Arias Cárdenas, ¿candidato de quién?
La candidatura presidencial del comandante Francisco Javier Arias Cárdenas, además de imprevista, responde tanto a una confluencia importante de factores como a una maraña de intereses que encontró en él, tal vez sin saberlo Arias, el brazo político de su estrategia. «Lo decidí en ese mismo momento, consciente de las posibilidades de triunfo», respondió Arias Cárdenas, cuando en una entrevista para el diario El Universal el periodista Roberto Giusti le preguntó acerca de su decisión a ser candidato presidencial. En realidad, la candidatura a Miraflores del ex Gobernador del Zulia, nació en medio de un laberinto de dimes y diretes que tuvo su primera manifestación en los enfrentamientos entre el ex director de la DISIP, el Tcnel Jesús Urdaneta Hernández, y el ex presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, y actual presidente de la Comisión Nacional Legislativa, Luis Manuel Miquilena.
Luego el entuerto se complejizó,. Nuevos actores políticos se sumaron a la confrontación inicial hasta convertirla en una guerra nacional de insultos y descalificaciones. A Urdaneta Hernández se unieron sus compañeros del 4 de febrero el todavía entonces Gobernador del Zulia Francisco Arias Cárdenas y el Tcnel. Joel Acosta Chirinos . Por su lado, el presidente del «Congresillo» encontró apoyo en Ignacio Quintana, quien pareciera haber sido designado como el «insultador oficial» del gobierno en contra de Arias. La aparente recompensa para Quintana fue ir de embajador al Vaticano; imagino que para confesar el posible pecado de la calumnia. En medio de la tormenta de insultos, curiosamente, resaltó la figura del Presidente Chávez; inicialmente por su silencio y luego, porque en una acción tácita de respaldo a Miquilena, apareció abrazado a éste en público. Así las cosas, se formó una suerte de extraña ecuación del insulto, la cual quedó más o menos así: a) Urdaneta-Miquilena; b) Urdaneta/Arias/Acosta – Miquilena/Quintana; y c) Urdaneta/Arias/Acosta – Miquilena/Quintana/el silencio de Chávez.
Finalmente, el resultado último de la confrontación fue la aparición de Arias Cárdenas como candidato presidencial, el nacimiento de una fuerza de oposición representativa de las expectativas del grupo de venezolanos que la aspiraban hacia mucho tiempo, y la fractura definitiva entre el Presidente y sus ex compañeros de armas. Aun cuando no se puede atribuir la decisión de Arias a lanzarse a un solo factor de influencia y estímulo, sin embargo uno de los elementos que pudo haber tenido un peso significativo fue la resonancia que los medios de comunicación social le dieron a lo que nació, a propósito de las contradicciones con Chávez, como una posibilidad aparentemente publicitaria.
En tal sentido, cabe destacar como el «por ahora» de Hugo Chávez no habría tenido repercusión alguna sin la difusión y protagonismo que los medios de comunicación le dieron en su oportunidad. Para ese momento, el del 4 de febrero de 1992, la sociedad venezolana en conjunto, reclamaba un cambio, una alternativa que sustituyera al proceso de descomposición al cual nos habían sometido los políticos tradicionales desde hace 41 años. Proceso que tuvo sus últimas expresiones en el corto gobierno de Carlos Andrés Pérez II, el interinato de Ramón J. Velásquez y el funesto segundo gobierno de Rafael Caldera. La situación era propicia para que impulsaran la idea de una nueva figura. Paulatinamente, el carisma de Chávez y el apoyo que recibió en la difusión de su imagen y discurso a través de las noticias y programas de opinión, confluyeron para que se creara un nuevo líder. De tal manera, el conocido «cuarto poder» transformó el panorama político venezolano al contribuir con la entrada en el mismo de un nuevo actor político de oposición efectiva a los partidos tradicionales.
Resulta curioso ver, como en el contexto actual la candidatura de Francisco Arias Cárdenas se asemeja en su nacimiento con la de Hugo Chávez Frías. Más curioso todavía resulta encontrar nuevamente a los medios de comunicación jugando un papel fundamental en la construcción del panorama político nacional y en el curso de la historia venezolana. Si bien, en un momento dado, el Presidente Chávez representó una alternativa para un sector importante de la sociedad nacional, pareciera que su primer año de gobierno, signado por la catástrofe económica, el conflicto permanente y la inducción de un curso político a la medida de sus necesidades y aspiraciones hegemónicas, han empezado a cambiar la matriz de opinión que existía a su favor. Igualmente, pareciera no ser casual que la candidatura de Arias Cárdenas, impulsada por los medios de comunicación, apareciera en un momento en el cual, además de la decepción ante el «chavismo», pese sobre la prensa venezolana una censura constitucional (legal) conocida como información Veraz. Las constantes declaraciones de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) acerca de la violación que el gobierno de Hugo Chávez está haciendo a la libertad de expresión parecen encajar en una nueva ecuación, que sin ser la del insulto antes citada, podría quedar más o menos así: Chávez + información veraz = descontento de los medios + impulso de alguna alternativa (Arias).
Si bien es cierto, desde el comienzo de la presidencia de Chávez los medios se prestaron para dejar fluir una oposición modesta a través de artículos de opinión y el presidente no aplicó censuras directas por esto, resulta válido pensar que ese no era necesariamente un estatus permanente. Eventos como la salida de Teodoro Pekoff del diario El Mundo y la de Carlos Blanco de la revista Primicia por presiones políticas, producen sin duda estado de alerta.
Ante el poco atractivo que las candidaturas de Antonio Ledezma y Claudio Fermín representaban para la sociedad venezolana, dada su vinculación con el pasado político reciente del país, el nombre de Arias Cárdenas se pudo haber planteado como un personaje parecido a lo que los medios interpretaban en las necesidades de la sociedad como el ideal de la oposición al gobierno nacional. Las pretensiones hegemónicas del presidente Chávez y la ausencia de una oposición efectiva que hiciera un contrapeso real a estas aspiraciones pudo haber contribuido a esta política de impulso de un antihéroe que los medios de comunicación adelantaron. Cabe destacar, que durante los enfrentamientos entre el primer mandatario nacional y sus ahora ex compañeros de armas, siempre éste fue tácitamente colocado en la posición de «villano» y los tres comandantes en la de «chicos buenos». Por otra parte, resulta conveniente no perder de vista las «vueltas» que dieron los medios a una posible candidatura presidencial de Pekoff. Entonces fortalecido por su papel opositor en El Mundo, Pekoff se asomaba como una alternativa cuando Arias todavía no era noticia presidencial. Finalmente, cuando Ledezma hizo su amague hacia Miraflores, algunos medios sacaron titulares de «aleluya» por el aparente surgimiento de una oposición.
«No soy el candidato de los medios de comunicación, ni de los ricos, ni de los resentidos», dijo Arias Cárdenas al inscribir su candidatura presidencial ante el Consejo Nacional Electoral el día 15 de marzo, tratando de desvincularse de los clichés iniciales que tomará seguramente su candidatura. Sin embargo, a Arias sería bueno recordarle la condición de actores importantes que tanto los medios como la opinión pública cobraron a partir de mediados del siglo XIX, a través de un viejo adagio que dice: «medios de comunicación social que ladran, si muerden».