Arias Cárdenas y la oposición
1. En nombre de la inconsecuencia
El lanzamiento de la candidatura presidencial de Francisco Arias Cárdenas ha estremecido el ambiente político nacional. Mucha gente que había perdido todo entusiasmo por la confrontación electoral del próximo 28 de mayo, porque veía como fácil ganador a Hugo Chávez o porque se había resignado al triunfo de éste sin ofrecer resistencia, se ha reanimado. El gobernador del Zulia aparece como un serio contendor del jefe del Estado. Desde la óptica de Chávez, que trata de convertir en bufones a los ministros, la pelea del 28-M ya no es entre Mike Tayson e Ignacito Arcaya, sino entre dos verdaderos heavy weight.
La candidatura de FAC. ha permitido poner de manifiesto el inmenso rechazo que existe en numerosos sectores del país, por los excesos y errores del Presidente de la República. También ha servido para quitarle a Chávez esa aureola de ícono intocable, de dios del Olimpo, que sus seguidores le colocaron. Quienes le han dado con una mandarria al pedestal donde sus alabarderos lo encaramaron, ya no son sus adversarios tradicionales, los viudos del puntofijismo, sino sus antiguos compañeros de aventura. Los que hicieron con él el juramento en el samán del Guere y luego se levantaron en armas el 4-F.
Sus propios camaradas ahora le reclaman su inconsecuencia con esa suerte de categoría metafísica que es “el proceso”. Resulta un enigma establecer qué significa “desviarse del proceso original”, tal como reclaman los comandantes que hoy cuestionan a Chávez. Pero lo cierto es que esa acusación ha fracturado al chavismo. Esa lesión no se cura entablillando el hueso. Lo que se ha producido es una amputación.
FAC no ha dicho hasta ahora nada nuevo ni original acerca de Chávez. Nada que no haya sido dicho hasta el cansancio por quienes adversan al Primer Mandatario desde sus tiempos de candidato presidencial. Sin embargo, el mérito de tales denuncias reside en que las acusaciones provienen de quienes contribuyeron a llevarlo a Miraflores. Y como ya se sabe que no hay peor cuña que la del propio palo, la astilla levantada por Arias Cárdenas es la que más duele.
2. ¿Por dónde se produjo la ruptura?
El sector que acompaña a FAC constituye una paradoja, pues es a la vez en extremo heterogéneo y homogéneo. Lo primero, porque allí se reúnen ultraizquierdistas como William Izarra, ultraderechistas como Francisco Visconti y socialcristianos centristas y pragmáticos como el propio Arias Cárdenas. Lo segundo, porque el grupo semilla, el núcleo primario, está conformado casi exclusivamente por militares retirados. Los civiles brillan por su ausencia, salvo Angela Zago –ex comandante guerrillera- y Jesús López, “La Lapa” –que tomó Venezolana de Televisión el 27 de noviembre de 1992, y que fue inmortalizado por el gran José Ignacio Cabrujas como “el hombre de la franela rosada”. A la rueda de prensa en la que FAC anunció su decisión de competir por la candidatura presidencial, no invitaron ni siquiera por cortesía a un civil. Tampoco ninguno de los candidatos que los tres comandantes postulan a las gobernaciones provienen del mundo civil. Las intenciones convergentes, plurales, amplias, de alcance nacional, que propone FAC no pasan de ser declaraciones vacías. Los primeros pasos del gobernador del Zulia revelan un militarismo aún más acentuado que el de Hugo Chávez, que al menos se ha rodeado de Luis Miquilena y José Vicente Rangel, quienes hasta ahora no se han puesto un uniforme militar ni siquiera en carnavales.
El entorno de FAC le plantea un enorme reto: superar el militarismo y el autoritarismo que le critica a Chjávez, teniendo en sus filas a personas que como Visconti e Izarra se proponen implantar modelos sociopolíticos aún más verticales y excluyentes que el adelantado por actual Jefe de Estado. Otro desafío importante es el lograr la uniformidad en medio de un grupo tan desigual política e ideológicamente. Entre Visconti e Izarra existen más o menos las misma coincidencias que pueden encontrarse entre el aceite y el vinagre. El primero, conspicuo representante de la derecha nacionalista con rasgos fascistoides. El segundo, pro democracia directa estilo la Revolución Cubana de comienzos de los 60. En el medio de esos extremos Arias Cárdenas, tratando de lograr el equilibrio que acumule la mayor fuerza posible. Tarea nada sencilla.
3. La situación de la oposición
Con el lanzamiento de Arias Cárdenas la oposición se ha enriquecido y hecho todavía más compleja. No hay duda de que FAC es un hombre aparentemente más ecuánime y racional que Hugo Chávez. Al frente de la gobernación del Zulia se ha anotado algunos logros importantes. Ha dejado una obra material que reconocen propios y extraños.
Estas virtudes que lo adornan no son suficientes para conferirle la representación de toda la oposición. FAC ha demostrado ser de un pragmatismo implacable. Apenas comenzando el 2000 declaró que no optaría por la presidencia de la República sino dentro de 12 años, una vez que su “hermano” Hugo Chávez dejara la jefatura del Estado. Apenas unos días, mejor dicho, horas antes de anunciar su candidatura, subrayó que su compromiso era con el pueblo zuliano, y que nada ni nadie lo haría abandonar esa plaza segura para su presente y su futuro. En un giro de 180 grado que sorprendió a numerosos de sus más cercanos colaboradores y a periodistas que suelen estar bien informados, Arias Cárdenas resolvió lanzarse. Probablemente sus declaraciones, más las de Yoel Acosta Chirinos y Jesús Urdaneta Hernández, fueron una treta bien urdida para crear el clima de incertidumbre y expectativa, que un buen político debe sembrar en torno a las decisiones más importantes que tiene que encarar. Rómulo Betancourt y Rafael Caldera fueron maestros en el arte de rodear de misterio sus pasos trascendentales. La otra razón del sigilo es que FAC debe haber explorado los apoyos económicos con los cuales podía contar. El dos veces gobernador del Zulia sabe que una campaña electoral es costosa, sobre todos cuando se lucha contra un hombre que es capaz de utilizar todos los resortes del poder para aplastar al enemigo. El compás de espera abierto por FAC le debe haber permitido constatar que obtendría suficientes recursos para realizar una campaña digna.
La aparición de FAC eleva el potencial de la oposición, pero de ningún modo puede decirse que él represente la visión de quienes creemos en la democracia, en la modernización del país, en el Estado de Derecho y en la necesidad de crecer económicamente en una atmósfera de justicia social. Junto a FAC hay personas que desprecian la democracia, que les estorba la disidencia, que se inclinan por el autoritarismo y por el estatismo en sus más variadas formas, que no sienten respeto por la propiedad privada, que ven la globalización como una confabulación del imperialismo norteamericano y de las cúpulas financieras internacionales. En fin, que representan el atraso y hasta la barbarie.
Para lograr acuerdos con Arias Cárdenas en el plano electoral y para conformar junto a él uno poderoso movimiento de oposición que desaloje del poder por la vía democrática a Hugo Chávez, es necesario que decante su movimiento. En su entorno existen demasiadas impurezas. Quienes lo apoyan encarnan una fuerza que por ahora sólo son una variante moderada del chavismo.
4. ¿Conviene apoyar a Arias Cárdenas en este momento?
El lanzamiento de Francisco Arias Cárdenas ha hecho que muchos sectores, especialmente intelectuales, salgan presurosos a apoyarlo. Ciertamente es preocupante el proceso de “nerotización” del Jefe del Estado (lo digo en el mismo sentido de lo que ocurrió con el emperador Nerón). En política la desesperación es mala consejera. Quienes creemos en un cambio democrático, modernizante y pacífico no tenemos por qué salir corriendo a avalar la candidatura del ex gobernador del Zulia. A éste tampoco le conviene que todos los factores que vieron en Henrique Salas Romer la única opción para impedir el triunfo de Chávez, se aglutinen desde ya en torno de él.
El proceso que ha empujado el nombre de FAC hacia la cúspide de la popularidad debe decantarse. Hay que esperar que se defina el perfil de su mensaje. Saber cuáles las propuestas programáticas que enuncia. Y, sobre todo, cuál es el comportamiento de ese entorno tan dispar y, a la vez, homogéneo que lo respalda. Resulta difícil entender cómo muchos de quienes se han opuesto al fatídico golpe del 4F, han denunciado las graves consecuencias que esa asonada tuvo para el país, y se han enfrentado al militarismo, hoy aplauden a quien -rodeado casi exclusivamente de militares retirados- se levanta contra Chávez enarbolando precisamente las “genuinas” banderas del 4F. Están contra el autoritarismo y no les importa que Francisco Visconti sea uno de los a láteres de FAC. ¿Quién entiende?
Hay que medir el impacto provocado por Arias Cárdenas. No hay que olvidar que el 25 de abril del 93, cuando Oswaldo Alvarez Paz le ganó a Eduardo Fernández la nominación de Copei, OAP aparecía como el seguro triunfador de las elecciones presidenciales de diciembre de ese año. Sin embargo, pocas semanas después su nombre se fue desvaneciendo hasta quedar sepultado por Rafael Caldera, un hombre que aparecía ido de la política luego de la enorme derrota que le había infringido Fernández en El Poliedro en la contienda interna del partido verde en 1987. Con FAC podría ocurrir otro tanto. No es deseable que ello suceda, pero la dinámica política se desenvuelve en un sentido tal, que muchas veces termina por excluir a factores que se veían vencedores. Conviene estar atento al desarrollo de su candidatura. Ver cómo se comportan frente a ella los sectores populares. Cuál es el grado de aceptación e implantación que logra alcanzar. Cómo reduce o elimina la alta dosis de militarismo que tiene. Qué dice acerca de cambiar en la palabra y en los hechos la ineptitud del gobierno de Chávez.
La otra razón importante para no salir en estampida a lanzarse en los brazos de FAC, es que no se le debe dar a Chávez el argumento de que ha surgido un nuevo frente antirrevolucionario. La restauración, como él la llama, a cuya cabeza se encuentra un Frijolito. Hay que evitar que el jefe de Miraflores manipule con su habitual maniqueísmo. La existencia en este momento de dos opciones opositoras, dos candidaturas, la de Arias Cárdenas y la de Claudio, reduce la posibilidad de que el comandante Chávez, experto en descalificar al adversario e incapaz de coexistir con el oponente, pueda hacer con la oposición un solo amasijo. A Chávez le interesa dividir a la nación en buenos y malos. En patriotas y realistas. En promotores del cambio y enemigos acérrimos de las transformaciones que favorecen a los pobres. La existencia de la alternativa de Claudio reduce la posibilidad de que Chávez pueda hacer este juego tramposo, pero que le ha proporcionado excelentes resultados electorales, pues compacta en un solo polo a quienes se sienten atraídos por los cambios, a los desencantados de los errores del pasado y a quienes tienen sed de venganza y demandan redención.
En este momento la diversidad de la oposición es real y necesaria. Se requiere e una genuina opción civil. El tiempo dirá cómo actuar si las circunstancias se modifican y la derrota de Chávez depende de un esfuerzo unitario final.