Atolrac al
Por supuesto que no se trata de un error del linotipista, raza por lo demás extinguida, ni de las impertinencias con que suele sorprendernos la computadora a los que nos iniciamos en su uso en edad ya tardía; es simplemente una manera de expresar que el concurso sobre La Carlota convocado por la OPPE y cuyo veredicto se dio a conocer hace escasos días terminó como empezó: patas arriba. Por ahora no se hará referencia a la arquitectura, que quien escribe aún no ha podido conocer más que a través de pobres imágenes de prensa y, de paso, amenazada ya de reciclaje: se trata de la concepción misma del concurso.
Un primer aspecto tiene que ver con el hecho de que, a contramano de prácticas que hoy son universales, el gobierno de la «participación protagónica» lo convoca casi en secreto, sin siquiera un simulacro de consulta pública, lo que probablemente explica también la magra participación: apenas 19 concursantes pese a la atrayente recompensa crematística, un premio de medio millón más un contrato multimillonario para el desarrollo del proyecto. Y para ahondar en las «contradicciones en el seno del pueblo»: ¿quién era que decía que ser rico es malo?
Pero ese mismo socialismo criollo, que no reniega de sus antecedentes rusos o chinos, ni siquiera albaneses, avanza en La Carlota «a paso de vencedores» sin tener no ya un plan para la ciudad, ni siquiera para el sector en que se pretende enclavar el Recinto Ferial, al extremo que no sabemos si por fin se mantiene o no la pista de Fórmula 1 (la de aterrizaje ni se menciona), mientras que, sin que nadie lo desmienta, un profesor de la vecina universidad «armada» declara a los medios que, junto a sus estudiantes, está proyectando una Ciudad Universitaria en los mismos terrenos.
A nadie deberían sorprender estas incoherencias en un régimen que durante 14 años ha prescindido olímpicamente de los concursos, incluso para una obra tan emblemática de su gestión como el todavía no inaugurado Mausoleo. En cambio sí sorprende el sepulcral silencio, alrededor tanto de este concurso como del convocado el año pasado por la Alcaldía Metropolitana, que guardan las alcaldías municipales más directamente concernidas: Sucre, Chacao y Baruta. Y todavía hay algún colega que, pretendiendo estar au dessus de la mêlée, insiste -¿justificando el silencio?- en equiparar ambos concursos.
