Cero
“Pero ¡demonios!
lo sabemos todos:
en el Universo,
ningún átomo escapa
a Tu dominio…”
Omar Khayyám, Las Rubaitas, 8
Para leer este artículo, Ustedes (o tú, pues eso de asumir plurales lectores quizá sea ostentoso) deben recordar la tabla de multiplicar. Veamos, 5 x 0= 0; 2000 x 0= 0; 22.000.000 de venezolanos x 0= 0. Sí, creo que no la has olvidado. Además, en estos tiempos chavezcéntricos otra cifra no nos aguarda al despertar. A lo sumo, presenciamos pobres adiciones de inestabilidades, que igual tienden al cero. Hasta la inflación de febrero se vistió de un 0,4%, mas no indaguemos la veracidad de tal dato, derivada de conjuras y servilismo interinstitucional. En el mundo de ceros, el Presidente es, por supuesto, otro cero: ante el cual debemos estrellar nuestros planes, amagos, deseos y pesadillas. Hasta un pintor que visite el lienzo durante días y noches, poblándolo de formas coloridas, sólo obtendrá, al final, una artística representación del cero. Si escribir una utopía quieres, debes empezar así:
“Una mañana el Presidente, por fin, había exterminado todas las formas pensantes
del ser…Entonces, satisfecho, se dijo: soy el Uno. Así, partiendo de esa discreta presunción, átomos y células iniciaron su resurrección, la cual lenta y secretamente
les posibilitaba ser nuevamente en el mundo…”.
Por ahora, el malcriado cero de Hugo Chávez Frías domina el país: cero racionalidad, cero consistencia, cero diálogo, cero lucidez, cero fidelidad, cero delegación de mando, cero confianza, cero madurez. Acariciados de esta manera, somos tragados, empequeñecidos como personajes de Cortázar, y quizá mañana seamos tan minúsculos, tan ceros, que el Primer Mandatario nos pise con sus flamantes zapatos de Teniente indultado. Sacerdotes, periodistas, inversionistas, comandantes golpistas, sindicalistas, empresarios, opositores y artistas, entre otros personajes, han atravesado la barrera gravitacional impuesta por el Régimen, con resultados evidentes: cero. Es más, si obviamos a banqueros y generales, que usualmente tienen fortunas, el resto de los ciudadanos sólo contaban con su honor, experiencia, sabiduría y hasta simpatía: atributos que igualmente fueron reducidos a cero. Hasta los niños descubren el fenómeno y nos dicen que el Presidente nunca será un Pokémon, ya que no evoluciona. Tantear una salida a esta historia cero, no sería menos cero, no obstante, tal vez debamos pintar nuestras casas, ropas, cuerpos, autos y morrales con este breve aviso:
Usted ya me controla
El cual le llegará después de ser leído por la red de ojos parlantes que lo gravitan, despertando en Él, ¡fabulemos!, un improbable arranque de bondad, y en un salto de mentalidad retorne a la indiferencia idílica ante las andanzas de la clase media. De cualquier manera, no te ilusiones mucho y lee al sagaz Paul Bowles: “…ningún hombre tiene el derecho de lamentar la llegada de lo inevitable”.