Chávez: El hombre de las calamidades
Si el comienzo de los 14 años de chavezato tuvieron como sello aquella tragedia de Vargas que aun provoca escalofríos en el inconsciente colectivo nacional, el final tendrá también el tatuaje de los desastres naturales de los últimos días que dejan en millones de venezolanos la certeza de que una suerte de inmerecido castigo divino destrozó sus vidas y les legó un futuro con difíciles posibilidades de recuperación.
¿Qué hicimos, cómo y en qué pecamos?, podría ser una pregunta que se retuerza en la mente de una humilde familia que huye despavorida ante la inminencia de un alud que sepulte sus bienes y sus vidas y la respuesta podría venirle de una voz en off que desde un maltrecho televisor cuenta aun con unos pocos voltios para permitir retumbar una siniestra y aterradora voz: “Tranquilos muchachos y muchachas, esto es pasajero: unas horas más y volveremos a tener un sol radiante. Ustedes saben, esto es un fenómeno mundial y a esta hora deben estar ocurriendo desastres parecidos en Nueva York, París, Londres, Tokio y Honk Kong. Ah, pero con una diferencia: allá el pueblo no ha conocido los beneficios de una revolución, ni cuenta con un líder que abandona su lecho de enfermo y la campaña electoral para estar con ustedes hombro a hombro y corazón a corazón para que no les falta nada”.
Y si el maltrecho televisor no fuera ahora un amasijo de vidrios, cables y chips rotos podría fragmentar la imagen de un hombre entrado en años y en kilos, visiblemente enfermo, cansado, dando síntomas de alguna intoxicación, y abrazando niños y ancianos que oyen y miran asombrados a este “salvador” del cual tenían pocas o ninguna referencia.
Pero sigue: “Yo les pido que tengan paciencia. Los llamados de la patria, del pueblo, jamás me han encontrado ausente del país: Yo les prometo que para el 2018, o mejor, para 2025, no quedará un solo venezolano sin una vivienda digna. Bueno, la verdad es que para ese entonces ya ustedes y nosotros estaremos un poco viejos, ¿verdad Rafael? (le habla a Rafael Ramírez, el todopoderoso ministro de Energía y Minas y presidente de PDVSA), pero ¿quien dijo que los viejos, que los viejitos no soplamos?, Fíjense ustedes que Fidel con sus casi 90 años está más lúcido que nunca. ¿Y Mao?, Yo creo que Mao pasó de los 90 ¿Y Kim Il Sung? Ese pienso que duró 100 años. ¡Ah gente pa durar esos revolucionarios! Y si ellos vivieron tanto ¿por qué tendría que ser yo la excepción? Ese es el desgraciado, el pitiyanki, el agente del Mosad, el nazi de Capriles que la ha agarrado ahora contra los ancianos, contra la gente de la tercera edad, pero ¡cuídate Capriles!, te voy a meter preso por estar metiéndote con los mayores”, Entra en el cuadro un general bisoleado y condecorado, que viste un impecable traje de campaña, creo que de apellido Barrientos, y muy nervioso, le dice al comandante-presidente: “Jefe, hay que escapar de aquí inmediatamente. Me informan que se aproxima una vaguada de tres pares que viene arrasando ranchos, árboles, puentes, sembradíos y en minutos dejará este claro hecho un solo alud. El helicóptero está prendido. Huyamos”, Y Chávez da órdenes de apagar las cámaras de televisión y los micrófonos de la radio, se desprende del grupo donde hace segundos discurseaba, corre hacía el aparato que lo aguarda en una improvisada pista, y entre una nube de polvo, hierbajos y hojas secas, se introduce en los asientos donde ya lo aguardan Ramírez, Barrientos y otro militar que es, al parecer. el ministro de Infraestructura.
La aeronave levanta el vuelo mientras, en efecto, un inmensa masa de barro, troncos, piedras, techos y paredes empieza a tomar posesión de la extensión, rápidamente abandonada, de la improvisada pista donde funcionarios y seguidores prepararon el set desde el que Chávez envió al país el mensaje de que era el presidente y candidato que ayudaba a los pobres golpeados por las lluvias e inundaciones en Cumanacoa, y sus alrededores, en el Estado Sucre.
Visión apocalíptica que el candidato-presidente no alcanzó a ver porque las nubes bajas y la cerrada lluvia no permitían la visibilidad a un metro de distancia. Tuvo miedo y unos deseos inmensos de rezar.
¿Pero rezarle a quién ? Se había declarado marxista y comunista y ¿eso no era también una declaración a favor del ateísmo y del materialismo? Claro, había salido con aquello del Cristo de la Grita y del Santuario de la Virgen de Coromoto, pero había sido por la certeza de que, los únicos que podían salvarlo del cáncer que lo agobiaba, eran Hehová, el Dios de los judíos y cristianos y los espíritus de la sabana.
Pero…!cuánto había ofendido a la Casa de Israel y a la Iglesia de Cristo, cuánto había maltratado a rabinos, cardenales, obispos y sacerdotes y había auspiciado, o se había hecho el loco, ante las noticias de la actuación de vándalos que destruían imágenes, templos y altares por toda Venezuela. Preguntó de pronto: “Rafael: ¿Qué dicen los pilotos que alcanzan a ver desde los puestos de mando del aparato, que alcanzan a ver de esta tierra que dejamos quizá para siempre? “Ya les pregunté presidente” dijo Ramírez” y dicen que todo lo que se alcanza a ver es destrucción, destrucción y destrucción”.
“Rafael ¿tenemos una Biblia aquí en el helicóptero?” preguntó otra vez el comandante-presidente… desolado. “No presidente” dijo el funcionario “aquí lo que hay son libros marxistas y revolucionarios, como usted siempre lo ordenó: Galiano, Harnecker, Monedero, Vátimo, Negri, Fidel, Ramonet, Chomsky y Kornai.
“Ramírez” siguió el presidente con una voz cada vez más patibularia y sepulcral “agarra todos esos libracos trasnochados, inútiles y pavosos y me los tiras por la ventana. Venezuela está destruida y creo que esos bodrios tienen mucho que ver con la comisión de este horrible crimen”.
“Como usted ordene presidente, ya comienzo”, respondió Ramírez Ya el helicóptero sale de la zona de turbulencia de la costa oriental, y la nave, más estabilizada, permite ver un mar cuyas olas, aun desde aquella altura, intimidan. “¿Qué estará pasando en Caracas?, piensa el comandante-presidente, “si llega a caer otro aguacero en Caracas, perdemos los pocos votos que nos quedan. ¡Gran poder de Dios, protégeme!. ¡Virgen de Socorro, que salvó a mi abuelo Maisanta en tantas batallas: Ayùdame!”.
“Ramírez” insiste el presidente “¿cómo amanecieron hoy los precios del petróleo?” “Excelentes, presidente” dice Ramírez “ hoy se cotizó la cesta a 105 dólares el barril y la tendencia es que a fin de mes se estabilice en 110. O sea, que `por petrodólares para la campaña y para atender emergencias por los desastres naturales, no hay que preocuparse.
Mientras haya huracanes y desastres en los países productores, no hay que preocuparse”. “¿Cómo que no hay que preocuparse” respondió Chávez “si nosotros somos un país productor y estamos llenos de desastres naturales?”.
•Si presidente” dijo Ramírez “pero la industria permanece intocada. Usted sabe que desde que usted tuvo la genial idea de votar esos 25 mil vagamundos que se autollamaban gerentes, expertos y técnicos, la industria se mantiene a prueba de saboteos y está más fuerte que nunca”.
“¿Còmo que màs fuerte que nunca y hace meses ocurrió el desastre del Guarapiche y hace días el de La Leona?” dijo Chávez. “Esas son vainas de Globovisión y de esos vagabundos de las paginas webs, el Prada, el Ravell, el Smith, el Bocaranda, la Bicha, el Gessen, el Otálvora, el Pablo Brito, el Nuñez Noda, y de esos oligarcas de Miguel Henrique y Andrés Mata. Pero después del 7 de octubre, eso se va a acabar presidente, porque, o se plegan a la revolución o se joden”.
“¿Usted cree Ramírez?“ alcanzó a decir Chávez cuando la nave descendía “¿Usted cree? Pele el ojo Rafael, porque otra tragedia más, y después del 7 de octubre que usted menciona, tendremos que buscarnos otro empleo, porque Capriles va a tocarnos el pito aquel”.
«Que cosas tiene usted presidente” dijo Ramirez cuando ya se despedían en los patios de Miraflores “Tranquilo presidente, en PDVSA no volverá a producirse un derrame, un accidente más”.
“No se Ramirez “ terminó el presidente poniéndole la mano en el hombro “pero desde hace noches vengo soñando con incendios y horribles escenas de muertos y heridos. Pero sobre todo Ramírez…!cargo un presentimiento!… Hasta mañana, Ramírez. ¡Y que Dios se apiade de nosotros!”.