Opinión Nacional

Atrapados y sin salida por Colombia…

La relación malsana con este país hay que buscarla en la empresa quijotesca de Simón Bolívar, este mantuano en su delirio de grandeza hizo de sus sueños desastres; que como tales se le revirtieron en muerte y asesinatos de quienes eran mejor que él, caso de Antonio José de Sucre y la pobreza franciscana de un Rafael Urdaneta. El Bolívar de carne y hueso con esa payasada de la Gran Colombia, el guerrero con su ejército llegó a Bogotá con una tropa desaforada y como tal debían ser expulsados; cosa que hizo primero entre las sombras José Obando y luego estratégicamente Santander.

La triste realidad de tamaña sandez fue la mutilación del territorio patrio a favor de los colombianos; pero la rapiña proseguiría. La cancillería del Palacio de Nariño trabajó muy bien, al punto que junto con el Brasil y Chile, tiene uno de los mejores centros de geopolítica. Conservadores y liberales sabían que había que mellar la conciencia en la región del Zulia y el Táchira; también asomarse por el Apure y sus alrededores. La complicidad del nativo ha sido evidente, no se olvide que los ganaderos de Perija contratan a sicarios colombianos a la caída del Pérez Jiménez, para que maten a yupas y baris, en el afán de aquellos de acrecentar sus tierras. En el caso de Táchira, esos gochos no finalizan de internalizar la nacionalidad; he dicho que el hecho de haber tenido como presidentes de la nación a Carlos Andrés Pérez y Ramón J. Velásquez, ya son indicios más que suficientes para ver como esa parte de Venezuela hay que darle una terapia del garrote; donde por ironías llegaron los dictadores que supuestamente integraron el país. El único que se salva, al parecer, es el aludido Pérez Jiménez, quien tuvo los testículos y tranqueó a los colombianos en los Monjes; en otro escenario el borracho de Jaime Lusinchi tampoco se le aguó el guarapo con el incidente del Caldas. Pero tenía que llegar la destrucción nacional con el heredero de Maisanta, el auto titulado Reencarnación de los supuestos Libertadores; el hombre del Por Ahora se dio a la tarea de abrirle la puerta, es decir, la frontera a los colombianos so pretexto de los desplazados por el conflicto de guerra en ese país.

Los guerrilleros colombianos felices entonces hacen el agosto en la subregión de Perija del Estado Zulia, donde manipulan a los aborígenes yupas y baris, junto con la complicidad de una intelectualidad de izquierda claramente identificada; por el lado de los llanos venezolanos unos apátridas con aquello del Ejercito de Liberación Bolivariana, hacen camuflaje a favor del narcotráfico y sus amigos los guerrilleros colombianos; mientras en el Zulia y el Táchira, Manuel Rosales y ahora el Gobernador Vivas, se presume a todo dar que le dieron entrada por mecanismos varios a los parasicarios colombianos. No se olvide que el Manolo, en el caso del Estado Zulia, tuvo como asesor de frontera al terrorista López Sisco durante su gestión de gobernador de la entidad federal.

Sin resortes morales el mandatario nacional Por ahora llama a la guerra; dice que el suelo patrio no será tocado por el imperialismo norteamericano, sin que nombre al imperialismo ruso y chino, con los cuales él negocia; o bien que todavía dependemos de la factura petrolera que nos compran los calificados malditos yanquis por él. Pan y circo después de haber dilapidado los recursos provenientes del petróleo; búsqueda de un enemigo exterior falso, estrategia del populista. La realidad es que nuestro enemigo son los colombianos y éstos vivos y no perezosos desde hace tiempo se armaron, tienen experiencia militar y de paso firman un tratado militar con los norteamericanos; en tanto que desde hace cincuenta años la entrada solapada de colombianos al territorio nacional, fue una táctica de conservadores y liberales de ese país; así se tiene que no hay instancia privada y pública patria donde de modo directo o indirecto esos ciudadanos ejerzan poder. El venezolano vive una cultura colombiana, expresada en su música, vestimenta, comida, vallenato y pare usted de contar; que junto a la inexistencia de un conocimiento cierto en geografía e historia, enlazado con una querencia real y efectiva, en sí, una identidad nacional, da como corolario un país vencido en todos sus frentes, a más de tener el enemigo en el territorio nacional.

En el caso del Estado Zulia, Maracaibo, da tristeza ver a estos bocones maracuchos bebiendo y bailando como unos locos vallenato; mientras el guerrero sin combate del presidente nacional llama a prepararnos para la guerra. La cultura colombiana en Maracaibo se expresa hasta en la segmentación social que en ese país existe; por un lado el blanco socarrón y que inteligente de antioqueños en sus centros comerciales lavando su dinero sucio con baratijas de todo tipo y usando el sicariato para imponer su ley, respaldado por policías regionales; quienes son un espectáculo verlos escoltando a tan nefastos personajes luego que éstos salen a medianoche de sus juergas en el Bingo ubicado en la calle Libertador; en contraste con los negros barranquilleros sirviéndoles de caleteros y revendedores de todo toda su basura, sin que el nativo abra los ojos; al contrario se deleita como ayer se deleitaron con Aníbal Velásquez, el drogadicto del cacique de la Junta y ahora con un tal Celedón. Para que guerrear señor presidente, aquí no hay cojones: somos una colonia colombiana, no norteamericana.

Si verdaderamente se quiere ganar la guerra, se debe comenzar por vencer al enemigo primero: Al venezolano indiferente, ganado para la cultura de la viveza y de la jodedera, novelero televisivo, que no le importa vender hasta su madre contar que no le quiten su fiesta. Pueblo envilecido, sólo te salvarías con un terror de disciplina en Miraflores.

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