Opinión Nacional

Chávez que se devuelve se desnuca

Ese refrán que dice «chivo que se devuelve se’snuca», tan común en las mesas de dominó, es muy sabio. La sabiduría popular nunca se equivoca. En política, quien comete un error, o peor aún, varios errores seguidos, termina fracasando en su proyecto, malogra todo su prestigio y pierde el arrastre que podía haber logrado granjearse en el pueblo.

De hecho, esto le está ocurriendo a Chávez. Siempre he considerado que el principal enemigo de Chávez no es, como él dice, el imperio -mucho menos somos nosotros, los disidentes-, sino él mismo. Últimamente ha venido cometiendo pifia tras pifia.

El rotundo fracaso en la mediación para la liberación de rehenes en manos de las FARC, que ahora se sabe tenía de todo menos de humanitaria, su empeño en negar las evidencias contundentes obtenidas de las computadoras de las FARC, son muestras recientes de cómo él mismo ha venido cavando su propia tumba.

Luego del monumental revés que sufrió en el referendo constitucional del pasado 2 de diciembre, en lo que va del año Chávez ha tenido que devolverse por lo menos dos veces y dejar en suspenso igual número de proyectos legales que han suscitado una avalancha de rechazo en todos los estratos de la sociedad.Primero fue la reforma curricular.

Ante el repudio espectacular que recibió esa propuesta, incluso entre sus propios acólitos, Chávez no tuvo otra alternativa que recular y ordenar la suspensión de todas las actividades que a todo meter habían emprendido sus secuaces en todo el país para ponerla en práctica.

Ese fue un gran triunfo de la sociedad democrática. Los propios estudiantes, las academias, las asociaciones de padres y maestros, los institutos educativos, las iglesias de diferentes credos y la población en general, se pusieron en pie de guerra para resistir a la implantación de ese sistema que perseguía hacer a nuestros niños y adolescentes un lavado de cerebro de corte fascista.

Ahora la tocó a la ley sapo. Ese monstruoso instrumento legal inspirado en los sistemas de la Gestapo nazi, de la KGB soviética, de la Stasi de la Ex-República Democrática Alemana y del G2 cubano, que pretende convertir a cada venezolano en un espía, también ha suscitado un movimiento global.

Son numerosas las bien fundamentadas opiniones de juristas y expertos en derechos humanos que han advertido a los venezolanos de los efectos que tendría la implantación del sistema de inteligencia y contrainteligencia contemplado en esa ley.

También en el ámbito internacional ha cundido la alarma ante la posibilidad de que la población venezolana quede sometida a un régimen en el cual, como en la Alemania nazi, los hijos serían obligados a denunciar a sus padres, los padres a sus hijos, los hermanos a sus hermanos, los amigos a sus amigos. Un auténtico régimen de permanente sospecha, de constante terror al cual quedaríamos sometidos todos los venezolanos.

Ante la oleada de rechazo que ese instrumento, promulgado dentro de los poderes omnímodos que le otorgó la Asamblea Nacional cuando dictó la Ley Habilitante, a Chávez no le ha quedado más remedio que dar vuelta atrás una vez más.

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