Opinión Nacional

Chávez es derrotable

“Chávez es derrotable” es el título de un libro escrito por Pedro Pablo Peñaloza, con la colaboración de Fausto Masó y los aportes de Fernando Egaña, Tulio Alvarez y Luis Enrique Alcalá, complementado con entrevistas a algunos actores relevantes del escenario político venezolano. Una política exitosa debe partir de la realidad como verdaderamente es y no como queremos que sea. Desgraciadamente, buena parte de la oposición sufre de una aguda “disonancia cognitiva”, por la cual rechaza visceralmente la realidad que contradiga creencias muy arraigadas. Octavio Paz decía que la ceguera biológica impide ver, pero que la ceguera ideológica impide pensar. El libro ayuda a superar la disonancia y la segunda ceguera. A través de un exhaustivo análisis de la mayor parte de las encuestas serias de los últimos años, demuestra que Chávez es el producto de muchas causas, pero que la fundamental es estructural. En 20 años la clase media, en términos de ingreso, se redujo del 28% al 4% y la clase marginal aumentó de 34% a 60%. También nos demuestra que Chávez, aún manteniendo siempre el apoyo de más o menos un tercio del electorado, tenía el rechazo de los otros dos tercios entre los años 2001 y 2003. El sector decisivo es el sector que ha oscilado entre el apoyo a Chávez y a la oposición, pasando por el rol de “ni-ni”. En política también es fundamental la caracterización correcta del adversario. El libro ayuda a entender que una de las mayores fortalezas de Chávez es su ambigüedad. Como le gusta decir a Teodoro, el régimen tiene una “anatomía” democrática, pero una fisiología “autoritaria”. Se trata de un híbrido, que utilizando un anglicismo se puede definir como democracia “illiberal” o “semiautoritarismo”. La fachada democrática es una de las armas de Chávez para confundir a la opinión internacional. Los demócratas debemos desenmascararlo, utilizando los escasos espacios que la “fachada” obliga a dejar abiertos. Otra obligación de los demócratas es reconstruir una mayoría. La correlación de fuerzas es decisiva. Ni Pinochet, ni los sandinistas tenían la menor intención de entregar el poder, pero la formación de una contundente mayoría, que ningún CNE “comprado” puede esconder, los obligó a ceder. Una mayoría se construye a través de la movilización, que una campaña electoral facilita. La abstención temprana es castrante. La abstención frente a un fraude “cantado”, después de lograr hacer evidente que se tiene la mayoría, puede ser letal, como lo demostró Toledo en Perú.

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