Andar por Anzoátegui
“Andar por Anzoátegui” es el título pensado para la serie de relatos que
estoy escribiendo sobre las experiencias vivenciales en este Estado. Lo
político predomina en su esencia, sin dejar de considerar lo anecdótico como
elemento refrescante para hacer de la lectura un acto intelectual ligero y
placentero. La narrativa que hago y creo es mi vocación –frustrada
parcialmente por no dedicarme por entero a ello– se nutre en significativas
dimensiones de la política. Imposible en estos momentos pasar por alto los
acontecimientos que marcan el presente de la cotidianidad. Pariaguán,
Soledad, El Tigre, Anaco, Cantaura, Onoto, por ejemplo, cobran vida en
espacios alojadas en los recuerdos perdurables de una realidad mutable.
Volver a transitar sus calles y escuchar las experiencias de sus pobladores,
observar sus paisajes, analizar los conflictos, interpretar sus
expectativas, enriquece la capacidad de síntesis política. Mezclarse con las
ideas que nacen del talento popular es llenarse de energía vitalizadora.
Escuchar a los productores de yuca de Cantaura o a los militantes del PSUV
de Onoto es saber que la gente lucha por lo que cree. Renace la esperanza
del cambio revolucionario al convencernos que el pueblo de la base, de las
comunidades organizadas, de la brega imperecedera, tiene talento, produce
ideas, tiene inventiva.
Que sordos y hasta ciegos son las cúpulas que dirigen los aparatos
burocráticos –gobernaciones, alcaldías y demás instituciones del Estado–
que no escuchan a quienes saben más que ellos. Cómo es posible que esas
estructuras no hayan aceptado las sugerencias o propuestas vía proyectos de
transformación que ha creado el talento popular. Confiar en el pueblo es
engrandecer la labor de servicio público del burócrata. Aceptar y llevar a
la realidad esas propuestas que inciden en el pleno desarrollo del Estado
Anzoátegui es entender el significado del cambio estructural de la
revolución. Cuánto no hubiese crecido en proyectos trascendente para los
próximos 100 años de vida si se viabiliza la inventiva del pueblo. He tenido
en mis manos propuestas brillantes que hablan de la sustitución del trigo,
de la transformación de las tierras áridas en tierras fértiles, del
abastecimiento de agua del Orinoco a todos los Municipios que sufren de su
escasez, de la transformación de los derivados del petróleo, del
procesamiento de gas por medio de empresas de producción socialistas. Todos
presentados en su momento a una entidad de ese aparato cuarto-republicano
como lo es la estructura política y jurídica del Estado reformista vigente.
Pero todos esos proyectos, aunque pesan en sabiduría y elevación del nivel
de vida del pueblo, todos fueron rechazados. Los burócratas no escuchan al
sabio y talentoso hombre del pueblo porque no le creen y porque no saben que
es la revolución.
Pero esos proyectos aunque dormidos han quedado, están vivos. La voluntad de
la perseverancia del luchador para cambiar la gestión de mando pública los
hará realidad.
Qué bueno es para la vida proseguir en las andanzas por Anzoátegui. Eso nos
curte de conocimientos y nos madura la razón política.