Ante las elecciones del 3D
SI EL 4D NO SE HUBIERA IMPUESTO LA ABSTENCIÓN…
Cabe la pregunta acerca del estado en que se encontraría la oposición al día de hoy si los partidos políticos del viejo establecimiento no hubieran respetado la aplastante y mayoritaria decisión popular de no convalidar la comedia del 4D. Y hubieran caído bajo la seducción del desesperado y estridente canto de sirena de ir a como diera lugar a la degollina haciendo caso de quienes gritaban: ¿ABSTENCIÓN? ¡DESASTRE, DESASTRE!
Hagamos un ejercicio de imaginación política. La fracción parlamentaria constituida por los diputados de AD, PJ, Nuevo Tiempo, PV y COPEI no llegaría al 10% del foro. Rosales hubiera sufrido una derrota aplastante ante el desprecio de sus potenciales votantes zulianos, Julio Borges andaría arrastrando sus extremidades por los fantasmagóricos pasillos de su fracción parlamentaria y Henry Ramos no tendría cómo explicarle a la socialdemocracia internacional la improcedencia de aceptar al MVR como partido miembro de la Internacional Socialista. Todos ellos estarían hoy poco menos que en idéntica situación que Andrés Velásquez, William Ojeda, David de Lima o Carlos Melo: en la nada.
La presencia residual de una bancada totalmente divorciada de su electorado no serviría más que a los intereses de la autocracia reinante. La Asamblea luciría ante el mundo como una institución democrática con plenitud de derechos. El CNE hubiera salido fortalecido y Jorge Rodríguez tendría todo el derecho del mundo a capitalizar ese “triunfo” y echar por la borda cualquier argumento en su contra. Chávez podría exhibirse urbi et orbe escoltado por Maduro, Lara, Carreño, Ramos Allup y Carlos Ocaríz. La Nueva Izquierda tendría sólidos argumentos para justificar su tesis de que éste no es un régimen dictatorial sino, a lo sumo, un pésimo gobierno.
Cualquier alusión al fraude del 15 de agosto y a los fraudes consiguientes hubiera perdido toda legitimidad. Pues ante la masiva y aterradora ausencia del pueblo opositor en los comicios fantasmas del 4D – por lo menos un 95% de ciudadanía activa y militantemente antichavista, sin contar la ausencia de quienes siendo chavistas o indiferentes tampoco se presentaron a los centros electorales – Jorge Rodríguez hubiera podido abrirnos todas las urnas en el estadio olímpico.
En una palabra: el régimen hubiera salido tan fortalecido y los viejos partidos tan aniquilados, que esta misma asamblea con tan miserable representación opositora hubiera podido legislar un plebiscito presidencial o decretar la entronización del caudillo hasta cuando le hubiera dado su real gana. El divorcio entre los viejos partidos y el pueblo democrático hubiera sido irreversible, el voto hubiera perdido toda existencia real y las posibilidades para volver a armar una estrategia opositora hubieran desaparecido de la faz de Venezuela.
Así de simple. Para nuestra inmensa fortuna, la aplastante fortaleza de la sociedad civil, la valiente porfía de los sectores lúcidos de la oposición democrática que no dieron su brazo a torcer y la acción de pedagogía política de SÚMATE impidieron la catástrofe. Dieron vuelta la tortilla. Hoy la situación es completamente otra. El régimen retrocede a la defensiva.
UNA OPOSICIÓN ABSTENCIONISTA Y VICTORIOSA
Como Hugo Chávez lo señalara con su aguda percepción política en el foro que celebrara con su nomenklatura en Fuerte Tiuna, el 12 y 13 de noviembre de 2004: “una abstención del 90% sería una catástrofe para nuestra revolución”. Lo fue. Cuantos medios legales e ilegales puso en acción desde entonces para arroparse con Rosales, Borges y Ramos Allup, arrasar entre la ciudadanía opositora y fortalecer su presencia electoral entre sus bases con los mayores dispendios públicos y la retahíla de cadenas mediáticas más arrolladores en la historia de Venezuela no pudieron impedir la catástrofe: su poderío se desinfló como un globo. Sus amenazantes diez millones de votos se encogieron hasta poco más de dos: su único y verdadero respaldo. Ese, ningún otro fue EL DESASTRE del 4D.
El resultado ha conducido a una situación que es la antípoda de la que estuviéramos viviendo de no haberse impuesto la abstención del 4D: la Asamblea es un aquelarre de mediocridad sin medida, una opereta bananera. El CNE muestras sus entrañas purulentas y el hedor que despide es de tal magnitud, que Jorge Rodríguez – principal responsable por sus crimines – ha perdido todo respaldo. Ha debido hacer mutis sin otras glorias que una escuálida y tenebrosa manifestación a las puertas del organismo. Él, que algún día llegó a considerarse el segundo hombre fuerte del régimen, tuvo que expresar todo su resentimiento por la paliza: “el cargo me importa un carajo”. Así paga Chávez a quien le debe su entronización: con una patada en el trasero.
Pero eso no es ni todo ni lo más grave. EL DESASTRE DEL 4D alcanza dimensiones tan escatológicas, que salpica a las bases mismas del régimen. La banda de los enanos, los robos de la judicatura, las comisiones de Chacón Escamillo, el defenestramiento de Velásquez Alvaray, la estafa tomatera, el central azucarero de Barinas, sin contar con los cientos y cientos de casos de corrupción que gangrenan las estructuras del chavismo han terminado por poner de manifiesto el estado prácticamente cataléptico en que se debate el Poder de Hugo Chávez Frías y la imposibilidad en que se encuentra de salir de este atolladero con un rumboso triunfo electoral en diciembre. El derrumbe del Viaducto y la amenaza de colapso inmediato de toda nuestra infraestructura vial; la putrefacción de los organismos de seguridad ciudadana, la crisis de gobernabilidad que nos afecta en todos los órdenes, han puesto al régimen en tres y dos.
Esta situación verdaderamente apocalíptica se expresa asimismo a nivel internacional. Las relaciones políticas y diplomáticas con los Estados Unidos no pueden descender más abajo del nivel cloacal en que las ha situado Hugo Chávez. Sin arriesgar daños irreparables a la existencia mismo de nuestro país.
Todo lo cual ha sido el resultado de la única estrategia de que puede hacer gala la oposición y que encontrara expresión en el manifiesto del Grupo 4 de Diciembre. ¿Qué hacer ahora?
ANTE LAS ELECCIONES DE DICIEMBRE
Se impone la necesidad de cerrar el hiato que existe entre la sociedad civil, que no sólo tiene perfectamente claro el panorama político que enfrenta sino que está adelantada en años luz a la conciencia de su eventual liderazgo, y ese liderazgo virtual que el país reclama. Se impone la necesidad de un nuevo liderazgo capaz de responder a los problemas existenciales del país. No a su problemática electoral, que es sólo una parte – y la más externa – del grave, del inmenso problema que vivimos. La pérdida de nuestra democracia, de nuestra república, de nuestra nación.
De allí la subordinación de los comicios del 3D a una pregunta de vida o muerte: ¿tienen por función legitimar de manera aviesa y fraudulenta la entronización de un déspota y darle piso institucional a una dictadura castro-comunista? ¿O serán una justa y legítima medición de fuerzas de dos bloques enfrentados dentro de un régimen de libertades democráticas, no importa quien resulte electo para dirigir el próximo período presidencial? ¿Constituyen un plebiscito que servirá al asesinato de nuestra agonizante democracia o un medio de recuperarla de las manos de quienes la ahorcan? ¿Se enfrentarán hombres o sistemas?
Esa es la cuestión crucial. Lo cual en absoluto pone en segundo plano el monstruoso desquiciamiento moral, económico, institucional que vivimos. La revolución bolivariana no es, en su cruda realidad, más que eso: la banda de los enanos, los ladrones de PDVSA, la entrega a Cuba de nuestra soberanía, las estafas de la familia real, la pérdida de nuestra libertad, la putrefacción de los cuerpos policiales, el entreguismo de la fuerza armada, las violaciones a los derechos humanos, la inmoralidad rampante de quienes detentan el poder, el enriquecimiento ilícito, el empobrecimiento general, etc., etc.,etc. Estos siete años de siete plagas suficientemente detalladas en el manifiesto EL 4D: UN MANDATO DEL PUEBLO A LA NACIÓN, único programa estratégico con que al día de hoy cuenta la oposición venezolana.
Por todo ello, no es posible participar en dichas elecciones si previamente no tenemos absoluta confianza en el CNE, no hemos hecho una auditoria y limpieza a fondo del registro Electoral Permanente, no nos basamos en el tradicional sistema manual vigente en todo el mundo y si no hemos asegurado la férrea unidad de la oposición tras un único e indiscutible líder, capaz de expresar al pueblo abstencionista y demostrar su voluntad de lucha contra las perversiones de la revolución chavista y enseñar el camino hacia el futuro: la recuperación de nuestra democracia y la construcción de una Venezuela moderna, justa, solidaria y progresista.
Más aún: la oposición no sólo debe contentarse con un CNE en toda regla y elecciones manuales. Debe exigir un pacto de entendimiento con quien se mida de parte del oficialismo para diseñar la Venezuela inmediatamente posterior al 3D. Una Venezuela decente, que respete vertical y horizontalmente la presencia de las fuerzas encontradas en dichos comicios, una Venezuela plural, democrática, institucionalizada.
No es posible participar en dichos comicios si de lo que se trata es de poner el cuello para que una parte del país degüelle a la otra parte. En cuestión no está quien o quienes representan a quién dentro de un organismo electoral. O qué candidato luce ganador. La cosa es infinitamente más grave: está en juego el país mismo. Aquí y ahora.
¿Elecciones el 3D? Sólo si se libran dentro de una normativa democrática, con las cartas sobre la mesa y un equilibrado y equitativo reparto de fuerzas. Cabe incluso la pregunta: ¿debe la oposición participar a plenitud en unos comicios dentro de un régimen que no tiene otro aval que esta asamblea ilegítima y espuria? ¿Sin división de poderes? ¿Sin libertad de expresión? ¿En donde la relación del uso de los medios es favorable al caudillo en una proporción de 20.000 a 1? ¿No será hora de ir convirtiendo todos estos temas en parte de una negociación electoral en toda regla?
Que Chávez se olvide de sus cadenas, de sus monstruosos abusos dictatoriales, de su grosería. O Chávez respeta al 83% del electorado que se negó a prestarse a su farsa o el 3D será la segunda batalla de una guerra a muerte por la reconquista de la democracia.
No hay otra alternativa.