“Apuntes para una definición”.
De Julio Alvarado, revolucionario dominicano.
“A Fernando Peña y Narciso Isa Conde, ejemplos de constancia, resistencia y coraje en las luchas del pueblo dominicano”.
Un comunista es un conspirador empedernido
provocador profesional,
un virus de pasión en las tramas mañaneras y nocturnas,
compitiendo con el sol sus cataclismos de bondades,
arañando con rabia de ternura la tierra nueva que profesa,
trayendo leñas al convite
construyendo peces de la sal
preñando vientos, alimentándose de orquídeas
como haciendo el amor en la intemperie
o amasando la ternura para dar un pan sin gorgojos
Un comunista es un impertinente
un bicho raro en el banquete de las oligarquías
un vómito perfecto en la lujuria del Mercado,
tranquilo malabarista que evade la muerte
Prófugo
Mendigo
Arrabalero
enciclopedista del amor
con las uñas tan largas -que esconde-
como un lobo tierno que afila sus garras contra la maldad.
Un comunista es un rabioso,
sin resentimiento ni envidias,
que combate sus luchas como si defendiera
su última hija de un cacique de pueblo.
Un comunista es un clandestino,
que sale y pone el pecho todos los días
en la plaza pública,
en el cuartel más cercano,
frente al vecino necio,
contra el colmillo de la indiferencia:
sabiendo que su fortaleza
es su razón y no el músculo sin verbo.
No es un fantasma pero mete miedo al yugo,
impertinente,
mal educado,
altanero tan humilde como una franela sin mangas.
Quienes lo endemonian lo culpan de sus debilidades…
un comunista tiene un conflicto perenne con Dios
sabiéndose mortal,
pluscuamperfecto que busca buscando
la raíz cuadro del presente,
su radical constante,
su interminable resolución por un paraíso
aquí en la tierra.