Colmenas de Amor
Llegó el fin de semana del Telecorazón por la Vida. Cientos de voluntades se unen en una acción desprendida y fraterna. Miles de personas nos empalmamos en un gesto solidario con los venezolanos pequeñitos. Empresarios, artistas, universitarios, obreros, escolares, trabajadores de todas partes, juntos, a trabajar por los chiquiticos de Venezuela.
El maratónico evento tiene como fin tocar el corazón de quienes quieran colaborar para ayudar a construir residencias que alberguen a niños que tienen como techo la calle. De esa manera nace la Colmena por la Vida, que es realidad una Colmena de Amor. Pero para rescatar pequeños a los que se encuentran en situación de riesgo, hacen falta voluntad de trabajo, recursos económicos y respaldo amoroso, que se materializarán en alimentos y cobijo para los niñitos necesitados.
Yo invito a todos los venezolanos a manifestar nuestro cariño, nuestro mayor sentimiento de afecto hacia nuestros niños que aún viven en las calles, pasando frío, calor, hambre en sus barriguitas, para que mostremos la generosidad de nuestros corazones en forma de una donación efectiva que se convertirá en techo, cama, abrigo, cobija y educación para un pequeñín venezolano.
Yo les invito a que paseen por Venezuela en un suspiro, y miren los cachetes hermosos de los niñitos andinos, escuchen el ‘cantaíto’ de los morenitos margariteños cuando nos cuentan la historia del nombre de la Bahía de Juangriego, sientan la piel repleta de sol de los llaneritos que montan caballo a pelo, y calcen los piecitos descalzos de los que juegan béisbol con un palo y una chapa de refresco.
Yo les invito a que lean en un minuto la historia de nuestros grandes hombres y mujeres, y recuerden cuantos de ellos fueron niños humildes, que encontraron una mano amiga para guiarlos en un camino de ilustración y esfuerzo, y tuvieron un exitoso futuro.
Yo les invito a hacer realizable el sueño que todos tenemos de limpiar sus vidas de tristeza, dibujar una sonrisa en sus caritas, y descubrir sus ojos al futuro.
Yo les propongo transformar la historia de esas criaturas venezolanas y hacerla nueva. Les propongo convertir esas damas chiquitas y pequeños caballeros en mujeres y hombres de bien, orgullosos y triunfadores.
Que cambien un periódico por una cobija, un pedazo de cartón por un dormitorio, una piedra y un palo por un libro de lectura y uno de matemática, una lata vacía por una comida caliente y nutritiva.
Cuando se quiere se puede.
Quiero pedirles que sean generosos con los chiquitines.
Enseñemos con nuestro ejemplo a los demás. Unamos al Mundo por la Vida, y por el Amor. Demostremos que Venezuela tiene un corazón grandote, un Telecorazón capaz de construir muchas casas de pan y caramelo, muchas Colmenas por la Vida, muchas Colmenas de Amor.