Opinión Nacional

Chávez y la última semana del 2010

Cacerolazo en Maracay, protestas de  damnificados en los refugios de la esquina de El Chorro y Miraflores, vigilia y declaración de profesores y estudiantes universitarios de que tomarán las calles a partir del lunes para rechazar la ley que convierte sus casas de estudio en suburbios de la revolución, y anuncio de un nuevo “Paquetazo” neoliberal y fondomonetarista que, al eliminar el cambio preferencial de 2,60 bolívares por dólar, catapulta los precios de 3.089 rubros de la cesta básica hasta un 100 por ciento,  son algunas de las señales conque termina una semana que es también la última del año, y el ingreso a un 2011 en que el pueblo venezolano, si no se sacude la autocracia chavista, por lo menos le hará las maletas para que desaparezca de la historia y del país de una vez y para siempre en el 2012.
            Sucesos que marcarán también el fin de los días de una de las experiencias más amargas, insensatas e inútiles de que tenga memoria el país, pues es difícil no convenir en que, al par de tragicómicos, los afanes por la restauración de una utopía que ya fue rechazada por 30 países y 2000 millones de personas a finales de la década de los 80, nos reservan un sitio en la historia entre las pocas sociedades que optaron por fracasar y no por  triunfar.
            Y todo remachado desde los alaridos de un seudo caudillo que no pudo reconocer el tiempo y el espacio  que le tocó vivir, que se reveló incapaz de escapar a los mitos y legendas que usan en la escuela primaria como material de lectura para entusiasmar a los niños por las asignaturas de historia patria  y pretendió que no solo él, sino toda Venezuela, se comportara como hacía 2 siglos… 200 años.
            Un retroceso  cuya única novedad ha sido ligarnos, conectarnos, relacionarnos con una anacronía, con una  flor marchita del pasado y del fracaso, como es la revolución marxista y el comunismo soviético que yacen enterrados bajo los escombros del muro de Berlín, troquelando un adefesio o esperpento histórico que está siendo dejado de lado por especialistas de dentro y fuera del país, porque como eclosión de enormidad, informidad y monstruosidad, no presenta elementos lógicos para el análisis.
            Todo lo cual no quiere decir que no se haya empeñado en la agresión, en la represión, y que haciendo lucir dientes y garras en las continuas violaciones a la Constitución y las Leyes, no haya avanzado en el delirio de atrofiar una sociedad, de cortarle escapes y caminos, porque el señor Chávez no conoce otras políticas  que no sean los de la disociación, fragmentación, división y desintegración.
            Lo acaba de revelar hace poco desconociendo los resultados de las elecciones del 26 de septiembre pasado, cuando, más de la mitad de los electores votaron por una Asamblea Nacional plural, donde el Poder Legislativo volviera a cumplir las funciones que le han sido prescritos en la Constitución (legislar, controlar al Poder Ejecutivo, discutir una agenda nacional de unidad, diversidad y reencuentro para empezar a resolver los grandes problemas nacionales), pero que Chávez ha borrado de un plumazo burlándose de la voluntad popular y haciéndose aprobar una Ley Habilitante que lo convierte en el amo del poder en una Venezuela en la cual la democracia es cada vez menos una realidad, y cada vez más una ficción.
            O sea, que el disociado, el anacrónico, el retrógrado, el desintegrado decidió asumir la dictadura, sacudirse los últimos remilgos del slogan de “la democracia participativa y protagónica” y se ha impuesto mantenerse en el poder  por la fuerza, por la violencia, con las únicas herramientas que conoce el que, colocándose al margen del respeto a los derechos humanos y la defensa de los principios que hilan nuestro tejido republicano y constitucional, ha tomado la vía del que se comporta como un “asalta constituciones”, “un atracador de derechos humanos” y usurpador de cuanto principio y doctrina se opone a la comisión de delitos que tienen la sanción y condena de tribunales nacionales e internacionales.
            De modo que, ya sabe el señor Chávez porque se lo están gritando los sucesos de esta última semana del 2010 lo que lo aguarda durante el 2011, que será una Venezuela en pie de guerra, decidida a echar manos a los recursos constitucionales que sean necesarios para sacudirse a una dictadura mohosa y pestilente, cínica y deshilachada y que solo por la voluntad del pueblo venezolano de no derrotarla sino constitucional y democráticamente, sigue exhibiendo su show circense y ramplón.
            Tiempo en que el cual extremará la ilegalidad de mantener en las cárceles a cientos de venezolanos por delitos de conciencia, a quienes se les ha negado el debido proceso, se le amañan pruebas, inventan testigos, acusa de ilícitos que no cometieron ni pudieron cometer, y son la mejor prueba de que la administración de justicia en Venezuela desapareció para ser sustituida por el capricho de un militar de baja graduación que la usa para ejercitar sus odios y venganzas personales.
            En otras palabras, que el sistema que era usual en las repúblicas bananeras centroamericanas que desaparecieron a finales de la década de los ochenta, o en esas organizaciones tribales africanas a las cuales la descolonización no ha logrado integrar al estado nacional y la sociedad civilizada y sobreviven con costumbres ancestrales como la poligamia, el animismo y la administración de justicia en manos de caciquillos, shamanes y reyezuelos.
            Todo el poder para el rey o monarca, y todas la protestas, rechazos, abominaciones y condenas contra él también, pues tratando de usurpar los derechos que son el poder de las mayorías, no es de extrañar que no sea otra cosa que una  excrecencia política y social, que toda el pueblo, o el 80  por ciento de él, trate de curar o extirpar.
            No es una tarea fácil, ni a la cual se le pueda poner “horario, ni fecha en el calendario”, para recordar al cantautor, Simón Díaz, pero que en ocasiones más comprometidas ha logrado resolver el pueblo venezolano derrotando a dictadores más poderosos y a sus sequelas y retomando rápidamente el camino de la democracia y la libertad que es el único consustancial con nuestra esencia de país matriz de la independencia suramericana.
            De modo que, es una lucha declarada y con un resultado declarado también: la dictadura de Chávez no continuará desgarrando la piel y el corazón de Venezuela, no seguirá arrebatándoles los derechos a sus ciudadanos, constituyéndola en una cárcel y reservándole un lugar en el extraño capítulo de la historia donde cuentan leyendas de países que fueron dominados por tiranos que no venían de su tiempo, sino de lo más lejano y tenebroso del pasado,
            Fractura o desequilibrio que emblematiza Chávez, abismo que revela oscuridades donde se mueven especímenes que no por desconocidos no pueden emerger a la superficie e intentar diseñar un submundo que solo respira en las tinieblas.

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