Comenzó la hora de la política
Su futuro depende de estos meses. Facilitar la transición le asegurará sobrevivir en medio de las más difíciles y adversas circunstancias. No sólo le llegó la hora de la política. Lo que es inmensamente más importante: no tiene otra salida política que la retirada. Debiera comenzar a negociarla.
“Vámonos, mi general, que el pescuezo no retoña”
Atribuida al general Llovera Páez
En un reciente artículo – Le llegó la hora de la Política – señalé lo que me parece obvio: ante su creciente aislamiento internacional y el cúmulo de graves problemas que lo acosan, a Chávez se le acabó la hora de los delirios y las fantasías. Y le llegó la hora de la Política. Con mayúsculas. Vale decir: de los acuerdos, de los entendimientos, de los consensos.
Su viaje a Santa Marta aceptando la invitación de Juan Manuel Santos, incluso para reunirse en un sitio de pesado simbolismo para quien ha pretendido revivir la gesta bolivariana, a saber: en la casa en que muriera su supuesto paradigma, revela que los acuciosos problemas que lo acosan no han terminado por embotar su sentido político. Prefiere, como ya lo ha hecho en ocasiones similares, bajar la cabeza, meter la cola entre sus piernas y aceptar la brutal realidad de los hechos: necesita recomponer cuanto antes la maltrecha relación con Colombia. Y en un gesto de elemental racionalidad política ha decidido asumir el hecho y dar un paso al frente. Llegada la hora de la política, ha decidido actuar políticamente.
Nos atrevemos a creer que Santa Marta, que con razón ha sido considerada una capitulación para la soberbia y miopía presidenciales, constituirá un giro copernicano en la actuación del caudillo. Debe doblar la página del enfrentamiento con el gobierno colombiano cuanto antes. Para reducir al máximo los graves perjuicios internacionales y nacionales que le acarrea la crisis con Colombia. Debiera restablecer el quebrantado intercambio económico con nuestro principal socio comercial en la región, aliviar un poderoso foco de tensiones, resolver un serio problema de abastecimiento en una zona de alta repercusión socio-política, como es el problema alimentario, y ganar un plus de considerable significado: bajar las presiones internacionales ante el acoso uribista por su respaldo a las FARC. No sería en absoluto irreal imaginar la decisión de retirarle todo respaldo a las narcoguerrillas e inducirlas a un rápido repliegue desde nuestras fronteras. Cuba podría ser el recurso inmediato para el retiro de sus cabecillas.
Me atrevo a pensar que este gesto no será de corta duración. Así le aseste un golpe mortal a su retaguardia. El extremismo talibán tendrá que asumir más temprano que tarde que la revolución – si alguna vez existió en sus delirios – está muerta. Y que habiendo bajado de su pedestal, el actual gobierno deberá enfrentar políticamente el grave deterioro al que se enfrenta. En el terreno internacional, deberá comprender que hay un cambio notable en la correlación de fuerzas. Los cambios iniciados en Panamá, que continuaran en Honduras y se extendieran a Chile, para culminar en el inmenso respaldo que obtuviera Santos en Colombia, le han dado un giro trascendental a las tendencias políticas e ideológicas de la región. Incluso si Dilma Roussef lograra la presidencia de Brasil, el lulismo se enfrenta a su fin. Quienes vieran el lamentable estado de Fidel Castro se habrán podido convencer de que el castrismo agoniza. No importa cuánto tarde el cambio, la dictadura cubana también agoniza. Y con ello el último refugio del extremismo marxista en la región.
La pregunta pertinente tiene que ver con nuestro inmediato futuro: ¿qué incidencia tiene este giro hacia la brutalidad fáctica de los hechos en la actuación política del presidente? Nos atrevemos a afirmar, asimismo, que nada ni nadie podrá evitar un auténtico deslave el 26S que pondrá al país ante un escenario político absolutamente distinto al de estos últimos once años. Si Chávez decidiera usar el mismo olfato que lo llevara a correr a Santa Marta, trataría de asegurar el mejor de su comportamiento ante el proceso electoral, bajar las tensiones y frenar el radicalismo de sus aliados. Actuar políticamente en lo interno significa comprender que el país se enfrenta a una inmediata e inevitable transición. Y que la oposición ha adquirido la densidad y estatura suficientes como para que sea considerada el único e indispensable interlocutor hacia el futuro. Ya cosechó ese reconocimiento a nivel internacional. Es hora de que el chavismo termine por aceptarlo.
Su futuro depende de estos meses. Facilitar la transición le asegurará sobrevivir en medio de las más difíciles y adversas circunstancias. No sólo le llegó la hora de la política. Lo que es inmensamente más importante: no tiene otra salida política que la retirada. Debiera comenzar a negociarla.