Caracas ultrajada
En el desordenado intento de legitimar legalizarlo es, desde luego, imposible- el asalto a la Alcaldía Metropolitana de Caracas, los paniaguados de Chávez se desgañitan diciendo que los límites de la ciudad de Caracas terminan donde terminan los del Municipio Libertador. No es una costumbre nueva y antecede largamente a la lamentable gestión de los últimos diez años; sólo que en el pasado ella respondía a pereza mental en unos casos o a rivalidades parroquiales en otros, pero ahora se agrega una maliciosa maniobra politiquera que no logra ocultar la carga discriminatoria: caraqueños son únicamente aquellos que viven en el municipio donde el chavismo es mayoría, menguada y en regresión pero mayoría al fin.
Una lectura cínica de esa procaz maniobra la vería como suerte para los discriminados, pues podría impedir que el desastre del Municipio Libertador se extendiera a los otros municipios que conforman el Distrito Metropolitano de Caracas. La lectura honesta dice sin embargo que los verdaderos discriminados son los habitantes de ese municipio, pues impide que se extienda hacia él la acción de la Alcaldía Metropolitana, excluyéndolo del manejo integral de la capital que es condición indispensable para su recuperación.
Dejando de lado que la supuesta lógica que subyace a esa visión reduccionista de la capital contradice de manera estridente aspectos centrales de lo que pudiéramos llamar la ideología bolivariana -se trata del municipio en el cual se localiza el núcleo original de Santiago de León de Caracas, la ciudad fundada por los conquistadores españoles-, detrás de la improvisación empieza a asomar el rostro del atropello y la represión: “vinimos por orden de Chávez, a establecer la política socialista aquí y en todas partes: tomamos una decisión ejecutiva, no una que se discute en asamblea y esa es nuestra forma de ser”, escupió la usurpadora el pasado jueves en la cara de los Bomberos Metropolitanos. Sólo los ingenuos se preguntarán dónde quedó la tan cacareada democracia “participativa y protagónica”.
Coda: La expulsión del Ateneo de Caracas de su sede, originalmente proyectada a su medida pues para eso fue pensada, es un ultraje a todos los caraqueños, incluidos los docentes y estudiantes que la ocuparán.