Arias Cárdenas o la saga de las traiciones (I)
En La Fe de los Traidores, el escritor y sociólogo Miguel Ángel Campos profundiza en el personaje Casa León*, antihéroe quien representa, evidentemente, los antivalores de una sociedad, en este caso del siglo pasado.
Campos describe con atinada precisión a una especie de Judas del poder, a ese hombre que actúa en la oscuridad, en el mundo de la intriga y la alevosía, capaz de moverse entre dos aguas – mansas y encrespadas -y cuya figura existe en carne y hueso a lo largo de la historia venezolana.
Ese personajillo irrumpe especialmente en nuestros días, en pleno siglo XXI, y logra solaparse, difuminarse en el momento preciso después de ejecutar la traición.
Escribe Campos: (…) “Casa León, el hombre que traspasa épocas y se mueve con éxito en los escenarios de cualquier gobierno, que sobrevive al lado de conservadores y liberales, godos y republicanos. (…) Es el representante cabal de un acuerdo que avanza en la sociedad más allá de los pactos, es la expresión de unos valores pervertidos desde el momento mismo en que el orden societario nace vulnerado.
En la actualidad, ese vivo retrato es Francisco Arias Cárdenas, un militar de finales del siglo XX cuya vida política se desenvuelve en el siglo XXI, personaje capaz de actuar con impunidad y desparpajo, de moverse con soltura entre dos bandos políticos en pugna, entre el denominado chavismo y las fuerzas democráticas de la oposición, como hizo Casa León en su momento con los conservadores y liberales; los godos y republicanos.
Arias representa el arte de la traición. Y nada menos que en el mundo político donde la palabra, acompañada de la conducta, constituye el gran compromiso.
Sin distinción alguna es capaz de vender a Hugo Chávez y a la oposición, como ya lo hizo anteriormente, sobre todo a su compañero del Ejército, del Golpe y de la prisión.
De acuerdo a la historia reciente cumple con su oscuro propósito sin miramientos ni rubor, según su conveniencia y el momento. Basta observar sus primeros pasos en el mundo del poder y la política: Irrumpió en el Golpe de Estado de 1992 con los denominados COMACATE (oficiales), quienes juraron en el Samán de Güere permanecer unidos, solidarios, en pro de alcanzar sus ideales.
Pero muy pronto, en prisión, cambió de opinión cuando aceptó la oferta del gobierno de Rafael Caldera de ir a dirigir el PAMI, programa de distribución de leche desde donde saltó a la política.
Constituyó la primera traición a su grupo de compañeros, encabezados por Hugo Chávez, quienes decidieron mantenerse firmes en sus convicciones de no ceder a la primera oferta.
Arias no. No resistió la tentación y de la cárcel de Yare salió con un cargo gubernamental en un gobierno cuestionado por él y los COMACATES y de ahí saltó a la política, escenario donde se apoyó en el fervor que la gente le profesaba en ese momento a los golpistas del 4F para ganar en el ’93 la gobernación del Zulia.
Es decir, indirectamente contó en el respaldo político de Chávez y sus compañeros de armas, quienes gozaban del aprecio de las mayorías, incluida mucha gente que hoy lo adversa políticamente.
Se evidenció, entonces, que de traidor militar, saltó a su nueva faceta: el traidor político.
*Novela del maestro Mario Briceño Iragorry “Casa León y su tiempo”.
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