Cómo evitar el fraude
Henrique Capriles alertó al país sobre el Plan Stalin, que el Gobierno está preparando para rechazar los resultados del 14-A en caso de perder las elecciones. Previamente, Capriles había señalado que el TSJ había cometido un «fraude constitucional». Para enfatizar su posición agregó: » Todo lo que usted vea que suena a abuso y atropello, le dará más fuerza para votar». Estos mensajes tienen una sola lectura posible: Capriles ha ordenado que pongamos en evidencia el fraude. Se acabó la tapadera promovida por La Colina para ocultarlo.
El Plan Stalin es la sumatoria de todos los fraudes coronado por una diabólica artimaña ideada para evitar que se descubra la estafa electoral. Por fortuna, este timo tiene un talón de Aquiles. Su antídoto es el voto masivo de la oposición y el conteo manual de los votos -ese proceso de verificación ciudadana que exige la Ley Orgánica de Procedimientos Electorales. Este procedimiento establecido en la Ley, que no se ha cumplido hasta ahora, debe ser ejecutado hasta sus últimas consecuencias antes (repito: antes) de que el CNE emita boletines. De no hacerse previamente los boletines del CNE no tienen validez legal.
Las palabras del candidato dejaron al desnudo la falacia del «Grupo La Colina», creador de la matriz de opinión según la cual no se debe hablar de fraude porque hacerlo fomentaría la abstención. Según La Colina, para no desalentar a los votantes la palabra fraude debe ser tabú y el sistema computarizado de votación debe proclamarse como perfecto y blindado. Gracias a esa campaña de desinformación el tema se hizo intocable en la MUD y no podía ser cuestionado.
Esa fábula que apesta a colaboracionismo fue ahora dejada en evidencia por nuestro candidato. La detección de un técnico del PSUV con las claves «BIOS» de las máquinas electorales fue la gota que desbordó el vaso. Esa información es ultra secreta y al aparecer en manos del PSUV queda muy claro que el sistema SMARMATIC es vulnerable. La actitud «tibia» de Ramón Guillermo Aveledo al abordar esta evidencia de fraude en Globovisión debe ser enmendada. Estamos en presencia de un gravísimo delito que pone en peligro la integridad de las elecciones. Es un problema de seguridad del Estado que no debe minimizarse.
Este fraude electoral es un monstruo de mil cabezas creado en los laboratorios del G2 cubano. La trampa pasa por el REP, se extiende con los multi-cedulados, se financia con fondos públicos y se manifiesta en la tinta chimba, los capta huellas innecesarios y el pornográfico ventajismo mediático del Gobierno, más un sin fin de otras pillerías.
El fraude electrónico para manipular los resultados es la última línea de resistencia de los cancerberos de la trampa. La treta tecnológica esta allí en caso de que falle el ardid que forza al candidato opositor a aceptar su derrota públicamente al hacerse público el primer boletín del CNE.
¿Cómo funciona ese ardid? En anteriores elecciones presidenciales el Grupo La Colina convenció a los candidatos Rosales y Capriles que debían aceptar la derrota cuando solo se había recibido y revisado en el CNE una mínima fracción de las Constancias de Verificación Ciudadana que exige el reglamento. Al efecto, La Colina hizo ver al candidato que los números de sus conteos rápidos dirigidos por Roberto Picón coincidían con los del CNE y no tenía sentido continuar la lucha.
Simultáneamente, en el resto del país, los coordinadores de mesa y miembros del Plan República sabotearon el proceso de verificación ciudadana para impedirlo o retardarlo. Así no se produjeron las Constancias de Verificación Ciudadana, que son la única prueba que permite establecer que las actas generadas por SMARMATIC son correctas. Esta información no se le hizo saber a los candidatos opositores que fueron forzados a aceptar unos resultados sin pruebas.
Tan pronto el candidato asume su derrota esos documentos de verificación ciudadana no vuelven a revisarse y desaparecen de la circulación. Probablemente son destruidos por el CNE o efectivos del Plan Republica para evitar revisión posterior. Esas acciones hacen imposible probar el fraude a posteriori. El papel de La Colina en esta destrucción de evidencias es crucial y debe reconocerse que han hecho su trabajo muy bien.
El 14A Capriles debe exigir al CNE la revisión y totalización de todas las constancias y Constancias de Verificación Ciudadana antes de que el CNE emita el primer boletín. Ese es el procedimiento establecido en el reglamento vigente. A esa revisión y totalización manual deben asistir no solo funcionarios del CNE sino representantes de todos los candidatos. El proceso se va a retardar, pero es indispensable para tener certidumbre sobre los resultados. De haber alguna discrepancia, el candidato debe reservarse el derecho de exigir el conteo manual de la totalidad de los votos sufragados el 14A. Si el CNE emite resultados violando el reglamento estaría transgrediendo la ley y Capriles debe entonces impugnar los resultados ante el TSJ. Si este organismo falla en contra de Capriles, el candidato debe elevar su denuncia ante la ONU negando legitimidad a los comicios.
El retardo que puede ocasionarse puede ser obviado fácilmente –aparte de que no tiene importancia si se lo compara con la necesidad de un conteo honrado. Solo hace falta dejar sin efecto el requisito de auditar el 54% que establece innecesariamente el Reglamento de Procesos Electorales. Este requerimiento es otra trampa caza-bobos. Tengo información de buena fuente de que esta artimaña fue acordada por 4 personas (2 de la oposición) en el restaurante Lee Hamilton. Tras consumir varias botellas de güisqui los alegres opositores no se dieron cuenta de las consecuencias que implicaba.
Este procedimiento viciado obliga a esperar que en cada centro electoral se cierre la última mesa para proceder a la verificación ciudadana. Si se hiciera el conteo manual en todas las mesas como se hacía antes, la auditoría se iría haciendo a medida que vayan cerrando las urnas. Por eso el sistema manual funcionaba más rápido de lo que funciona ahora con las computadoras. Al cerrarse la última mesa el conteo de otras mesas había terminado o estaba avanzado.
El CNE debe darse cuenta de la gravedad de tomar decisiones contrarias a la Constitución, leyes y reglamentos en materia electoral. Capriles no tiene otra alternativa que exigir el cumplimiento de la ley y que se respete la voluntad del pueblo. Si el CNE desestima su pedimento, abrirá una caja de Pandora de consecuencias graves e impredecibles. Esto es demasiado serio porque el candidato oficialista ha proclamado que pretende entregar el país a los hermanos Castro. Juramos impedir esa traición a la Patria. A cualquier precio.