Aristóbulo y Marx
Uno de los problemas que confronta el llamado socialismo del siglo XXI es la ignorancia. La influencia cubana está castrando el pensamiento de los ministros y jefes del gobierno. Recientemente, en el III Congreso Pedagógico Nacional «Hacia la consolidación del Sistema de Educación Bolivariana. Construyendo la Teoría Pedagógica Nacional», el profesor Aristóbulo Istúriz señaló “estoy politizando la educación y qué». Se trata de un acto de soberbia de alguien enceguecido por el poder. Si esto no fuese suficiente, luego afirmó: «El maestro venezolano ahora más que nunca necesita la política y la ideología”. Para completar su discurso, aseveró Aristóbulo: «Cada maestro tiene que estar casado con el modelo de república, y nuestra ideología política tiene como objetivo construir la ideología socialista del siglo XXI».
Ello está en perfecta armonía con el absurdo concepto de Estado docente, según el cual las definiciones programáticas y la formación de los docentes deben seguir las directrices del Estado, que en Venezuela equivale a decir las órdenes del Gobierno y de quien lo ejerce. Hay que imaginar a un maestro o profesor dictando cátedra sobre el socialismo en un sistema educativo primario y secundario cuyas prioridades deberían constituir el álgebra, los principios del cálculo, el castellano y la expresión oral y escrita. Por ello es que tenemos ministros que intentando establecer pautas de moderna pedagogía ignoran que en la doctrina del socialista más importante, Carlos Marx, ideología significa falsa conciencia. No Aristóbulo, el maestro venezolano no necesita ideología, requiere conocimientos amplios, de diferentes corrientes doctrinarias para que se forme su propio criterio. Apreciado, Aristóbulo voy a transcribir, tal vez para clarificar el asunto de la intervención del Estado en la educación, lo siguiente, escrito por Marx en la Crítica al Programa de Gotha, en 1875: “Eso de educación popular a cargo del Estado es absolutamente inadmisible. Una cosa es determinar, los recursos de las escuelas públicas, las condiciones de capacidad del personal docente, las materias de enseñanza (…) y otra cosa, completamente distinta, es nombrar al Estado educador del pueblo. Lejos de esto, lo que hay que hacer es sustraer la escuela de toda influencia por parte del Gobierno y de la iglesia”.
