Opinión Nacional

Allan Randolph Brewer – Carías

En 1970, recién graduado de abogado, me acerqué a la vieja Comisión de Administración Pública (CAP), formadora de una selecta generación de administrativistas, sita en el entonces recién inaugurado Edificio El Universal para solicitar trabajo y consejo. Ambos tuve. El Dr. Brewer me recomendó al Dr. Manuel Rachadell, el entrante Presidente de la CAP, para que me enrolara rápidamente en el muy profesional y eficiente equipo del organismo. Así ocurrió.

Sin embargo, el saliente Presidente de la CAP no se desentendió de mí y prontamente me recomendó que concursara para una beca del gobierno francés a fin de estudiar en el IIAP de París. Así lo hice con juvenil regocijo, para luego regresar a la nutriente CAP e iniciar mi carrera profesional en el mundo de las crecientes y relevantes Empresas del Estado.

Vuelto a aconsejar y estimular por el espontáneo tutor de marras, regresé a París para culminar mi doctorado en Derecho Público Económico. Recuerdo que antes de mi retorno al país, efectué una costosa fotocopia de más a mi tesis francesa para hacerle formal y entusiasta entrega de la misma a un Dr. Brewer que la recibió con afecto y satisfacción. Un tiempo después, el mismo Brewer – Carías formaría parte del jurado que le otorgó a esa obra el Premio de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales correspondiente al año 1979.

No se me olvida su gesto de total y franco apoyo, cuando acudí a su vieja oficina en el Edificio Normandie de San Bernandino para pedirle su concurso financiero para la publicación del libro Petróleos de Venezuela: la culminación del proceso de nacionalización. No sólo obtuve el patrocinio a través de su pionera Editorial Jurídica Venezolana sino también un enjundioso y generoso prologo. Pues así era y sigue siendo Randy Brewer un maestro promotor de las nuevas generaciones de juristas.

Más tarde me entusiasmó, o mejor dicho me conminó, para que colaborara sin límites con la naciente Revista de Derecho Público, y posteriormente, a dos manos, escribimos sin distancias profesionales un par de libros sobre las Nacionalizaciones del hierro y del petróleo, y sobre el Holding Público que alguna influencia tuvieron en el pensamiento administrativo venezolano.

Pasado el tiempo, he tenido la oportunidad de reflexionar sobre su incuestionable influencia en mi quehacer de escritor. Su organización mental, su excelente prosa, su amplitud de miras, sus acertadas citas y referencias, en fin, su diestra manera de abordar los asuntos en estudio, la tengo muy presente cuando me toca iniciar uno de esos libros que causan angustias y desvelos para, después de finalizada la tiranía de la página en blanco, generar la natural satisfacción por el deber cumplido.

Leo con fruición dos de sus obras más recientes: La Ciudad Ordenada y la Historia Constitucional de Venezuela (Dos Tomos) que se suman – magnas – a la inagotable reflexión de este jurista universal que ahora, provisto con los conceptos de la historiografía, reflexiona sobre nuestras ciudades y poblamientos, y realiza un prolijo y meticuloso análisis acerca de la evolución histórica de Venezuela, desde la perspectiva de sus múltiples constituciones, para que su pertinaz aporte al mundo de las ideas adquiera nuevos y fecundos derroteros.

Sus numerosos discípulos nos sumamos a la muy merecida y colectiva enhorabuena, y formulamos abiertos votos para que el involuntario exilio del Maestro Brewer – Carías siga siendo propicio para la culminación de nuevas y bienvenidas obras ejemplares.

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