Autoritarismo competitivo
En las ultimas semanas he estado escribiendo una serie de artículos para explicar el plan de los Castro de establecer un sistema político que les permita dominar a Hispanoamérica. Para hacerlo necesitan instalar en los países de la región regímenes comunistas controlados por ellos. Los jefes locales se eternizarían en el poder mediante elecciones hechas con un sistema electoral amañado que comprende varios tipos de fraude inauditables. El control general de esta operación se hace por medios electrónicos aunque también se usan métodos ilegales convencionales.
Algunos consideran que este tema es especulativo o de ciencia ficción, pero es muy real. Recientemente recibí un libro escrito por los estadounidenses Steven Levitsky y Lucan Way titulado «Autoritarismo Competitivo» que trata sobre el asunto. Según estos autores la idea de los gobiernos autoritarios contemporáneos es «establecer un régimen que violando los principios democráticos sea capaz de legitimarse electoralmente haciendo imposible que la oposición gane».
No he leído el libro, pero me informan que mi idea es similar a la que describen los intelectuales americanos. El fraude electoral organizado existe y no es un invento producto de una imaginación desbocada. En el futuro analizaré esa obra, pero antes debo finalizar el caso objeto de mi secuela de escritos. Retomaré el hilo donde dejé mi ultimo artículo.
La historia comienza en 1977 cuando el empresario Antonio Múgica crea Panavideo en Caracas. En 1979 empiezan vender e instalar sistemas de seguridad electrónica física utilizando CCTV y equipos de grabación de video. En 1998 cambian el nombre de Panavideo a Panagroup y establecen una sede en Boca Ratón, Florida previendo la posibilidad de hacer negocios con el nuevo gobierno.
Para entonces terminaba sus estudios de ingeniería Antonio Múgica hijo del fundador de Panagroup. Múgica integraba un grupo con Alfredo Anzola y Roger Piñate. Estos amigos de la infancia habían estudiado en el Liceo Emil Friedman en Los Campitos. Al graduarse los jóvenes decidieron unirse para desarrollar algunas ideas que tenían en materia de capta huellas e identificación biométrica. Sabían que el nuevo gobierno estaba interesado y empezaron a hacer contactos. Asesorados por su amigo Moisés Maionica registraron a una empresa de maletín llamada SMARTMATIC. Moisés tenia muy buenos contactos con políticos chavistas y por esta vía Anzola conoció a Delcy Rodríguez, la hermana de Jorge. Con estas palancas y sus habilidades tenían buenas posibilidades de negocios en las áreas de seguridad electrónica automática, identificación y elecciones.
Los nuevos empresarios pronto supieron que los contratos no sería inmediatos. Habría que esperar hasta que la Constituyente hiciera un trabajo preliminar. En diciembre de 1999 la nueva Constitución crea el CNE y en el 2000 se promulga la Ley Orgánica de Procedimientos Electorales elaborada en Miraflores con asesoría cubana. Esa ley estableció la base jurídica necesaria para meter por un tubo a las futuras elecciones. Esa amenaza a la democracia constituía una oportunidad de negocios. La idea original del régimen era instalar el sistema para las elecciones del 2006, pero el paro petrolero y el golpe del 2002 mas la presión de los partidarios del referéndum revocatorio los obligó a acelerar los planes.
En el 2003 la Sala Constitucional del TSJ recibió instrucciones para designar un nuevo CNE. A fin de evitar suspicacias de fraude, se decidió nombrar en agosto de ese año una directiva que luciera políticamente balanceada. Al efecto se designó al «independiente» Francisco Carrasquero para encabezarlo. En ese momento nadie reparó que este personaje había sido propuesto por Teodoro Petkoff. Carrasquero había sido el jefe de la campaña presidencial de Teodoro en el Zulia en 1988.
En ese CNE la oposición nombró a dos representantes: Ezequiel Zamora y Sobella Mejias. Por su parte el régimen propuso a Jorge Rodríguez y el ex fundador de la Liga Socialista Oscar Battaglini quien había sido gran amigo del padre de Jorge. Entre los suplentes había nombres interesantes. Tibisai Lucena la pupila de Jorge ahora era la suplente de Carrasquero. El general Santeliz seguía controlando el REP que son las joyas de la corona del CNE. Para rematar la faena el ingeniero de sistemas Leonardo Hernández, hermano de Socorro Hernández, fue designado gerente de Informática del organismo.
La guinda de la torta fue la designación de Teodoro Petkoff como miembro del Consejo de Participación Política junto con el comunista Guillermo García Ponce. Como se puede apreciar el CNE no era precisamente un dechado de imparcialidad. El resultado de este «barajo» fue un CNE dirigido por 5 rectores que terminaron votando siempre 3 a 2 a favor del gobierno. Este resultado amañado fue fríamente calculado para controlar el CNE a favor del régimen.
El hombre clave en ese CNE era Jorge Rodríguez. El no era el presidente, pero era el que mandaba. Antes de ocupar cargo había sido entrenado en los vericuetos legales en materia electoral y en asuntos técnicos generales en materia de sistemas de redes de computación. Sin ser un experto en elecciones, software, hardware, ni en telemática, Jorge con unos cursillos se convirtió en una autoridad al lado de los otros rectores. Al concluir su entrenamiento recibió instrucciones para iniciar la búsqueda de una empresa de sistemas capaz de ensamblar el sistema que reemplazaría a INDRA. Esa orden política de orden estratégico era a la vez una estupenda oportunidad de negocios. La primera aproximación fue a INDRA, pero esa empresa como era de esperar rechazo las condiciones.
Para entonces ya había entrado en contacto de manera informal con el joven Alfredo Anzola de SMARTMATIC. El requerimiento clave era que el software a usar debía ser diseñado independientemente por una empresa filial de SMARTMATIC pero controlada por el gobierno. Anzola luego de chequear con sus socios manifestó que no había problemas. Con esa información en mano se alertó a SMARMATIC que se preparara para una licitación .
En octubre de 2003 Jorge Rodríguez y Leonardo Hernández viajan a los EEUU. El propósito era exigir a la empresa Election Systems and Software (ES&S), subcontratista de INDRA, que liberara al CNE para integrar al sistema el software que consideraran conveniente. Entretanto Oscar Battaglini, el antiguo guerrillero fue encargado de coordinar los detalles del presupuesto necesario para la compra del nuevo sistema electoral. Al regresar Leonardo Hernández fue encargado de preparar las especificaciones del nuevo sistema con técnicos de informática de PDVSA. Los lineamientos técnicos básicos para el sistema parecían provenir del presidente Chávez, pero no era lógico. Presuntamente esos requerimientos provenían de un equipo controlado por Ramiro Valdés en la Universidad de Ciencias Informáticas de La Habana. Allí estaba la ponzoña. Con Ramiro el autoritarismo competitivo llegó a Venezuela