Opinión Nacional

Arias Cárdenas o la saga de las traiciones (y II)

Existe una pregunta acerca de los traidores: ¿cómo logran salvarse cuando quedan al descubierto? Miguel Ángel Campos*, a través de Casa León, proporciona la clave al precisar que “los hombres de circunstancia (…) se salvan todos los días a fuerza de halagos…”.

Fue la fórmula perfecta que encontró Francisco Arias Cárdenas para congraciarse con el Hugo Chávez presidente, después de haber perdido “Pancho” todos sus dados al apostar por la candidatura de Irene Sáez contra Chávez Frías en 1998.

Luego se apoyó en sus compañeros de armas, Joel Acosta Chirinos y Jesús Urdaneta Hernández para acercársele con una estrategia adulante y logró congraciarse exitosamente con su compañero de intentona golpista, convirtiéndose esta vez en militante del MBR-200, el partido del chavismo.

El reencuentro, el idilio, duró sólo 2 años, hasta el 2000, momento cuando Arias Cárdenas vio que podía optar por más poder: la Presidencia de la República, una especie de botín que significaba volver a traicionar a su supuesto amigo y compañero de armas en un escenario diferente al militar: la escena política.

También necesitaba usar el disfraz de tierna oveja para obtener el respaldo de una oposición que, para la fecha, carecía de un líder capaz de enfrentar a Chávez y creyó en la fabula de Arias.

Con mayor brutalidad cometió la traición otra vez contra Chávez al llamarlo cobarde, embustero comparándolo con lo más bajo: un animal, una gallina, en un video (1) que aún está en las redes de Internet. Incluso, se ufanó de pasar hasta la saciedad ese video como cuña de campaña porque en ese momento estaba vestido de candidato presidencial, disfrazado de líder de la oposición.

En su propósito de ganar el poder, “Pancho” Arias Cárdenas rompió la franela del MBR-200 para ponerse la vestimenta de diversos partidos a los cuales había convencido de que él era el hombre idóneo para ganarle a Chávez y más aún, que su distanciamiento era definitivo, irrevocable. “Mentira, mentira”, cantaba Héctor Lavoe.

Esta vez su acción era por partida doble porque el acto de traición comprendía, además, el engaño a la oposición, jugándose todas las cartas en su intento de alcanzar el máximo cargo político en Venezuela.

Perdió la elección presidencial y se sintió en el limbo político. Sin posibilidad alguna de retornar y disfrutar el poder de su ex amigo Hugo Chávez. Entonces Francisco Arias Cárdenas se montó en el Golpe de Abril del 2002 (2).

La prueba más fehaciente e irrefutable de su participación es que el 11 de abril estaba nada más y nada menos que en el Ministerio de la Defensa, el sitio central donde se desarrollaron los acontecimientos que condujeron a la salida abrupta de Chávez del poder.

Montado en la cresta de esa ola, los sucesos del 11 de abril, Arias acusó a Chávez de “ser jefe de esa banda de delincuentes”, de ser el responsable de la matanza, de “asesino” con “las manos manchadas de sangre» y tener una “mente enferma de poder”, intentando sacarle todo el provecho político al día del Golpe.

Arias Cárdenas compartía desde el día 9 hasta el 11 de abril con los oficiales militares y evidentemente la suya no era una visita de cortesía, ni para llevarle café y galletas, como intentó disculparse después con Chávez, quien supuestamente le creyó la mentira.

Ante el rotundo fracaso del Golpe de Abril, de nuevo comenzó a buscar otras vías para ganarle a Chávez y pensó que la clave idónea descansaba en el referéndum revocatorio presidencial, bajo la idea que el Presidente estaba muy golpeado políticamente por los sucesos de abril.

Coqueteó con partidos y dirigentes de la oposición tratando de formar una gran organización apoyada en su liderazgo, al punto de que en un momento dado estuvo a punto de crear un movimiento político con Antonio Ledezma y El Cura Calderón (3).

Pero mejor no. Desconfió de las demás organizaciones y constituyó un partido, Unión, dedicándose con ahínco al referendo revocatorio en el entendido de que Chávez mordería el polvo en el 2004, momento indicado para salir del “tronante enloquecido”, como lo llamó en el 2000 en la campaña presidencial. La gran ocasión, por vía electoral de despedir sin retorno a Chávez, hecho sobre el cual estaba totalmente seguro que le abriría a él, a “Pancho” Arias, el camino hacia Miraflores, en una especie de “quítate tú pa’ poneme yo”.

Incluso, su audacia lo condujo a escribir un libro (oh, oh…ahora Arias es escritor): “Emergencia democrática. La Democracia es el único sistema para consolidar la unión” (4) en el cual textualmente dice: “Terminamos por sentirnos ridículos con los besos de despedida de nuestro Presidente al jefe cubano”, “El chavismo significa la destrucción” y “Estoy absolutamente seguro de que Rincón no mintió a los venezolanos cuando afirmó su renuncia; claro que el 11A renunció muy asustado”, agregándole nuevos elementos probatorios a la tesis de que efectivamente estaba metido hasta los tuétanos en el Golpe de Estado de Abril.

Además, también ratifica el carácter asesino de Chávez al escribir: “El Presidente dice que no es capaz de matar, pero facilita las cosas para que se den. El hecho de tener a los pistoleros de Puente Llaguno, armados para esperar a la gente que viene en la marcha, es mandar a matar”. “Mandar a matar por conservar el poder, una persona como él, le parece que es función de justicia para los más altos”.

Después del triunfo de Chávez en el referendo revocatorio presidencial del 2004, el camino de la redención y el perdón de su compañero del 4F fue una tarea titánica, larga y difícil aún para un hombre sin escrúpulos como Arias.

Descolocado con la derrota en el revocatorio, lanzó en el 2004 su candidatura para la gobernación el estado Zulia, quedando lejos, en tercer lugar.

Entonces volvió a hacerlo. Sagaz y sibilino, recurrió a la traición, esta vez a la oposición, sin importar la gente de su partido Unión, sus graves acusaciones contra Hugo Chávez y su libro del 2003 en el cual las ratificaba y profundizaba.

Con la cabeza gacha, en el 2005 expresó su apoyo a Chávez bajo la sola justificación de que había cometido errores y éste lo perdonó un año después, en el 2006 bajándolo del pedestal de líder de la oposición y conspirador a funcionario medio de su gobierno.

En su traición y retorno a los pies de Chávez, hizo el mismo recorrido de cuando dejó a Chávez a su compañero de armas en prisión para irse él, indultado y libre, al gobierno del presidente Rafael Caldera, al aceptar la dirección del Pami.

Recuerdo que una vez en el aeropuerto La Chinita me tropecé con Arias y su gente (Julio Reyes, Margarita Anzola y otros). Alguien le comentó que yo escribía acerca de sus reuniones clandestinas con Chávez y el Pancho se mofó negándolo con esa sonrisa de cínico que sólo les queda bien a los cínicos.

Al poco tiempo vino la confirmación de su designación como embajador ante la Organización de Naciones Unidas, cargo asignado para irle bajando poco a poco la tensión a la dirigencia y militancia del partido a fin de convertirlo posteriormente, en el 2010, en jefe político del Psuv en el Zulia y hoy día candidato a la gobernación.

Francisco Arias Cárdenas escribió en su libro: “el tiempo va dándonos la razón en lo que decimos”. Total y absolutamente cierto. Conducta y palabras, palabras y conducta, demuestran la existencia de un hombre de las mil caras y exactamente dibujan el rostro del más puro traidor. Y en el Zulia lo conocen perfectamente todos, oficialistas y no oficialistas.

@exequiades

* La Fe de los Traidores, del escritor y sociólogo Miguel Ángel Campos.

1.- www.youtube.com   “El hoy chavista Arias Cárdenas llama asesino a Chávez durante hechos del 11 de abril del 2002”.

2.- Arias Cárdenas, el Traidor. Por: Zacarías Krasuk en http://www.aporrea.org/actualidad/a20606.html

3.-El Nacional, 9 de agosto del 2000.Pag. D- 3 ARIAS NO DESCARTA CONFORMAR MOVIMIENTO CON LEDEZMA.

4.- “Emergencia democrática. La Democracia es el único sistema para consolidar la unión”. Libro  de Francisco Arias Cárdenas. Año 2003.

 

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