Chávez no manda
Hay más de un chavista con cara de preocupación, el famoso porta avión electoral perdió navegabilidad.
Miraflores quiere candidatos del PSUV, blindados contra las tentaciones de la talanquera y, como en las películas del oeste, forma un círculo para rechazar el ataque de los indios piel rojas.
Miraflores no pudo evitar el despelote de la electricidad, a pesar de que sabía la oscuridad que se avecinaba; ordenó tomar medidas, pero Chávez no manda. Lo sé por una fuente inmejorable, un sabio de café con leche, de esos que al tomar tres tacitas se les prende el bombillo. Chávez ha sido víctima de una guerra avisada; los técnicos de Edelca, que saben sumar y restar, le advirtieron lo que ocurriría. Trató de remediarlo, pero Chávez no manda.
A este cronista francamente le pareció que su amigo desvariaba; les ocurre siempre a los toman demasiado café, pero el sabio me incriminó: — Por favor, Fausto, no seas bruto. Ha habido suficiente tiempo para haber construido la segunda autopista al Litoral; Chávez sabe el peligro de un gigantesco desplazamiento de tierras a la altura de Gramoven; el Gobierno tampoco ha sido capaz de construir casas o recoger la basura en Caracas, cosas todas que quiere el presidente, pero a Chávez le pasa como a los reyes de España cuyas órdenes se acatan, pero no se cumplen. Llamaba de madrugada al antiguo alcalde de Caracas, Freddy Bernal, para que le reparara un hueco en una calle; los baches continúan multiplicándose.
Y, claro, Diosdado paga los platos rotos. ¡Qué aguante tiene ese hombre! El discurso tremendista también le ha impedido contratar a las grandes empresas imperialistas: Mitsubishi, General Electric o Siemens; en cambio, ha utilizado a brasileños, argentinos, y hasta iraníes y bielorrusos.
¿Dónde están los carros iraníes, las fábricas de fábricas? El actual discurso provocador asusta a muchos chavistas. Por obligación defienden la política oficial, pero se les nota la falta de entusiasmo.
Apenas los comunistas critican en voz alta la personalidad de Chávez; reclaman una dirección colectiva, señalan la corrupción, aprueban la política antiimperialista, pero no comprenden por qué Chávez olvida a los venezolanos, a sus electores. El colectivo de Carapaica, armado hasta los dientes, aparece en la televisión colombiana denunciando la corrupción.
En el pasado, empresas recolectoras recogían la basura y el presidente Caldera, el último año de su primer período, construyó 100.000 viviendas. Chávez prometió entregar apartamentos equipados con nevera, cocina eléctrica, muebles. Pero, ojo, en política Chávez no es manco y manda por todo el cañón. Cuidado con considerarlo ya derrotado, sacará alguna carta del bolsillo: ya mandó a los banqueros a la cárcel. Está alentando a los radicales en los barrios, en donde ha surgido una nueva oligarquía boliburguesa con tremendas camionetas y que están dispuestos a disparar a matar. Son los que se enriquecieron con una falsa cooperativa, los que cobraban 15 millones por conseguir un apartamento.
En resumen: Chávez no manda en algo como apresurar la construcción de una represa o apurar la reparación de Tacoa. ¡Si no hubiera forzado a los Zuloaga a vender la compañía de electricidad, Tacoa funcionaría perfectamente! Algunos chavistas tienen motivo para andar nerviosos, los quieren sacar de las listas de candidatos.
Y usted, tómese un cafecito después de la marcha.