Año nuevo, Asamblea nueva
Iniciando el 2011 hay que tener una actitud optimista. Es el momento en el cual se deben colocar en su respectivo lugar las dificultades y optar por la búsqueda de soluciones o identificar los caminos adecuados para lograr los objetivos personales, familiares y profesionales en el nuevo año. Hay personas y sociedades que están en situaciones más complejas, comprometidas, conflictivas y tratando de superar día a día las circunstancias. La vida trae grandes dosis de alegría pero también de tristeza, frustración e impotencia. Por eso es justo valorar aquello que se tiene, relativizar las dificultades y con valentía asumir las soluciones. Sea creyente o no, es un buen consejo asumir la vida con optimismo, sin olvidar nuestras realidades.
El sentido común indica que el año 2011 será conflictivo en la Venezuela revolucionaria. La política mal entendida por los sectores extremistas genera incertidumbre, desilusión y desánimo en una sociedad que cada vez menos vive la ilusión y la alegría por el año nuevo. Siento la impresión, espero que equivocada, que desde hace unos años la revolución nos robó a los venezolanos esa sensación de que Venezuela es la tierra de las oportunidades, de la alegría, de la lucha por los pobres, de la lucha política bien entendida en un contexto democrático.
Hoy la política en Venezuela no es una cuestión de defensa del bien común; es una religión fanática que obedece a sus líderes sin cuestionarlos. La oportunidad de los primeros años de la revolución bolivariana de convertirse en una herramienta para la defensa social y la consolidación democrática se ha esfumado. Entre un presidente que se jacta del poder otorgado por la renta petrolera y una Asamblea Nacional que ha hipotecado nuevamente el país, son pocas las opciones de cambio político. ¿Será la nueva Asamblea Nacional una alternativa?
Como ciudadano espero que los diputados sean visionarios. Las fuerzas políticas contrarías al gobierno deberían comprender que su obligación es hacer oposición, presentar alternativas, limitar el poder de la presidencia, demostrarle a la sociedad que una Venezuela diferente es posible, denunciar las debilidades de un gobierno atornillado al poder, crear puentes de diálogo con todos los sectores políticos del país, luchar contra la corrupción, exigirle al gobierno que gobierne para todos los venezolanos. Entender que hay una nueva realidad política; pero, que es posible volver a soñar con una Venezuela diferente.