Cinismo revolucionario
No se imaginó César Gaviria, es de suponer, que la Declaración contra la Violencia, por la Paz y la Democracia que, gracias a su empeño, suscribieron oficialismo y oposición en el marco de la Mesa de Negociación y Acuerdos, iba a tener corta vida, tan breve como que, transcurridas horas apenas de su adopción, ese documento consensuado que tantas esperanzas despertó en quienes de buena fe estimaron que el mismo representaba una valiosa contribución en el camino hacia una salida institucional de la crisis política venezolana, quedó herido de muerte como consecuencia de una ola de violencia desatada por el régimen que demuestra, bien a las claras, que el compromiso contraído por la delegación oficialista frente al secretario general de la OEA, no pasaba de ser nada diferente a la de las poses a las que nos tiene acostumbrados el jefe del Estado, quien en sus frecuentes intervenciones públicas dice cuanto se le ocurre para luego contradecirse él mismo sin mayor miramiento.
Ha llegado a tal punto el cinismo del oficialismo que, frente a los hechos sucedidos, la representación de la Coordinadora Democrática en la Mesa de Negociación y Acuerdos se ha visto obligada a emitir un severo llamado de atención, tanto a la opinión nacional como también a la comunidad internacional, sobre el significado de tan penosas circunstancias que, sin duda, van a entorpecer fatalmente cuantas gestiones se han proyectado o están por serlo en búsqueda de acuerdos duraderos y estables respecto a la situación de crisis por todos conocida.
Lo que se avizora, a juzgar por los hechos que recogen los medios de comunicación en sus distintas variantes, es un endurecimiento del régimen con vista a fortalecer y robustecer la mal llamada revolución bolivariana que no es otra cosa que el asentamiento en el país de un gobierno autoritario y militarista, de nítidos perfiles populistas y sectarios con especial acento en las políticas demagógicas y maniobreras, de cara a los sectores populares, que tanto deleite causan al primer magistrado nacional.
Por ello se escuchan cada vez más voces que reclaman pasos firmes para impedir tal despropósito. En tal sentido hay quienes sugieren que es ya hora de que el secretario general de la OEA actúe conforme lo dispone la Carta Democrática Interamericana (artículos 17 a 22/Fortalecimiento y preservación de la institucionalidad democrática) la cual ofrece toda una gama de posibilidades en orden a promover “la normalización de la institucionalidad democrática”. Otros consideran que la representación del Centro Carter, junto con la del PNUD (ONU) y César Gaviria deben instalarse en nuestro territorio hasta tanto se encuentren fórmulas que nos permitan acudir a unas elecciones generales, bajo supervisión internacional, a fin de renovar los poderes públicos y rescatar el estado de derecho junto con el debido respeto a la Constitución Nacional. Asimismo, está planteado que el Grupo de Amigos asuma una mayor presencia en el conflicto, de modo de contribuir así a la salida institucional, democrática y pacífica a la que aspira la determinante mayoría de la población.