Caracas muere, ¡muere Caracas!
Caracas siempre fue el fiel reflejo del país con grandes pretensiones de ser una urbe de buena expectativa, y seductora para el turismo. Así lo preservaron todos los gobiernos democráticos; así la reconstruyó de todas las miserias después del terremoto de 1812, el “Ilustre Americano” Guzmán Blanco. Creándole acueductos, cementerios, vialidad, teatros y mucho ornamento. Ciertamente su autocracia la favoreció en ese aspecto.
En nuestros días, ocurre todo lo contrario, la anarquía acabó con la ciudad capital de Venezuela, tristemente nos cuesta reconocerlo a quienes nacimos y nos levantamos en ella. La inseguridad se apoderó de todos sus espacios y ahora con la poca iluminación pareciera una ciudad en guerra y con toque de queda. Los robos y asesinatos ya son cuestiones que forman parte de la cotidianidad, los motorizados cunden sus calles y no sabemos distinguir entre quienes son los trabajadores y quiénes son los malandrines. Infaliblemente, prevalecen los últimos cuando vemos que la mayoría de los atracos y ajustes de cuentas son éstos quienes los cometen. El tráfico es infernal no se respetan ni las reglas de tránsito, empezando por el desacato a las señales de circulación y vulnerando las normas de convivencia. A los peatones no les dan paso en la calle, ni siquiera existe la cortesía con las mujeres embarazadas, las aceras también son usadas como vías de salida por los motorizados y nada de extraño tiene ser atropellado en una de ellas. Entrar y salir de un banco es de peligro mortal siempre hay alguien esperándote en sus puertas no precisamente para protegerte.
El oficialismo ha creado abundantes parafernalias para la administración de la ciudad, pero la inseguridad nunca la han controlado, nadie cumple con sus obligaciones ni saben de trabajos comunitarios. La Alcaldía de Caracas es una sucursal o seccional del partido de gobierno el PSUV, y ninguno tiene idea de cómo se gerencia estas cosas. La no recolección de la basura está a punto de hacer crisis desatándose una epidemia, luego dirán que fueron los desechos dejados por la cuarta república. Bueno, Caracas pereció no sólo en el olvido sino en la mala fe y despropósitos de la “revolución”, revolución es destrucción para el oficialismo, y jalar hacia abajo todo lo que se ve bueno y funcionando, acabando con los sitios decentes y prósperos. Salir de noche es una locura por la inseguridad, mirando como prolifera el crimen ante la ausencia de policías que son usados como escoltas y vigilantes de los funcionarios del régimen. Así que, le recomendamos a quienes piensen venir del interior o exterior que reflexionen profundamente de cómo deben estar preparados para su estancia. Breves encargos les haremos, cómprense su chaleco anti-balas y casco, es primordial, si viajan en un automóvil y ven motorizados sospechosos a sus alrededores deben tirarse al suelo inmediatamente, procuren no asomar las narices después de la 6 de la tarde y por último como la morgue se la pasa congestionada y los interfectos le causan largas molestias a sus enterradores, deben traer sus papeles en regla incluyendo una partida de defunción pro-forma. Lamentablemente no les podemos decir ¡Salud! sino adelantarles nuestro más profundo dolor a los familiares y amigos en caso de alcanzarles la muerte.
Lo más asombroso es que la ciudad capital se va descontextualizando, con los cambios de nombres introducidos por la “revolución” como lo es el archiconocido Calvario hoy trocada su identidad por una designación de poca membrecía para los caraqueños. Los rostros funestos se hacen presentes hasta en los grafitis pagados por el oficialismo. Caracas dejó de ser Caracas, otrora capital inspiración de pintores, poetas y escritores. Su urbanismo cada vez más abigarrado la desdibuja de nuestras mentes y para las nuevas generación debe ser borrascosa, tanto así, viendo como la amabilidad proverbial del citadino ha desparecido y fue sustituida por las impertinencias de los maleantes, que a diario hacen de las suyas en este noble y singular espacio que una vez fuera el “Hato San Francisco,” y aposento de los Tarmas y otras tribus aborígenes, quienes disfrutaron de su fecunda naturaleza. Hoy muere en un llanto, en un solo dolor producto de la inseguridad con más difuntos que vivos regodeándose en sus espacios libres e inseguros. Caracas es otra, evidentemente diferente a la que conocimos y en este momento se desvanece tras su fundación entre julio y agosto de 1567.