¿Cinismo o ignorancia?
Un reportaje de la Agencia Venezolana de Noticias del pasado 15 de agosto pone en boca del ministro Francisco Sesto las palabras siguientes: “Optimizar el transporte público, crear flujos peatonales, renovar lo urbano e integrar la ciudad son los cuatro grandes temas considerados por el Gobierno Nacional para la transformación de la capital venezolana”, añadiendo de paso que en gobiernos anteriores el transporte caraqueño “fue objeto de una privatización absolutamente salvaje”. Todo un destilado de cinismo de gobernantes cuya gestión va ya para los trece años y que si contáramos según la periodización pre-revolucionaria ya serían, ellos mismos, dos veces “gobierno anterior”; de gobernantes que, desde que le arrebataron el control a las alcaldías, tienen paralizados los modernos sistemas de transporte público de Mérida, Maracaibo, Barquisimeto y Valencia y han sido incapaces de terminar el BusCaracas. Que olvidan que justo un año antes de que ellos llegaran al poder la Alcaldía de Bogotá inició el TransMilenio, un exitoso sistema de transporte público superficial que cuenta a la fecha con 90 kilómetros de rutas troncales, casi el doble que nuestro Metro, y transporta el mismo número de pasajeros al día; y que en paralelo esa misma Alcaldía llevó a cabo una espectacular transformación del espacio público, creando nuevos parques y plazas o mejorando los existentes, sacando los carros de las aceras para devolverlas a los peatones y activando 300 kilómetros de rutas para bicicletas.
Pero entre los “grandes temas” que según el ministro preocupan al Gobierno no figura el que más preocupa a los caraqueños: la inseguridad. Se entiende por qué lo elude: con 130 homicidios por 100.000 habitantes, el doble de la tasa de 1998, Caracas es hoy la ciudad más peligrosa de América y hay quien afirma que del mundo; mientras tanto la vecina Bogotá, que alcanzó un pico de 81 homicidios por 100.000 habitantes en 1993, ha logrado reducirlos sistemáticamente hasta colocarlos por debajo de 20.
El espacio no da para tratar otro aspecto que se desprende del reportaje de AVN: la ignorancia que revela al tratar temas como el de las áreas verdes, que quien funge como ministro para la transformación revolucionaria de la capital debería manejar con absoluta soltura. ¿Será que lo que parece cinismo es pura ignorancia? ¿O al revés?