Asalto al abismo
No hay que confundir derecho con poder. Y menos si el poder se ejerce de una forma arbitraria. En nombre de la seguridad nacional o la patria se acorrala al ciudadano y se pone en duda lo esencial de un sistema de libertades.
En el caso venezolano la criminalización de la disidencia política está asociada a una indisimulada obsesión de poder personal. La justicia es un parapeto hecho a la medida del oficialismo y la “nueva clase” boliburguesa.
Las mascaras salen al aire y constatamos horrorizados que el 80% de los cargos públicos está en manos de militares activos o retirados. La república civil bajo el asalto. Y no se trata de gerentes eficientes o sensibles servidores públicos en la mayoría de los casos, sino de obedientes subalternos bajo el signo de la incapacidad.
Principios y valores con los que hemos crecido asociados a la paz, la convivencia, la tolerancia, el dialogo, la alternabilidad y la democracia son pisoteados y repudiados bajo el estigma de poseer evidentes indicios contrarrevolucionarios. Dentro de la revolución todo, fuera de ella nada.
El pensamiento único se impone a través de una camisa de fuerza en contra de cualquier manifestación crítica o divergente al proyecto dictatorial en ciernes. Las expropiaciones a la propiedad privada y el cierre de medios de comunicación son medidas irreflexivas que denotan el agotamiento de ésta etapa de “democracia autoritaria o de libertades restringidas” para intentar abiertamente la imposición de un modelo represivo de corte militarista sin tapujos.
El régimen está quemando las naves sin saber a ciencia cierta si llegará a buen puerto. La desesperación y la improvisación se respiran en el ambiente. Ya no se hablan de elecciones ni reconciliaciones. Hay nerviosismo ante cualquier manifestación de protesta, que de paso, es un derecho amparado y consagrado, por la Constitución vigente.
El cisma social y político es alimentado irresponsablemente desde el poder fraguando las condiciones para un enfrentamiento de impredecibles consecuencias para todos los venezolanos. Aún estamos a tiempo de evitarlo.
DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE LUZ