Opinión Nacional

Cambiar la suerte perversa

Las recientes declaraciones del mismo uniformado que una vez, en una  manifestación estudiantil se “lució” frente a Venezuela, ahora mandamás en el Core 5, Benavides, a pesar de esperar cualquier cosa porque ya nada nos sorprende, conmocionan el agobiado ánimo. Dice que no se tomen en cuenta los delincuentes en la lista de muertos porque su destino es “bajo tierra”. O sea. No se vale que le hagan eso al gobierno que no ha pegado una en seguridad: que le achaquen los  delincuentes. O sea, si  a una familia esperando el autobús dos motorizados los balean y el padre, herido de muerte logra , antes de fallecer como sus dos hijos y su mujer, acabar con uno de los asesinos, en la reseña debe haber, según Benavides, sólo cuatro muertos. El otro hay que borrarlo, nunca existió. Un testigo declara que uno huyó dejando herido a su cómplice. La policía saca la cuenta: cinco. Pero se reportan cuatro. Reclaman los deudos del borrado. Es su hijo, su hermano, su padre. Tiene deudos.

Uno de esos muchachos que según otro ministro se hizo “delincuente” en los otros gobiernos. En otro lado de este país que ya no sabe qué esperar de esta mente que ordena directa o subliminalmente todos los desatinos, el que ha puesto una estrella más a la bandera esperando que se le diera lo del “estado agregado” con Cuba, volteando la cabeza del caballo, rebautizando la capital hidalga, profanado los restos del Libertador, cerrando Radio Caracas, que ha fracturado los valores de la familia venezolana, acusado a Colombia de una guerra que nunca ocurrió, ese mismo, compendio de todos los horrores , de todos los atropellos y violaciones a la Constitución,

proponía sustituir a la Virgen de Coromoto, hasta ahora patrona de Venezuela, por el Santo Cristo que acababa de ver en  la Grita. Es el mismo cinismo, el mismo irrespeto. No ve mas allá de su intención inmediata sin importarle sentimientos, tradiciones, nada. La irresponsabilidad de un modelaje inescrupuloso que es uno de los más canallescos legados para el espíritu venezolano.

 Ya no podemos justificarnos con la inmadurez política porque esto no es una lucha puramente ideológica. Es y ha sido siempre una lucha de principios. Se trata de que lo usted le enseñó a su hijo que era malo ayer y es bueno hoy, porque lo dice un hombre obsesionado con el poder, enfermizo. Esta ha sido una dura lección y si no hemos aprendido nada de ella, esto que vivimos será nuestro destino. Sólo nosotros, los que llevamos a Hugo Chávez allí desde donde todo lo puede pero todo lo hace mal, podemos cambiar esta suerte perversa, levantar esta alma  pesarosa, remover dentro de las cenizas y lágrimas impuestas por la barbarie, la llama viva y creadora de la Venezuela del mañana.

Quedan días apenas para  el 26!

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