Aprenda a ser un líder gobiernero
El gobiernismo necesita urgentemente de líderes. Por culpa de tanto repetir que tenían un solo y único líder, y de practicar hasta el cansancio el culto enfermizo a la personalidad del jefe, ahora que necesitan relevo sienten una indigencia preocupante. Para colmo, el único y máximo líder se cansó de decir que todos los males que nos aquejan no son responsabilidad de él, sino culpa de los incapaces que lo rodeaban, o sea, los mismos que hoy gobiernan en su nombre. Como una contribución con aquellos aspirantes a ser vistos como líderes del gobiernismo, en su urgente necesidad de que los consideren como tales, vayan aquí algunas reglas indispensables para merecer tan honroso título:
1) Nunca olvide que nada ni nadie es más grande que su comandante. Bueno, aquellos gobierneros que sean creyentes se les acepta decir que Dios es un poquito superior, pero no es conveniente repetirlo mucho, no vayan a acusarlos de no ser lo suficientemente leales al máximo y único.
2) Aprenda a ser incoherente. Pongamos algunas situaciones, sólo para que practique. Por ejemplo, usted puede insultar, pero tiene que ofenderse como virginal quinceañera si alguien le responde al insulto; las agresiones de los suyos son expresiones normales y democráticas, pero si los otros se defienden, hay que acusarlos por agresivos y violentos; recuerde y no se confunda: Posada Carriles es un criminal aborrecible por haber asesinado gente, pero el Chacal es un bondadoso patriota por hacer lo mismo; si antes había una misión norteamericana en Fuerte Tiuna, es una agresión a la soberanía, pero si ahora los cubanos se pasean por los cuarteles y hasta deciden desde Cuba lo que hay que hacer con el país, eso es una muestra de que ahora somos más libres e independientes; si su máximo-y-único dio un golpe militar, eso es un acto de tierno amor, pero si alguien piensa distinto a quien dio ese golpe, eso es un acto de asqueroso golpismo. Practique. No es fácil ni para nada lógico, pero líder gobiernero que no sea incoherente no existe.
3) Un buen gobiernero que no sea víctima imaginaria de un magnicidio, minicidio o cualquier clase de «cidio», no es de confiar. Usted tiene que decir que lo quieren matar. Diga que tiene pruebas, pero no las puede enseñar. Ponga cara de tragedia. Si no, ni usted mismo se lo va a creer.
4) No diga nunca donde vive, ni que carro usa, ni la marca de su reloj ni el precio de la ropa que carga puesta. Aunque sea mentira, hable siempre en plural: «nosotros los pobres….». Tranquilo, que algún gafo se lo creerá. Y si no, insúltelo.
5) La culpa siempre es de otro. Aquí usted puede escoger: el imperio, los gobiernos del siglo pasado, los medios, la oposición, lo que sea. Y si se le acaba el repertorio, pues acuse a la gente. La cultura del venezolano siempre sirve como excusa.
6) Tiene que hablar de amor, de que su corazón esta preñado de candor y a punto de reventar de tanta ternura. Si alguien le recuerda cómo cuadra eso con la tortura sostenida a los policías metropolitanos (9 años presos en calabozos y con apenas 20 días de sol), o con el caso Afiuni, insúltelo.
7) Si alguien le pregunta la hora, diga con orgullo: «es la hora que mi comandante quiere que sea.
8) Fidel es nuestro padre. Bolívar… bueno, también. Pero no olvide mencionar a Fidel.
9) Si el pueblo opina en algún momento como usted, el pueblo es sabio. Si el pueblo protesta o reclama, es porque está engañado.
10) Denuncie a aquellos que todavía repiten que la independencia fue el fruto de la lucha de Bolívar y de nuestros libertadores. Recuerde que fue el comandante.
11) Nunca elabore una frase sin incluir en ella las palabras mágicas: «imperialismo», «rancia», «oligarquía», «ultraderecha», «neoliberalismo», «conspiración», «cúpula», «mediático», «objetivos históricos»… Si usted no sabe qué significan estas palabras, no importa. Ponga cara de bravo y repítalas. El comandante lo hace y suenan bien. Además, sirven para llenar el espacio que deja ausente la falta de argumentación y de inteligencia.
12) Si por alguna razón no sabe qué responder ante cualquier pregunta, agreda o insulte. Siempre es preferible eso a pensar que la revolución no tiene respuestas.
13) Frases que debe repetir constantemente, cada vez que quiera lucir valiente y amenazante: «No se equivoquen», «no volverán»; «hay un plan desestabilizador», etc. Frases así lo harán sentirse como si fuera importante.
14) Nunca olvide: al pobre hay que mantenerlo pobre, pero dependiente. No se le ocurra darle oportunidad para que salga de la pobreza. Porque entonces la revolución corre el riesgo de que la gente aprenda a pararse sobre sus propios pies, y no tenga que depender más de usted. Y si no hay dependencia, no hay revolución.
Practique las lecciones anteriores. Sólo faltará su camioneta blindada y sus guardaespaldas, y ya estará convertido en todo un prócer gobiernero, para beneficio de usted y para desgracia de los venezolanos.