Chávez: el vendedor de independencia
Intenta vendernos independencia como el único recurso para tratar de convencernos de haber hecho algo en todo este tiempo.
Chávez insiste en vendernos este concepto abstracto, que no puede medirse ni comprobarse, que no tiene dolientes y para el que nadie hizo cola para registrarse. Lo hace con desmedida insistencia, con largas explicaciones a las que arrima todo género de conceptos libertarios. Lo hace asumiéndose en un rol libertador de la patria, comparable sólo al de los próceres que tienen el honor de ver tallados su nombre en los monolitos de la famosa plaza al sur de Caracas.
Lo hizo –una vez más- con mucha vehemencia el sábado pasado ante un grupo de militares que sudaban sol en el patio de la Academia Militar. Allí vociferó durante un par de horas, en un discurso político que contraviene los preceptos constitucionales de aquel cuerpo de las leyes que dice defender.
Al tiempo que cacarea sobre ese gran logro, la patria paga los giros que firmamos a cuanto extranjero vino por lo suyo, para hacerle loas a Chávez y a la revolución. La independencia la entregamos en futuros de dinero y petróleo a los chinos, bielorrusos, rusos y cubanos. A ellos le compramos armas, edificios de construcción lenta, fabricas que no producen nada y tecnología para cuanta idea fracasada se le ocurrió al socialismo del siglo veintiuno.
La Venezuela agrícola, los planes de siembra y la inmensa estafa a aquellos agricultores que hicieron largas filas para inscribirse en el plan que nos convertiría en una potencia agrícola, pasó a la historia. También la fábrica de tractores iraníes. De eso se habla poco, para esconder el gran fracaso que se intenta barrer debajo de las alfombras de Miraflores.
La culpa de lo que se hace –y lo que se deja de hacer- no la tiene él, la tienen sus Ministros, Gobernadores y Alcaldes. El sólo tiene la “culpa” de haber logrado nuestra real y definitiva independencia. Nos salvó del imperialismo y de la burguesía pervertida que intentó vender los intereses de la patria.
La revolución es él, él ya no es Chávez, él es el pueblo mismo. Eso lo exime de entregar cuentas por el gobierno más largo, más mal manejado y más destructivo de nuestra historia posterior a la guerra federal. San Pedro lo está esperando para cobrarle la factura. En el cielo si saben clarito lo que es independencia.
Hoy cantó –lo que si hace muy bien- en San Juan de Los Morros. Triste final para el “clon” del Libertador de América, que falló en su propósito de ser un estadista.