Opinión Nacional

Cambio de paradigma

Está planteado un cambio de paradigma en Venezuela: el fin del segundo milenio de la era cristiana exige que revisemos los errores y asumamos el desafío de reconstruir el país y el Estado sobre nuevas bases, que nos permitan construir cimientos firmes para lanzarnos hacia el pleno desarrollo con sentido de lo humano.

¿Cuáles son los hechos?: La pobreza ha crecido al insólito nivel de 86%. Este porcentaje incluye miles de casos de indigencia total. La economía nacional está en recesión y existe una pavorosa inflación. El déficit fiscal es cada vez mayor y más difícil de dominar. El Estado se ha visto sometido a presiones económicas difíciles de solventar: el modelo populista ha sacrificado cientos de millones de dólares en subsidiar un sistema insostenible y costosísimo.

Las crisis: De una parte, las crisis social e institucional pican y se extienden. La educación pública está por el suelo; la calidad de la enseñanza se ha deteriorado a tal punto, que nos hace difícil competir en el mundo globalizado. La criminalidad ha cambiado de cara: la autojusticia y el sicariato se manifiestan a diario en los barrios (la gente acude cada vez menos a las instituciones policiales y judiciales), la violencia cotidiana y doméstica se expresan a niveles extremos. La cultura de la cárcel se ha extendido dramáticamente y se observan signos de intolerancia y ruptura del contrato social que han modificado el proverbial buen carácter del venezolano.

Deseo de cambios: De otra parte, existe en el país un deseo vehemente de cambio de paradigma. La exigencia nacional es la erradicación del populismo y el cese del Estado clientelar que arruinó las arcas públicas e impidió la creación de riquezas, base fundamental de la justicia social. La sociedad también necesita cambiar por medio del trabajo intenso, sostenido y creativo. Urge revisar las bases del contrato social, sobre todo en materia de solidaridad, cohesión y unidad nacional en torno a un propósito común. La educación es la clave para solucionar esto.

Economía mundial: La economía mundial también está en crisis. La experiencia de los países hasta hace poco llamados socialistas es más que elocuente: la economía de Estado se derrumbó en el mundo entero. Por eso se está en la búsqueda de un modelo que sea exitoso, que respete y garantice los derechos individuales y sociales, en equilibrio con los derechos económicos y la propiedad privada centrada en el lucro: la creación de riquezas es la única base para que ésta pueda distribuirse con equidad.

La globalización: El planeta Tierra dejó de ser plano; su redondez es ahora un acontecimiento que se ha tornado personal y que lacera los sentidos con brillantez inusitada. La globalización es un hecho cierto, notorio, irreversible e indetenible. La comunidad internacional se dirige, cada vez con mayor resolución, hacia el libre intercambio de bienes y servicios, acicateada por la instantaneidad de los hechos. Los medios de comunicación masiva hacen mundial lo local, y universal lo individual. En definitiva, la integración del mundo como un todo se va imponiendo cada vez con más fuerza.

Globalidad y Estado Constitucional: Venezuela no puede estar aislada de ese proceso. Por el contrario, debe afrontarlo con mayores bríos, por lo que resulta imperativo asirse al impulso de los cambios y fluir en ese espíritu planetario buscando el cauce de lo razonable y justo, conforme a las reglas del derecho y la preservación y garantía de los derechos humanos. Por eso, es necesario que en la próxima Constitución que regirá la vida de todos los habitantes del país y de las generaciones futuras, se integren, en combinación equilibrada, la noción de libertad del mercado y la noción del Estado Constitucional de Derecho.

Economía de mercado: La más reciente tendencia de las reformas constitucionales en el mundo se enmarca dentro de las nociones de la economía de mercado y el Estado Constitucional. La Europa destruida por la II Guerra Mundial logró en menos de 50 años volver a ser un polo de riquezas, igualdad y libertad, con altos grados de bienestar social y calidad de vida. Los países de la Cortina de Hierro iniciaron la misma ruta en los años 90. Es posible que en unos 20 años sean un nuevo bloque de prosperidad y excelente calidad de vida. Todo ello se ha venido realizando de la mano de la noción de seguridad jurídica, que es la base fundamental del florecimiento del ser humano y del respeto a su dignidad esencial mediante la optimización de la calidad de vida y la generación de riquezas, empleo y tributos.

Invertir en Venezuela: La mejor inversión en Venezuela será la que se vincule más estrechamente con el proceso de redefinición de las reglas del juego. Por eso, es aconsejable apostar favorablemente a la construcción del nuevo marco de referencias que definirá cómo serán las relaciones jurídicas entre los venezolanos y quienes han decidido arriesgar sus capitales en procura del lucro legítimo, base de la producción de riquezas.

Seguridad jurídica: Debe brindarse seguridad jurídica a la sociedad y a los agentes de la economía. Para ello, hay que recoger las enseñanzas de otros países y superar los errores, desatinos y vicios del pasado. Hay que recordar que la certeza jurídica se basa en el establecimiento y respeto de reglas claras y posibles de cumplir, para lo cual es necesario un clima de entendimiento entre los diferentes componentes de la Nación. Adicionalmente, debe haber un garante de la ley y la justicia: los jueces, que deben ser respetables y respetados para que puedan arbitrar eficientemente los conflictos humanos y de intereses que les toca decidir.

COPP y reforma judicial: Uno de los aspectos de mayor importancia para el restablecimiento de la confianza en el país es la reforma judicial que se ha iniciado con el COPP y la promulgación de las leyes de reforma judicial y de las leyes penales. El respeto y garantía de los derechos humanos es la fuente de sustentación de una economía próspera, creciente y sólida que aspira a la felicidad social. No puede olvidarse que el garante de los derechos y árbitro de los conflictos de intereses y derechos es el juez. Por eso es necesario atender con propiedad y firmeza el proceso de cambio de paradigma procesal penal que ya se inició, e impulsar la depuración del componente humano que se ha emprendido con las leyes de reforma judicial ya aprobadas y en fase de aplicación.

Derechos Humanos: Otro de los aspectos de gran interés para los inversionistas son los derechos humanos, fuente originaria y justificante del Estado. Por eso el clamor de la sociedad para que se enfaticen el respeto y garantía de los derechos fundamentales de las personas, tanto físicas como morales.

Conclusiones: Para finalizar, hay que desearle éxito a las nuevas autoridades. Su triunfo o fracaso en la conducción de la economía será el nuestro. Lo mismo digo de la reforma social y estructural que debemos acometer. Nuestros votos son para que el cambio de paradigma se conduzca en paz, conforme a derecho y conscientes de que los ojos del mundo están centrados en Venezuela; todos deseamos seguridad en un clima de libertad. El ejemplo que dimos en 1811 al crear la primera nación soberana e independiente de la dominación colonial de América Latina, mediante una Constitución escrita, es lo que debe animarnos a invertir en esta nueva fase histórica de la Nación. Hay que apostar a favor del cambio de paradigma.

* Socio de la Firma Internacional de Abogados Baker & McKenzie
e-mail: [email protected]

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