Amuay: la expropiación de una tragedia
Por lo pronto, fue notable la ausencia de Chávez Frías en el mismísimo lugar de los hechos, delegando toda respuesta en los ministros y jerarcas del PSUV, cuyo lenguaje es tanto o más inflamable, debido a la desesperada cacería de brujas que ensayan, por no mencionar a los comentaristas tarifados del régimen que hacen méritos en cualquier ocasión.
Un amigo nos comentó la apreciación hecha por su hermano, bombero que no hace mucho viajó al exterior para realizar un curso específico sobre acontecimientos semejantes. Dijo, entre otras cosas, que no es necesario esperar al agotamiento del combustible en los “discos” comprometidos del complejo petroquímico, algo que puede ocurrir aproximadamente el 8 de Septiembre, porque hay productos como el llamado “triple f”, espuma sólo producida y comercializada por PDVSA, que logra sofocar el incendio, además del necesarísimo concurso de un personal debidamente entrenado que los hay como quizá no, en la Fuerza Armada.
Lo curioso de todo, concluimos, es que no hay una vocería bomberil en torno a los acontecimientos, como acaecía en décadas anteriores, asumiendo la natural responsabilidad de dar el parte técnico correspondiente. Pareciera que los hechos exclusivamente fuesen competencia de las altísimas autoridades nacionales, incluyendo las versiones definitivas de un evento que concierne a todos los venezolanos.
Siendo así, sobreimponiéndose los intereses políticos de Chávez Frías, quien se movió solamente para un acto militar en el sitio (visita justificada aunque insuficiente), no permitirán declaración alguna de las autoridades bomberiles u otros especialistas, por lo menos, hasta completar el libreto que les parezca más adecuado. Mora ésta que ya genera desconfianza, contrastando con la abierta y libre consulta de los que lógicamente se hicieron protagonistas de las viejas tragedias, al informar e interpretarlas como no puede hacer ningún comisario político en la actualidad.
Recordemos, el deslave del estado Vargas produjo un inmenso, sentido y legítimo movimiento de solidaridad nacional que, sumadas las donaciones también provenientes del exterior, llevó a Chávez Frías a secuestrar, confiscar o expropiar esa tragedia hasta para exhibirse ufano con el Príncipe de Asturias, chofereando un vehículo militar, por ejemplo. Preventivamente, intentando anestesiar la conmoción e indignación que provoca Amuay, lo reclama como un asunto propio e intransferible que lo fuerza a la militarización de los hechos y sus consecuencias: la tragedia tiene por única versión la que presidencialmente nos conceda.