Carta al Presidente Chávez
Ciudadano
Hugo Chávez Frías
Presidente de la República
Señor Presidente:
Una vez más hace usted referencia a la conversación que, junto con un distinguido grupo de venezolanos, a requerimiento suyo y en medio de una situación nacional extremadamente delicada, agravada por la paralización de la Industria Petrolera Venezolana, sostuvimos el 11 de enero de 2003, en el Fuerte Tiuna.
Cada vez que usted ha recordado esa conversación, lo ha hecho en términos muy respetuosos y muy considerados hacia mi persona. Cosa que agradezco sinceramente. Ese es el lenguaje que debería estar presente siempre en el diálogo político nacional entre gobierno y oposición y ojala fuera el lenguaje que el Presidente de la República utilizara para dirigirse a todos, partidarios o adversarios.
En aquella oportunidad y en un plano de respeto recíproco hablamos, con mucha franqueza y sin que la cortesía necesaria restara claridad a la presentación de los diferentes y contradictorios puntos de vista, de temas muy importantes para la vida nacional.
Una de las cosas que en esa reunión me permití sugerirle fue que no olvidara nunca que el Presidente de la República, en su carácter de Jefe del Estado, debe ser Presidente de todos los ciudadanos y no sólo de sus partidarios.
Esa sugerencia, hecha con la mejor buena fe, desgraciadamente no fue atendida y usted prefirió dividir a los venezolanos entre los buenos y los malos hijos de la patria. Esta conducta ha perjudicado al país, a su gobierno y a la imagen exterior de Venezuela. Se lo digo con todo respeto y con toda franqueza.
Ahora Venezuela entra en un año electoral de una enorme trascendencia. Usted ha tenido la amabilidad de expresar públicamente su deseo de haberme tenido a mí como su contendor en estas elecciones.
Créame que también a mí me hubiera complacido mucho liderar la alternativa democrática frente a su candidatura que representa un continuismo inconveniente y unas políticas que le han hecho grave daño al país y le harían un daño mayor todavía, en caso de mantenerse por un nuevo período constitucional.
Durante varios meses recorrí a Venezuela y presenté unas propuestas que desgraciadamente no encontraron acogida en la opinión pública. En esas circunstancias anuncié mi decisión de no postular mi nombre para el proceso convocado por la Mesa de la Unidad Democrática para seleccionar al candidato presidencial de la oposición.
Actualmente estoy dirigiendo un Centro Internacional de Estudios Políticos llamado IFEDEC desde el cual pienso hacer todo lo posible por contribuir a tres grandes propósitos:
A. Promover la reconciliación nacional. “Reino dividido no prevalecerá” dice la Sagrada Escritura, y Venezuela no puede continuar padeciendo por el clima de confrontación y de división presente durante los últimos años. Clima de confrontación que se debe, en gran medida, a la conducta que usted, como Presidente de la República, ha adoptado desde el inicio de su gestión.
B. Voy a trabajar decididamente por el triunfo de la alternativa democrática en las elecciones convocadas para el día domingo 7 de octubre de este año.
Como señaló Simón Bolívar en el discurso de Angostura, “nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía.”
Trece largos años tiene usted en el poder. Eso es demasiado tiempo. La Constitución Nacional define a Venezuela como una República Alternativa.
La Alternativa Democrática estará encabezada por el ciudadano que resulte elegido en la consulta amplia y democrática convocada para el 12 de febrero. Y yo trabajaré por el triunfo de ese candidato con toda convicción.
Seis distinguidos venezolanos han puesto sus nombres y sus ideas a la orden del país. Todos ellos merecen nuestro reconocimiento y deben ser tratados con todo respeto especialmente por el Presidente de la República.
C. Desde el Centro de Políticas Públicas que presido trabajaré por ayudar al próximo gobierno de Venezuela a lograr un conjunto de objetivos indispensables para el progreso y la felicidad de los venezolanos. Entre ellos menciono: la unidad nacional, la sustitución del modelo rentista petrolero por un modelo productivo, generador de empleo, riqueza y oportunidades, y hacer de la educación la prioridad nacional, porque sólo por esa vía lograremos superar la pobreza y la marginalidad.