias del centro de Caracas.

Sin embargo, parece que la cosa se hincha. Un vicepresidente, con toda su camarilla se fue del gobierno y no se sabe si de la revolución. Muchos rumores se tejen al respecto. Renunció por cuestiones personales. Si Luis. Un ministro de electricidad que se quemó más rápido que foco viejo. Otro ministro asume el ministerio de la luz que ni siquiera puede cambiar un bombillo dada su incapacidad física. Un monje que se supone si sabe de vatios asume dos ministerios al mismo tiempo de los cuales no sabe mucho. Se le va un coronel de la salud y lo reemplaza con el comodín Reyes. Y un nuevo y flamante vicepresidente que dejó la capucha para tiempos mejores. Total que ya vamos para una gruesa (doce docenas) de ministros y media docena de vicepresidentes. Eso sí un solo y único presidente. El mismo de siempre. El insustituible. El que leyó el capital en una noche comiendo cebiche y se intoxicó, no con el capital sino con los camarones.

Y aunque mi señora esposa no lo crea, algo esta pasando. Me decía un buen amigo, sicólogo él, especialista en Quinésica, que ha venido estudiando el lenguaje corporal de muchos políticos venezolanos, observando sus movimientos, posturas o gestos cuando están ante auditorios o frente a cámaras, que en las últimas apariciones públicas del teniente coronel, o Esteban como le gusta que le digan ahora, y que han sido muchas, es decir suficientes como para establecer un patrón, que el hombre tiene sus problemitas. Su comportamiento delata sentimientos que no se dicen con palabras, pero que expresan situaciones de conflictos muy profundas. Y es que no es para menos. Entre el Niño, ahora con nombre cambiado, la falta de agua, lo apagones, y el bolívar devaluado; los triunfos de Martinelli, Piñera, Lobo, y Chinchilla y los informes de la CIA y el FBI, los marines en Haití, Irán a punta de caramelo y Obama que parece que no se leyó el libro que le regaló; Lula convaleciente, Ernesto con un ACV, Fidel “más peor que peor”; los empresarios de Empreven pidiendo su cuota, los trabajadores arrechos, los banqueros “socialistas” mandando dólares para fuera, el precio del barril palo abajo, los bolivaritos escasos; la falta de azúcar, café, harina, arroz; la inflación cerro arriba y muchas espadas de Bolívar desenvainadas y haciendo ruido y para colmo los muchachos nada que quieren estudiar sólo protestar con sus manitas blancas. Y si a todo esto se le agrega que el Magallanes quedó ponchao, no hay que ser tan quinesiólogo como mi amigo para darnos cuenta de que la cosa esta como pelúa y que la cara de quien desgobierna esta república, ahora bananera, es todo un poema. En el llano dijeran que vio al silbón, aquel tipo de seis metros, que por haber matado a su padre y sacado las vísceras para comérselas, la madre lo maldijo “pa’ to’ la vida” y que su hermano, el de él, lo persiguió con un mandador sonándole una tapara de ají y le azuzó el perro tureco que lo sigue persiguiendo y le muerde los talones. Al leer esto mi señora esposa vuelve y me dice “pero sigue expropiando y no pasa nada”. San Carmelo ayúdame.

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