Opinión Nacional

Centro Musical Antonio Lauro

Con el nombre del inolvidable maestro, compositor y guitarrista se distinguió el centro que, para la apreciación y difusión de la música, se formó como una de las actividades extra-cátedra que se fomentaban en el Liceo de Aplicación de los años cincuenta.

Antonio Lauro había compuesto la música del himno del liceo sobre una estupenda letra del Profesor Horacio Vanegas W. Cultor y ejecutante de la música venezolana formó con Marco Tulio Maristani y con Manuel Enrique Pérez Díaz el trío denominado Los Cantores del trópico quienes a través de la Broadcasting Caracas, luego Radio Caracas Radio, mantuvieron programas de hondo calado en la audiencia nacional. Sus valses, especialmente Natalia y María Luisa, son piezas notables del repertorio venezolano.

El Centro Musical se encontraba bajo la supervisión del Profesor Augusto Pereira quien dictaba todas las clases relacionadas con el dibujo y con la educación artística.

Disponíamos de un salón adecuadamente equipado con un sistema de sonido muy apropiado para la época y una colección de discos de música selecta que eran cuidados con el mayor celo por todos sus usuarios.

Mensualmente y en el auditorio del Instituto Pedagógico, organizábamos conciertos donde concurrieron figuras como Alirio Díaz, Freddy Reyna, el cuarteto Galzio, el Orfeón Universitario de la U.C.V. dirigido por el recordado Vinicio Adames, el Orfeón Miranda y tantos otros que se agolpan en nuestra memoria.

En aquella época se acostumbraba a sufragar el costo de los eventos. Por las entradas al concierto se cobraban uno o dos bolívares y a los ejecutantes se les pagaba un caché que variaba entre quinientos y ochocientos bolívares.

En estos días hemos recibido mensajes donde se nos recomienda ponerle atención a grabaciones recientes y anteriores del excelso guitarrista larense, de fama universal, Alirio Díaz.

Recordamos perfectamente el concierto que nos brindó un sábado probablemente de mil novecientos cincuenta y dos. Nos tocó hacer la presentación de rigor lo que nos dio la oportunidad de compartir con el entonces joven maestro, tanto antes, como una vez terminado el evento. Ya, en aquel momento se le reputaba como el sucesor de Andrés Segovia.

Nuestro admirado colombroño había pegado al lomo de la guitarra una pequeña tarjeta donde había copiado el programa previsto. De esta manera no hacía falta anunciarle cada pieza y los asistentes al concierto disponían de la información en un programa rudimentario producido en lo que llamábamos un stencil.

Durante la semana el Centro Musical funcionaba desde la una hasta las tres de la tarde, pues el horario de estudios comenzaba a las ocho y media de la mañana y terminaba a las doce del mediodía y en la tarde ingresábamos a las tres y terminábamos a las cinco. También había clases los sábados desde las ocho y media hasta las diez y diez minutos. Ese día, el resto de la mañana se dedicaba a actividades deportivas o culturales.

Regresando al maestro Lauro, quisiéramos recordar que nació en Ciudad Bolívar en 1917, era hijo de un inmigrante italiano, homónimo, barbero y músico, quien vino a Venezuela al filo del cambio de siglo y casó con una guayanesa de nombre Armida Cuttroneo. Su formación musical comprendió toda la teoría y el solfeo y el aprendizaje de la interpretación con muchos instrumentos en lo que fue dirigido por notables intérpretes.

Recordar aquellos tiempos y sus notables personajes nos permite evaluar cuán distantes estamos de una nación con una educación integral.

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