Opinión Nacional

Beneficiemos la Res publica

Cuando Polybius llamó “juiciosa” a las porciones de monarquía, aristocracia y democracia, que en su opinión caracterizaron al Imperio Romano, debemos observar que el calificativo fue para la “mezcla” y nó para la forma de gobierno en sí (un imperio); sin embargo, no nos dió información sobre el peso específico o distribución porcentual de las tres formas de organización política que se combinaron en el imperio; el cual no fue destruído por los Visigodos, como creen algunos, sino por la corrupción, el despilfarro y la ineficiencia:

«Los griegos no hallaron una forma fácil para clasificar políticamente a Roma. El historiador griego Polybius, quien escribió las crónicas del ascenso de Roma, sugirió que su constitución tuvo tanto éxito porque fue una juiciosa mezcla de monarquía, aristocracia y democracia. Los romanos, un pueblo conservador y práctico, mostraron lo que ellos pensaban de tales abstracciones al referirse solamente a una no analizada “cosa pública” –res publica– y en consecuencia acuñaron una nueva palabra en política». (Encyclopaedia Britannica).

Los comunistas –y sus descendientes, los socialistas- cada vez que usaron el término imperialismo fue para referirse a sus archienemigos anglosajones, sin embargo, el sistema político que existió en la Unión Soviética entre 1917 y 1991; fue en efecto –a diferencia de la democracia aún prevaleciente en los Estados Unidos de América- un imperio no muy diferente al de los zares, que al igual que el romano, colapsó a causa de la corrupción, el despilfarro y la ineficiencia:

«En teoría, la Unión Soviética era una democracia, pero en la práctica era una tiranía oligárquica. Lenín y sus seguidores habían ganado el poder en el desórden de la Rusia revolucionaria porque ellos fueron más hábiles y más inescrupulosos que cualquier otro grupo. Ellos retuvieron e incrementaron su poder por la fuerza. Todas las instituciones del estado soviético fueron diseñadas para asegurar un absoluto poder para el partido, y ningún método fue desdeñado en la consecución de este objetivo; desde las hambrunas masivas hasta la supresión de obras de arte. Hasta los logros económicos y militares del régimen eran secundarios a este propósito. Su institución más característica, después del partido, era la policía secreta.

El modelo soviético tuvo muchos imitadores. El estrictamente disciplinado partido revolucionario de Lenín, cuya única moralidad fue la absoluta obediencia al líder, fue un ejemplo particularmente atractivo para aquellos intentos de tomar el poder en un mundo caotizado por dos guerras mundiales. Benito Mussolini de Italia modeló su Partido Facista a imagen de los Leninistas; Adolfo Hitler de Alemania copió a Mussolini, y Mao Zedong condujo un movimiento comunista en China. Los tres hombres lograron el poder, del que abusaron criminalmente, en condiciones de colapso social y político parecidos a los que Lenín había explotado.

Joseph Stalin, sobrepasó a su maestro en construír su poder mediante la masificación del terror y la disciplina partidista. Después de la Segunda Guerra Mundial, Stalin fue capaz de extender el modelo soviético directamente hacia Europa Oriental. Sin embargo, después de su muerte en 1953 su imperio comenzó a estancarse en una crisis tras otra, nunca resolviendo su dilema básico: la dictadura del partido condenó a la Unión Soviética y a sus vasallos aliados a una permanente inestabilidad e ineficiencia. Al final, los regímenes comunistas de Europa central y oriental, se desintegraron, y en 1991 la misma Unión Soviética fue disuelta». (Enciclopaedia Britannica).

El contraste político a esta historia de absolutismos y de fracasos de la preeminencia sobre el individuo, de las invenciones humanas denominadas “Estado”, “Gobierno”, ó como lo llamaron los romanos, “Res publica”; es el modelo político adoptado por los fundadores de los Estados Unidos de América, quienes en 1787 redactaron una constitución –aún vigente- basada en los siguientes principios, expuestos anteriormente, en su Declaración de Independencia de 1776:

…Mantenemos que estas verdades son evidentes en sí mismas, que todos los hombres son creados iguales, que ellos han sido dotados por su Creador con ciertos derechos inalienables, que entre ellos se halla la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad. Que, para garantizar esos derechos, los gobiernos se instituyen entre los Hombres, que derivan sus justos poderes del consentimiento de los gobernados… [La preeminencia del individuo sobre la Res publica].

La supervivencia de la democracia estadounidense y la prosperidad de que disfrutan sus ciudadanos está directamente relacionada con esta preeminencia del individuo sobre el “Estado”. Algunas de las enmiendas hechas a la constitución americana así lo evidencian:

Primera Enmienda: El Congreso no podrá aprobar ninguna ley relacionada con el establecimiento de una religión, o la prohibición de su libre ejercicio; o que restrinja la libertad de expresión, o de prensa; o el derecho de la gente a reunirse pacíficamente, y a pedirle al gobierno que atienda sus reclamos.

Cuarta Enmienda: El derecho de la gente a estar seguros en sus personas, casas, papeles y efectos, contra búsquedas y aprehensiones no razonables, no debe ser violado, y ninguna orden judicial debe ser emitida sin causa probable, apoyada por un Juramento de Afirmación, y que no describa particularmente el lugar a ser inspeccionado y las personas o cosas a ser incautadas.

Quinta Enmienda: …ninguna propiedad privada debe ser tomada para uso público, sin justa compensación.

Novena Enmienda: La enumeración en la Constitución, de ciertos derechos, no debe ser entendida como la negación o el desprecio de otros retenidos por la gente.

Décima Enmienda: Los poderes no delegados a los Estados Unidos por la Constitución y que no sean prohibidos por ella a los estados, se reservan a los estados respectivamente, o a la gente.

La constitución americana fue redactada en 1787, y las enmiendas citadas arriba no fueron incluídas luego de aprobada, sino antes.

Muchos estados exigieron la inclusión de una Ley de Derechos Ciudadanos (Bill of Rights), y sólo después de que el Congreso propuso doce enmiendas y diez de ellas fueron ratificadas por los estados, fue que la más antigua constitución operativa del mundo, fue certificada el 15 de diciembre de 1791.

Cuando los 55 delegados de los 13 estados originales de USA se reunieron en Filadelfia para redactar la constitución americana, parece que se estaban olvidando de los principios de libertad y de la preeminencia del individuo sobre el “Estado” contenido en su Declaración de Independencia de 1776, y por ello, la constitución no fue ratificada por los estados, hasta que en ella se incluyeron claramente esos derechos.

Los venezolanos debemos usar la historia descrita arriba, para mirar bajo su luz a nuestra nación, una nación cuya democracia comenzó a renacer el 23 de enero de 1958 con el derrocamiento del último tirano militar.

Si lo hacemos, debemos reconocer que la constitución aprobada tres años después, en 1961, condenaba a Venezuela a la ineficiencia, al despilfarro y a la corrupción; porque en su estructura predominaba el “Estado” ó la “Res publica”. Preeminencia que como hemos visto hizo colapsar a los imperios, a las monarquías y a los estados absolutistas del pasado bastante reciente, en todo el mundo.

Y deberíamos enfurecernos al ver que el articulado de la nueva constitución de 1999, en vez de corregir los evidentes errores del pasado, lo que hace es retrocedernos –para no ir muy lejos- a 1917, a la fecha de la Revolución Bolchevique, al aumentar considerablemente la preeminencia del “Estado” sobre el individuo, y del poder ejecutivo nacional, sobre todos los demas poderes públicos tanto nacionales cómo estadales, municipales y parroquiales.

No hay ninguna duda de que para la supervivencia en el tiempo y el logro de la prosperidad de la Nación venezolana, necesitamos de un “Estado” fuerte y vigoroso; pero ese estado debe estar bajo el control de los individuos que conforman a la nación, y nó al revés como ha sido establecido en la constitución de 1999, donde los individuos están bajo el control del estado; porque esa constitución lo que establece, es un modelo político parecido a lo que observó Polybios, el historiador griego, sobre el Imperio Romano: “una mezcla de monarquía, aristocracia y democracia”.

Por ello, para recuperar nuestra libertad y nuestro futuro, debemos beneficiar a la Res publica, debemos conducirla al matadero, rehaciendo una constitución que nos asfixiará aún más que la de 1961, desperdiciando una vez más el talento natural de los individuos, ahogándolos en la maraña de disposiciones burocráticas que lo controlarán todo sin que los individuos podamos defendernos.

Para muestra, ya hemos tenido quince meses de desgobierno: una acumulación absurda de petrodólares, mientras se incrementa el cierre de empresas, el desempleo, la pobreza y la inseguridad, tanto personal cómo jurídica; con sus ya protuberantes casos de corrupción, despilfarro e ineficiencia.

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