Catastrofistas
En lo referente a las ciudades es más de lo mismo con el intento de implantar el Estado Comunal
En su primera rueda de prensa luego de la victoria del 7-O el reelecto acusó a la oposición de tener una visión catastrofista que le impide reconocer los logros alcanzados por su gestión. Pues bien, en estos días me he dedicado a repasar lo que ha hecho en materia de ciudad y el resultado es… catastrófico.
Si se empieza por las ofertas más llamativas hay que recordar que hace varios años él mismo ofreció la construcción de varias nuevas ciudades en Guayana, bautizadas con nombres hiperbólicos -Ciudad del Hierro, Ciudad del Oro, Ciudad del Diamante- que hoy son simples matorrales. Pero proyectos urbanos vitales como el trolebús de Barquisimeto o los metros de Maracaibo y Valencia, que arrancaron por iniciativa de los gobiernos locales o regionales para posteriormente ser apropiados por el Ejecutivo Nacional, están estancados e incluso en deterioro, no por falta de recursos sino como disparatado castigo a gobernantes no alineados con el «proyecto bolivariano».
Hasta 2010 ningún gobierno había tenido peor desempeño en materia de vivienda. A partir de entonces concibió esa oferta electoral engañosa bautizada «Gran Misión Vivienda», que le ha permitido producir un número importante de viviendas y atrapar una clientela que ha sido fundamental en su victoria, pero al precio de desar- ticular aún más nuestras maltrechas ciudades. Nos atrevemos a pronosticar que para el año entrante, pasadas las elecciones regionales y locales, el impulso de ese programa se reducirá dramáticamente tanto por la desaparición de su motivación principal -la electoral- como por la previsible estrechez de recursos resultante del gasto desaforado que ha implicado esa victoria.
Por último está el tema de los barrios, el más apremiante en nuestras ciudades pero que ha quedado al margen de las políticas de la «revolución» al punto que hoy registramos carencias que superan a casi todos los países del mundo.
En definitiva, el panorama inmediato en lo referente a las ciudades es de más de lo mismo con un agravante: el intento de implantar el inconstitucional Estado Comunal, que no pretende otra cosa que el definitivo desmantelamiento de las sociedades urbanas. Lo que se quiere no es que abandonemos un inexistente catastrofismo, sino que nos inscribamos en las filas de quienes extraviaron el espíritu crítico.