Opinión Nacional

Boves, hora cero

Estamos ante Boves. Frente al cual no trepidó Bolívar en declarar la Guerra a Muerte. La misma que merece su revival. El resto es silencio.

Reivindica a Bolívar pero emula a Boves. Quisiera ser un nuevo Libertador, pero no es más que un depredador. Pretende libertar, y saquea. Vaya calaña la de este luchador por la independencia de Venezuela que la hunde en los espasmos de la guerra civil, la humillación, la pobreza y la esclavitud. Vivimos, qué duda cabe, la hora cero de la República.

No son sólo los fantasmas del 4 F que se levantan de sus tumbas y comienzan a asediarlo en Miraflores. Son los fantasmas de los bandidos, cuatreros y criminales huidos a los llanos que antecedieron la Independencia. Los vislumbra Humboldt en su horizonte, huidos de la ley y del orden, prontos a caerle a saco a los pueblos y ciudades. Son los espíritus de los forajidos sumados por Boves y Antoñanzas a la defensa de la monarquía. Es la misma monarquía, siempre al acecho de nuestros difíciles esfuerzos emancipatorios. Detrás de Chávez acechan los fantasmas autoritarios, represivos, dictatoriales, disgregadores de los peores caudillos y los peores monarcas.

Era tan previsible que a la hora de carecer de la manguangua petrolera se apropiaría de lo construido y fabricado por la democracia para tirárselo como un mendrugo a sus seguidores, que uno se admira de la tardanza de algunos opositores en comprender la naturaleza dictatorial y totalitaria del Boves reciclado. Eran aquellos que se alteraban cuando uno denunciaba la naturaleza “castro comunista” del chavismo. Para ellos, el concepto “castro comunismo” era parte de la monserga pro yanqui y ultraderechista de una oposición equivocada. Creían en el socialismo democrático del teniente coronel y sólo le criticaban su ineficacia. “Este no es un gobierno con afanes totalitarios” – sostenían. “No es más que un mal gobierno. No exageremos”.

Si todos los sectores democráticos del país, particularmente las dirigencias de los partidos, hubieran estado tan conscientes como lo estuvo el millón de venezolanos de la sociedad civil que fue a Miraflores a exigir su rectificación, incluso su salida del Poder el 11 de abril, Chávez se hubiera visto obligado a asumir las consecuencias de sus brutalidades y dejar el Poder. Las fuerzas armadas hubieran contado con una oposición unida. Y la democracia, ya entonces gravemente vulnerada, con un frente capaz de asumir entonces el Poder y relanzar el país por la senda de la paz, la prosperidad, la modernidad y el progreso.

Debe doler haber cometido tantos errores. Debe doler haberse opuesto a la suma de voluntades democráticas y no haberse enfrentado al crimen que se anidaba en Miraflores anteponiendo la salida del Boves del siglo XXI a toda otra espuria consideración. Duele comprobar que ilustres venezolanos corrieron a Washington para impedir que la Casa Blanca reconociera al gobierno provisional.          Y se sumaron a la barbarie denunciando “el golpe”. Duele haber escuchado que ante un gobierno “de la derecha venezolana” preferían a Hugo Chávez. Duele comprobar todavía hoy la existencia de rencores y porfías de lo que un día fuera la izquierda democrática.

Estamos ante Boves. Frente al cual no trepidó Bolívar en declarar la Guerra a Muerte. La misma que merece su revival. El resto es silencio.

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