Apaciguamiento y diálogo
El libro de Miguel Ángel Martínez titulado Apaciguamiento debe promover un debate sobre las acciones realizadas por la oposición para impedir el avance del totalitarismo siglo XXI y aplicar correctivos que se consideren necesarios. El autor entiende apaciguamiento como “el soborno a un agresor, usualmente al costo de sacrificar principios”. Martínez postula que este término “quizá pueda usarse para designar la progresiva claudicación de las democracias liberales frente a los retos que imponen los regímenes que las contravienen o amenazan”. ¿Ha sido apaciguadora nuestra dirigencia y ello ha permitido al régimen las violaciones a la Constitución?
Otro tópico que amerita aclaración es el diálogo, entendido como una discusión en búsqueda de acuerdos pero sin ceder en los principios y valores. Equivocadamente algunos sostienen que no debe dialogarse con quienes mienten y violan las leyes. Sin embargo, el diálogo es imprescindible en una sociedad civilizada, ya que se requieren acuerdos mínimos para una sana convivencia. Somos firmes creyentes del diálogo, no así del apaciguamiento.
Enfrentar un régimen surgido de procesos electorales y que cuenta con apoyo popular no es sencillo, aún cuando esas elecciones no hayan sido transparentes y que no todos quienes votaron por el oficialismo lo hayan hecho voluntariamente. Por ello, criticar acciones tales como huelgas, marchas y abstención en las elecciones parlamentarias del 2005 y alabar solo la ruta electoral no tiene sentido, ya que hasta el presente todas las estrategias han fracasado. En el pasado ganamos gobernaciones y la Alcaldía Mayor y el régimen les quitó competencias. El 2D del 2007 rechazamos cambios en la Constitución pero el gobierno los impuso por Decreto. En el 2010 conquistamos más votos que el oficialismo, sin embargo obtuvimos menos diputados y estos están pintados en la pared. Recientemente nos apabullaron y solo obtuvimos tres gobernaciones. Desde luego tenemos que seguir votando, pero sin descartar protestas cívicas.
Hoy estamos ante la más grave violación a la Constitución como consecuencia de la ausencia del teniente coronel en el acto de juramentación de un nuevo período presidencial. Inaudita, aunque esperada, es la decisión del TSJ cuyos magistrados están arrodillados ante la llamada revolución, pero más inaudita es la posición apaciguadora de Henrique Capriles al declarar que Maduro ya no tiene excusas para no resolver los problemas del país. Hemos asomado que ante una próxima elección Capriles debería ser nuestro candidato, pero pareciera que no entiende que su discurso de diálogo y de inclusión no es incompatible con una posición dura frente a las violaciones de la Constitución. ¡Diálogo sí, apaciguamiento no!
Como en botica: Según sentencia del TSJ, si la recuperación del teniente coronel tarda seis años, Maduro podría gobernar ese período. Conatel atendió de inmediato la solicitud de Cabello de investigar a Globovisión. Rafael Ramírez, y Diego Molero necesitan ponerse de rodillas para justificar sus cargos. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!