Buscando un palo donde ahorcarse
1.-
Ya no se trata de andar echando simientes e invirtiendo en el futuro. El presidente de la república se dejó de eso. O fue obligado a dejarlo, para ser más exactos. Pues el 2 de diciembre le asestaron la estocada final a su delirante proyecto. Lo que resta son despojos. No se trata de encender los motores del gigantesco Airbus que le sirve de alfombra mágica y pasearse por el mundo incitando a la revolución mundial, al levantamiento contra el imperio y a la organización de la gran cruzada por la construcción del planeta de la felicidad. Ese proyecto yace hecho añicos. Ni modo.
Evo, su aliado privilegiado, se ve reducido a un Superpuma prestado, incluidos gastos de gasolina y mantenimiento, con tripulación y todo ese que acaba de caerse en las sierras de Bolivia llevándose los cadáveres de excelentes oficiales venezolanos que nada tenían que andar jorungando en el altiplano librándose de un accidente mortal en el último minuto, asediado por las regiones ya autonómicas y a punto de ser defenestrado. Correa luce desangelado, así pretenda seguir las huellas de nuestra constituyente. Y Daniel Ortega debe capear el chaparrón que le descarga Álvaro Uribe por prestarse de correveidile de las FARC. Pringando de paso a un Hugo Chávez que deberá explicar qué hacen en territorio venezolano los miembros del secretariado Iván Márquez y Rodrigo Granda, trasladados desde Caracas hasta Managua en una aeronave de Petróleos de Venezuela S.A. Y qué hacía él en la probable reunión sostenida a tres bandas en la capital nicaragüense. Alcahuetería terrorista de la más cuestionable especie.
Por si tantas malas nuevas no bastaran, su aliada argentina se ve acorralada por las fuerzas vivas de su nación y puesta en cuarentena por su propio vicepresidente, Julio Cobos. Conociendo la maestría con que los argentinos pueden desbancar tres o cuatro presidentes en una semana, es imaginable la zozobra con que duerme la Sra. Kirchner. Ya nada será como antes. En su caso, como en el de Evo, llegados a la presidencia de sus respetivas repúblicas mediante el expediente del golpismo seudo constitucional de cocaleros, indigenistas y piqueteros, cabe aplicar la conseja de que el crimen no paga.
La situación internacional no puede ser menos halagüeña para la cruzada bolivariana. Mientras penden sobre la cabeza del teniente coronel los casos del maletín y las revelaciones de Raúl Reyes, Álvaro Uribe sella un pacto de control de daños con Lula da Silva. El buhonero de los grandes capitales brasileños prefiere abrazar al aguerrido hombre fuerte de Colombia, que atarse el tobillo al bloque de cemento que parece hundir a las profundidades a su ex financista de campaña.
En cuanto al inmediato futuro electoral, la situación es compleja, delicada y nada promisoria. ¿Tiempos de aventuras?
2.-
De manera que los viajes presidenciales no pretenden abrir surcos a su revolución, como diría Discépolo ya fané y descangayada. Pretenden ver manera de neutralizar a tanto enemigo, cubrirse las espaldas ante los Estados Unidos, salvar lo poco salvable que quedaba de esas viejas alianzas y exhibir el único poder de que aún dispone, así comience a menguar peligrosamente: ofrecer dinero, comprar baratijas y asegurar, si no activas alianzas, por lo menos discretas neutralidades.
A eso ha ido a Rusia y a Bielorusia. A regalar su faja petrolífera, a donar sus yacimientos de gas, a comprometer aún más nuestra soberanía energética y nuestra independencia. Comprando de paso cuanta parafernalia bélica le sea ofrecida. Una agencia rusa habló inicialmente de treinta mil millones de dólares. Y para que el paquete surtiera el efecto deseado – atar a Putin a sus delirios vitalicios – , puso a sus pies un mapa de este cuero seco llamado Venezuela.
Leyendo las últimas informaciones de la ex agencia de noticias soviética Novosni, ambas extravagancias no lucen inventadas por los periodistas que cubrían los eventos. Hay suficientes pruebas en contrario, así Izarrita corra a desmentirlo. ¿Cuántos millardos de dólares podría costar en el mediano y largo plazo tal cantidad de submarinos, aviones de combate, helicópteros, tanques de guerra, cañones y un complejo sistema de defensa antiaérea de misiles rusos S-300, según expertos vendedores rusos capaces de proteger nuestros pozos y refinerías y el territorio venezolano contra una supuesta agresión de los Estados Unidos?
Chávez no piensa en grande cuando de su país se trata. No es un Rómulo Betancourt. Ni siquiera un Guzmán Blanco. Para qué decir Bolívar o Páez, Castro o Gómez. Chávez carece de un auténtico amor por su patria, enfermo de megalomanía y de narcisismo como está. Chávez piensa en nuestro país como en el bastión personal de su autocracia. Y pretende asegurarla convirtiéndola en un fortín que le garantice vivir hasta el día de su muerte blindado en su despacho como un Fidel Castro, un Rafael Leonidas Trujillo, un Anastasio Somoza o un Duvalier.
Guzmán Blanco pretendía convertir su Caracas natal en un Paris del Caribe, dotarla de un Capitolio, un Teatro Municipal y un Calvario. Gómez la convirtió en su hacienda personal. Pacificada como un gran sepulcro. Y Pérez Jiménez en una vertiginosa metrópoli de mármol y cemento digna del siglo XX. Chávez la quisiera convertida en un gigantesco cuartel rodeada de basurales. Dotada no de escuelas sino de casamatas. No de hospitales sino de refugios antiaéreos. No de universidades, sino de búnkeres.
Ese, no otro es el sueño de Hugo Chávez. terminar convertido en un desaforado déspota solitario, sin más compañía que una zarrapastrosa banda de asaltantes de camino, ladrones y corruptos de baja ralea. Cuyo conocimiento del mundo comienza en La Bombilla y termina en la Charneca. No tiene a su lado un solo intelectual de talla, como los tuvo Páez, como los tuvieron los Monagas, Guzmán Blanco, Castro, Gómez e incluso Pérez Jiménez. Vea a Cilia Flores y observe a quienes sesionan a su alrededor. Mario Silva brilla por su elocuencia. Ni un solo palo donde ahorcarse.
3.-
Esa es la triste y desesperante realidad que sufre al día de hoy el teniente coronel Hugo Rafael Chávez Frías, presidente de la república por la gracia de la irresponsabilidad colectiva de un pueblo que llegó a estar tan desorientado como para entregarle las llaves de la república. Si bien tras diez años de latrocinios y escatología política el abismo entre uno y otros se hace cada día mayor y más profundo. Chávez regresó al terciario cuartelero del que emergió polvoriento hace veinte años, mientras su pueblo ha comenzado a calzar las botas democráticas de siete leguas. Mientras él se quedó varado del lado del trasnocho y el delirio, nuestra sociedad civil apunta cada día más alto y más lejos. Ansía la democracia y la modernización. Aplaude a Álvaro Uribe y a Rodríguez Zapatero, al Rey Juan Carlos y a Angela Merkel. Por eso, sin quien le tienda una mano en Venezuela que no sea Izarrita o Arias Cárdenas, Rodríguez Araque o Diosdado Cabello, el capitán Rodríguez Chacín o Pedro Carreño, se ve en la triste e imperiosa obligación de montarse en su Airbus y airearse en el Kremlin o en el palacio de gobierno de Minsk. Que Fidel agoniza y ya no recibe. Mientras la Bachelet y Alan García le hacen el quite.
Busca desesperadamente un palo donde ahorcarse. Sus sátrapas no dan la talla. ¿Imaginarse a Chávez asilado en Oruro o en Cochabamba, en Pinar del Río o en Cienfuegos, en Managua o en Puerto Príncipe? De allí el desespero, la viajadera, la casa por la ventana. Anticipa su futuro, aparentemente inevitable. Los tiranos pasan, los pueblos quedan. Los déspotas desaparecen, las Naciones progresan. Chávez, el caudillo, no tiene espacio en nuestro futuro.
No hay caso. Así se aloje en el Jorge V y duerma en el Ritz, posea una fortaleza voladora con jacuzzi incluido y un futuro acolchado de cuentas corrientes, no le alquilo sus ganancias. El Poder y la Gloria tienen fecha en el calendario. Sólo la bienaventuranza es eterna. Y esa le será esquiva hasta en el momento de su muerte. Que descanse en paz.