Artículo Inoportuno e Impolítico
1.- Este artículo es inoportuno e impolítico.
El tipo de artículo que ningún opositor de la barbarie que es Chávez debería publicar a dos semanas de una elección crucial.
Un artículo que ni simpatiza ni ve con benevolencia al diputado Caldera ni encuentra atenuante alguno en su actuación. El motivo de ello está para mí muy claro: un diputado de oposición, un diputado de los muchos que el electorado llevó, contra viento y marea, a la Asamblea Nacional en 2010, ha andado en tratos con uno de los más caracterizados plutócratas del régimen. El diputado Caldera está allí con mi voto, y en vez de representarme, como denodadamente lo hacen María Corina o Carlos Berrizbeitia, se dedica a aceptar donaciones de gente impresentable, por decir lo menos.
Se espera de mí que, como elector, lo comprenda, lo ponga en perspectiva, lo tolere y no le asigne más importancia que a las atrocidades jurídicas y las innúmeras corruptelas del chavismo.
Otro diputado, un señor Quintero, de la misma bancada opositora, ha declarado galanamente, procurando exculpar a Caldera en tono que sugiere normalidad, que ha sido él mismo quien propició el inocente encuentro entre el voraz armador de buques tanqueros y el pretendidamente cándido joven diputado. Es decir, se ofrece como garante de la intrascendencia del encuentro.
No ha sido él, por cierto, el único político de oposición que ha restado gravedad a la odiosa revelación, sólo que otros, la mayoría, recurren al inaceptable relativismo de una comparación indulgente: «Los chavistas son muuuucho más corruptos, no nos volvamos locos; los chavistas son unos hipócritas, así que pongamos las cosas en su lugar: los chavistas tuercen el significado de una reunión en la que, en rigor, si a ver vamos, no estaba pasando nada ilegal. Si acaso hay algo que reprocharle al cabeza de bombillo de Caldera es su candidez en dejarse atraer a una maliciosa sesión de video, pero vamos a estar claros, en el video no se recoge ninguna ignominiosa compra de conciencia: Caldera no iba a saltar la talanquera: sólo estaba acopiando recursos económicos para su campaña electoral, algo, si se quiere, muy natural. Las cosas como son: Ruperti tiene cuentas por cobrarle a Pdvsa; esa es su verdadera motivación, no hay que armar esa alharaca por una donación, hay que tomarlo todo en su justa proporción: peor es Pudreval, caballo, peor es Amuay».
Pregúntese el lector qué habría pasado si el perspicaz Henrique Capriles, por quien votaré sin titubeos el próximo 7 de octubre, fiel a sus admirables instintos de servidor público imbuido de una integridad ejemplar, no se hubiese apresurado, de modo implacable y justiciero, en condenar sin esguinces lo que el infame video propala. Yo se lo diré: Caldera muy probablemente estaría todavía siendo vindicado con santurronas expresiones de solidaridad automática: «todo es un montaje», se nos diría. El colmo de esa maquinal socarronería la expresan aquellos de nosotros que opinan que Caldera, al cabo, no es más que un infeliz que desprevenidamente se dejó envainar por tan sólo 40 palos.
Se me dirá que, por una vez, un diputado ha dejado su curul a cargo de un suplente y se ha sometido con entereza al diluvio de escarnios que la bancada oficialista quiere hacer pasar por investigación, gesto que en absoluto debería despertar admiración moral pues es lo mínimo que se espera de un parlamentario opositor en estos tiempos de infamia. Con ello no mitiga lo más revulsivo y lo que, en lo personal, halllo más alarmante en todo este episodio y es el hecho de que, de no haberse revelado la inocente conversación ( en virtud , ciertamente, de una canallesca, desmañada e hipócrita maniobra de campaña sucia del chavismo), el candidato opositor a la alcaldía de Sucre estaría ya en el bolsillo de un particular que le allegó un dinero, poco o mucho.
2 Dicho de otro modo, para todo propósito municipal, Wilmer Ruperti sería más ciudadano del Municipio Sucre, más vecino de Sucre, tendría mejor asegurado su acceso al alcalde Caldera que cualquier otro mortal que, viviendo en el municipio, votase en abril venidero por un avilantado de flux y corbata que pretenden presentarnos apenas como un bisoño, un inexperto benjamín, un simplón aprendiz sorprendido en su buena fe por un emisario de quien encarna , como pocos, la más nauseabunda corrupción del régimen chavista.
No importa cuántos votos obtuviese en diciembre, ninguno de ellos valdría más que los Bs 40.000 con que il signor Ruperti manifestó su visto bueno a esa candidatura. Dejémonos de vainas, el votante común y corriente, el votante como usted y como yo, somos, al cabo, anónimos; el tipo que te arrima un paquetico lleno de billetes es alguien concreto, que te recibió en su casa, que te mandó a decir, ¡para colmo!, con otro diputado opositor que te quería «ayudar». ¿Cómo no responderle una llamada? Detengámonos, por último, en esto de lo emisarios. Basta que a un cristiano decente le digan: «Hay un tipo, muy próspero él, que te ha estado obervando, que simpatiza contigo y quiere ayudar al esfuerzo de campaña» para que sus neuroreceptores, a menos que se trate de una puta redomada, pregunten de parte de quién. «Ruperti, Wilmer Ruperti»: esas sonoras palabras, ancladas desde 2003 y para siempre jamás en lo más infame de la historia «financiera» del régimen más aborrecible que hayamos soportado no le dijeron nada al joven diputado. No lo indujeron siquiera a decir » caramba, Quintero, vamos a dejarlo de ese tamaño».
3 Hay un camino, pero ese camino debe conducir a la regeneración de la clase política; sólo así habrá valido la pena la admirable campaña que, contra todo pronóstico, en condiciones de tan indecible adversidad que habrían hecho desistir a un espíritu menos noble, ha cumplido Henrique Capriles Radonski con una entrega y valentía que todos los pueblos de Venezuela reconocen en él.
Releyendo, confirmo que este artículo es bastante impolítico y seguramente inoportuno. Se parece mucho a mí. Pero es mi modo de invitar a votar sin vacilación por Henrique Capriles el 7 de octubre.