Opinión Nacional

Amado hijo Simón

Invoco a la Providencia, a María, la Virgen, al amor que me han dado los míos que ya se fueron y el amor y la abnegación de quienes abiertos o en silencio de mí cuidan y bien me aman, para intentar mantener el equilibro que la razón demanda  y las verdades del corazón no estallen. 

Hace once años, por esos mismos tiempos, inició usted el esfuerzo mayor que, en la música, joven alguno en estas latitudes había hecho. Propuso usted convertir a Maracaibo en el centro del mundo, donde convergieran grandes maestros que han marcado huellas de manera indeleble en la cultura.  Eso ya era bueno, pero quiso usted que la ciudad, su ciudad, Maracaibo,  fuese el mundo en su centro para que muchos jóvenes  tuviesen acceso al magisterio artístico y académico de esos grandes maestros, dadas las circunstancias, la única  forma posible de poder alcanzar  sus enseñanzas. Tener acceso a ellas. Era, además, hacer de Maracaibo una referencia cultural que los ojos del mudo contemplaran y pudiesen tantos acercase a estas tierras,  vivir en ella la magia de la música y la inmensidad espiritual de su gente. También fue su esfuerzo orientado para que Maracaibo diera la vuelta al mundo y el mundo en todas partes viera de ella, de manera más amplia, más clara y más sencilla, que aquella que, con los méritos de  destacados científicos y buenos atletas, había logrado hacerla ver como el Faro académico y deportivo de Venezuela. El proyecto mayor se hizo verdad en una de sus propuestas: el FANM, de su más alta y exclusiva responsabilidad.

            No fue nunca sencillo.  El comienzo de las grandes obras  tiene los adversarios buenos, quiero decir quienes se conformaron siempre con lo que tuvieron y de allí se prohíben salir. A los otros, marcados por la envidia o la soberbia frustrados por cuanto pudieron hacer y no hicieron o cuanto queriéndolo, no pudieron. No menos fuerte  la incomprensión socializada del valor que el arte tiene,  la música primero,  para la vida. Sin música la vida  humana carece de ser y de existencia.  Trágica, la gigantesca enfermedad mortal  del Estado,  colmada de utilitarismo circunstancial, desconociendo que lo grande hecho de toda sociedad, de todo pueblo,  está en los logros de su arte y las conquistas de la ciencia.  Cada uno de estos obstáculos y dificultades fue usted venciendo por su tenacidad, sabiduría, conocimientos, llevando de aliados el amor de su mamá, durante tanto y todo el tiempo la   Mamá del Evento, la Dama,  por los celos en las atenciones, sacrificios, desvelos, y también por ser anfitriona de tantos jóvenes estudiantes y maestros. Y el mundo de su gracia, sus flores, su perfume, su mesa, es más tierno, más dulce, más comprensivo y más bueno para que no pesasen las distancias y amargasen las ausencias. De sus hermanos y hermanas cada uno brindando cuanto apoyo se tiene al sueño del hermano, según cada uno puede hacerlo en cada espacio suyo, viviendo en lejanía o cercanía, reconociendo la entrega de su hermano por lo bueno. Yo estuve por ahí, a la distancia exacta respetándolo, disueltas mis dudas, superados mis miedos en semejante hazaña, por la fe y el amor que le tengo, por su cualidad profesional, por su inmensa capacidad de trabajo sin descanso y por su elevada comprensión de lo humano. Las conferencias de su hermana Lise, conciertos fueron de sabiduría y capacidad de poner en evidencia el misterio del arte en el tiempo en interacciones con el tiempo sin tiempo.  Y cómo no contarlo, a pesar de ser cierto cuanto hemos señalado del Estado, el gobierno, sus instituciones,  es también la gente que  lo dirige en cada lado y en cada lado siempre hay seres dignos, solidarios, buenos.  Fue así como, según la capacidad y comprensión de cada quien, se recibió  el aporte económico de la OPSU, CORPOZULIA y el Gobierno Regional. Ejemplo  de lo bello y lo bueno que juntos los diversos pueden lograr en un propósito y un proyecto trascendente, cuyo único fin es servir para el bien, el arte, la belleza, su pertinencia para el país.  Destaco por justicia que desde el comienzo, el Gobierno Regional,  se echó al hombro más del 80% de toda esa inversión.  Y, Simón, cómo callar que  los virtuosos maestros aquí llegados, por creer en usted, renunciaban a sus grandes ingresos por la pureza de alma que los anima y por amor a los retos de dejar su nombre en una obra que hace verdad los sueños. La suya, es el caso. Los medios de comunicación de espléndida y generosa manera fueron eco y mundo en ese juego sublime que inventara usted adolecente. Loas a ellos. Aleluya, aleluya por la belleza de nuestro pueblo que las salas llenaba para el reencuentro consigo cada quien, en la majestuosidad de la música y que por usted convierten en metáfora el aplauso.  Más de cien mil en el trayecto fueron. Amor y gratitud a los jóvenes que buscaron del FANM sus enseñanzas y cuantos logros constituyen su historia. Más de mil quinientos estudiantes  bebieron de esta fuente que con su amor y disciplina  se regaron.

Esta semana, el 15, se dará un único concierto en esta temporada. La XI Edición. ¡Cómo negarlo?, este podría ser el último concierto que escucharíamos del Festival, pero   sabedor de usted como consciente estoy, será un capitulo, doloroso, cómo ocultarlo,  pero  trascendente en su vida, jamás una derrota. En contra del Festival, se conjugó la inmensa crisis que sobre el país pesa y que tiene en la negación del arte, de la ciencia y  del ejercicio de la crítica su más eficaz y quizá su única manera de mantenerse y su intención aviesa de perpetuarse en el poder.  Y ello así, porque su política se dirige al dominio del poder y nunca a garantizar la cualidad esencial del hombre, su derecho a ser, y no se puede ser humano sin arte. El arte hace humano al hombre, la ciencia nos responde cómo somos. A esto se debe, Simón, esta tragedia, que es propia  del poder, que daño a  todos hace, a nuestra gente,  pero no alcanza a usted, hecho que duro es, pero nada impedirá sus esfuerzos por devolver enriquecido  el Festival al Zulia, a su casa, por quien tantos sacrificios ha hecho en la entrega de su amor, su fe, su magisterio, y, en su convicción de la grandeza de este pueblo. No será, pues, para usted, hijo, el destino de Baralt ni el de H. Fernández Morán, habitantes  de las galaxias del saber y el conocimiento, pero extraños a esta tierra o reducidos al asqueroso lugar común de las citas inicuas.

            Quiero rogar a usted, hijo, el perdón por si esta nota mía, engendre más obstáculos y, aun  peor,  se siga esa conducta esquizofrénica de creer que es posible destruir al hijo por venganza de cuanto hace su padre.  A su hermano Gerardo se le preguntó en una oportunidad, en un auditorio de más de  300 personas: ¿Es usted hijo de Américo Gollo?  , respondió sin titubear, pero añadió, “espero que ser hijo de mi papá no sirva para premiarme ni para vengarse en mí de todo cuanto él hace o se atribuye.  Cuanto yo soy tiene en mí su razón”. Y añadió, como un inmenso hijo,  “orgulloso me siento que sea su papá”.  Bondad de hijo noble, inmenso,  dignidad y valor  de un gran hombre, que ha sabido solo resolver sus retos. En la oportunidad del asalto y la destrucción de la Facultad Experimental de Arte, FEDA, a cuya creación dediqué parte esencial de mi vida,  culturicidio hecho por la ignominia del poder, pero sobre todo por su ignorancia propia de los hunos,  pero mas perversa por sus muchos Atila,   escribí un Padre Nuestro, que usted conoce, pero que hoy reitero, no por usted, hijo, sobrio, sereno, prudente,  sino para impedir que mi tristura se convierta en ira:

Padre nuestro que estás en los cielos /  A la distancia exacta para distinguir al justo del perverso
Para contemplar tu grandeza en la belleza de lo bueno hecho. Para saber del miedo sin sosiego de quien ha hecho del bien su buen camino
Para distinguir la lujuriosa voracidad del mercader del templo Y que invoca tu nombre para la justificación de su lascivia
Y
feliz
Te evoca
Feliz
En la concupiscencia de sus crímenes.
Para ellos, Padre Nuestro, Invoco tu ira sabia y la severidad de tu justicia
Para el bueno, Señor y Padre Nuestro Te imploro una sonrisa
Nada más Señor y Padre Nuestro
Tu mano abierta de dulzura llena
Nada más Señor y Padre Nuestro
Tu compañía Señor y Padre Nuestro
Para el de bien obrar. Del buen amor
A mi señor, que no se nada de esto
Que juzgarme no puedo
No por lo que ya hice sino por cuanto todavía no he hecho
Déjame amarte en el color que da vida a la flor
En el sonido que da vida al viento
En la sublimidad de la sonrisa
Transparente de la mujer que amo
Déjame estar contigo en la bondad de cada hijo amigo
En la amistad de cada amigo bueno
Dame la soledad
Para saber de ti
Y saber de quien me ama
Lo demás Señor, Padre Nuestro,
Déjalo de mi cuenta
Salvo un detalle más Pido Señor y Padre Nuestro
Devuélveme la fe
Dame la comprensión
Y la bondad
Para seguir rezando Con amor
El Padre Nuestro

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