Opinión Nacional

Clasificación de oraciones simples (VII)

Al final del artículo anterior comentaba el uso frecuente del adverbio “no”, tanto al comienzo como al final de la frase interrogativa: “¿No quiere un poco más de sopa?”; “¿No será mejor que nos vayamos?”. O bien: “¿Mañana comienzan las clases, no?”. En este último caso olvidé señalar que se trata de una elipsis, pues lo que queremos decir con ese “¿no?” es algo así como “¿no es así?”. De hecho es el mismo “no” de comienzo de la frase, pues se trata de una frase complementaria, autónoma, encabezada por el “no”. Por tanto es un reforzante anticipado de la respuesta afirmativa que se espera.

En cuanto al “no” que encabeza los dos primeros ejemplos, no inducen, como suele creerse, una respuesta negativa. Se trata de lo que las gramáticas llaman expletivo, es decir, una palabra innecesaria para el sentido de la frase, pero que, en algunos casos, como este, sirve para darle flexibilidad y armonía a la estructura.

Las oraciones desiderativas –el tema de hoy– sirven para expresar deseos de que ocurra o no ocurra algo. Su característica principal es que se construyen con el verbo en subjuntivo. El tiempo del verbo, a su vez, dependerá de la referencia al tiempo real a que corresponda el deseo que expresamos. Si construimos la frase desiderativa en presente de subjuntivo, el deseo que manifestamos se remite al presente o al futuro: “Ojalá haga buen tiempo” se refiere al momento en que estamos (ahora), o al futuro inmediato (esta tarde, mañana, etc.). Lo mismo si decimos “Ojalá que no llueva”. “Paz a sus restos” es expresión de un deseo referido al futuro, pero a partir del momento en que nos expresamos.

Con el imperfecto de subjuntivo expresamos deseos que se refieren al pasado o al futuro, y el significado exacto de la expresión sólo puede conocerse por el contexto. Obsérvese la diferencia entre “Ojalá Dios lo haya perdonado” y “Ojalá Dios lo perdone”. En el primer ejemplo la referencia al pasado es muy clara, y en el segundo el deseo se refiere al presente y al futuro, es decir, el deseo se inicia en el presente, pero se proyecta indefinidamente en el futuro.

La referencia al pasado es evidente en el siguiente ejemplo: “Si hubieras estado allá, ¡cómo hubiéramos gozado!”. En este caso también podemos construir la oración con el segundo verbo en condicional de indicativo: “Si hubieras estado allá, ¡cómo habríamos gozado!”. Aquí se agrega un matiz de posibilidad. Esto es así porque el modo subjuntivo, de por sí, contiene una referencia claramente condicional.

Otro ejemplo de este tipo es el siguiente: “¡Cómo me hubiera gustado estar contigo!” o “¡Cómo me habría gustado estar contigo!”.

Esta fórmula es la que utiliza García Lorca en estos versos de Mariana Pineda: “Yo pensaba siempre en tí, / yo pensaba: si estuviera / conmigo mi triste amiga, / mi Marianita Pineda”.

Muchas veces en la oración desiderativa usamos un vocablo que contiene explícitamente el deseo: “Quiero que vengas mañana a mi casa” / “Quisiera que vengas mañana a mi casa” / “Quisiera que vinieras mañana a mi casa” / “Querría que vinieras mañana a mi casa”. Es importante observar las cuatro formas de construir la frase, sin que ninguna de ellas se diferencie de las demás. La preferencia de una sobre las otras es cuestión de gusto.

Es común que en la oración desiderativa se intercale una conjunción “y”, sin que se le vea una determinada función: “¡Ojalá y te revientes!”; “¡Quién quita y te ganas la lotería y salimos de abajo”. Se trata de un expletivo, como vimos más arriba. En esos ejemplos la “y” no cumple ninguna función sintáctica ni semántica; es un simple relleno que, sin embargo, pareciera darle un mayor énfasis al deseo.

Una forma muy venezolana, popular además, de construir las oraciones desiderativas es utilizando la frase ¡Ah malhaya!: “¡Ah malhaya quien pudiera / con esta soga enlazar / al viento que se ha llevado / lo mejor de mi cantar” (Alberto Arvelo Torrealba: Glosas al cancionero). Esta forma, como puede observarse, agrega al simple deseo un elemento psicológico de nostalgia, de vehemencia, de ansiedad: “¡Ah malhaya un cafecito bien caliente, con este friíto que está haciendo”.

La expresión “¡ah malhaya!” tiene en el habla venezolana otros usos y significados.

Como puede verse en varios de los ejemplos citados, muchas veces al contenido desiderativo de la frase se le agrega un ingrediente exclamativo, que en la lengua oral se marca con la entonación, y en la escritura con los signos de admiración.

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