Algunas ideas sobre que hacer ya
INTROITO: Este humilde escrito no va dirigido como siempre a “mis amigos”. Va dirigido a todos los venezolanos que lo puedan leer, en especial a la dirigencia democrática. Así mismo, debo aclarar, que no pretendo enmendarle la plana a los dirigentes democráticos que hoy tienen la responsabilidad de enfrentar al régimen dictatorial dentro del territorio nacional, es decir los que están en la candela. Siempre me han parecido injustas y hasta ridículas las criticas, a veces sangrientas e insolentes, que algunos venezolanos en el exilio o que simplemente han escogido vivir en el exterior, le hacen a esa dirigencia que tiene que enfrentar la dictadura en el país. En el día de hoy, 1º de Mayo de 2009, se ha producido un punto de inflexión en la vida nacional. La acción violenta y salvaje de los esbirros de la dictadura contra las manifestaciones de los sectores democráticos y de la sociedad civil, antes de que partieran de su sitio de concentración, es solamente la punta del iceberg de la represión que se avecina. Y hay que actuar en consecuencia.
Hecha esta introducción, me tomo la libertad de hacer algunos señalamientos sobre las premisas que, a mi juicio, deberían servir a partir de hoy de fundamento para una política unitaria frente al régimen chavista.
Primera premisa: declarar enfáticamente, que no estamos frente a un régimen democrático. Que estamos frente a una dictadura, frente a un régimen que no permite disidencias, que no tolera la existencia de organizaciones políticas, sindicales o de la sociedad civil que sostengan posiciones diferentes a las del caudillo militar que usurpa el poder, por sutiles que estas sean. Y que en consecuencia, nos organizaremos y actuaremos desde ya para sacudirnos el yugo dictatorial a la brevedad posible.
Segunda premisa: resulta absurdo ponerse metas a cuatro años, es decir, darle al régimen fascista-militarista cuatro años más para que consolide la eliminación de la libertad y los derechos ciudadanos, agreda al pueblo y se organice para desconocer la soberanía popular. Después de ver como el régimen, “a lo arrecho”, manu militari, haciendo uso de la violencia de unas fuerzas armadas cómplices, despoja a los gobernantes locales y regionales de sus atribuciones constitucionales, hay que ser muy ingenuo para pensar, que en cuatro años respetarían la voluntad popular y entregarían el poder. Esta posición parece partir del supuesto que en los próximos cuatro años el régimen le permitirá a los factores democráticos desarrollar actividades de proselitismo político y organización popular y que la escalada de agresiones a los trabajadores, empresarios, políticos, sindicalistas, profesionales, y organizaciones sociales y en general a los derechos ciudadanos, cesará. Señores, ojalá me equivoque, pero en menos de un año se habrá liquidado toda posibilidad de expresión libre y de organización política o social.
Tercera premisa: las fuerzas armadas son, como en todas las dictaduras históricas latinoamericanas, la espina dorsal del totalitarismo chavista. Hay que declararlas abiertamente enemigas del pueblo y de la libertad, dóciles y cobardes ejecutoras de la ilegalidad y de la represión como en efecto lo son. Así como el régimen ha sembrado el odio social, los factores democráticos deben concientizar al pueblo sobre la condición de enemigos de la libertad de los abyectos mandos militares que en este momento controlan las fuerzas armadas. Ellas son la principal herramienta de represión y hay que atacar y debilitar esa herramienta que hoy es un simple instrumento para ahogar las libertades públicas, agredir a la ciudadanía y materializar la violación sistemática de la constitución y las leyes.
Cuarta premisa: el régimen derrocha fortunas incalculables en forjarse una imagen internacional. Dispensa millones de dólares para ganarse la simpatía, la sumisión y el apoyo de gobiernos de pequeñas y no tan pequeñas naciones, a cuyos gobernantes les importa un bledo los padecimientos de los venezolanos. De Venezuela les interesan los billetes. Punto. Mercenarios que en los organismos internacionales bloquearán cualquier acción contra el régimen narco-terrorista y totalitario que encabeza Chávez. Hay que enfrentar esa política del dictador haciendo un esfuerzo organizativo y económico para denunciar ante el mundo, de manera sistemática y permanente al régimen dictatorial que sojuzga a los venezolanos.
Quinta Premisa: el lenguaje. Es en el lenguaje donde los factores democráticos tienen, a mi modo de ver, una debilidad y donde se hace evidente un éxito político importante del régimen. En efecto por una parte se observa que en el transcurrir de estos largos y vergonzosos diez años de desgobierno, el dictador ha introducido en el lenguaje político venezolano nuevos términos y expresiones: escuálidos, golpistas, guarimberos, oligarquía, revolución, revolucionarios, poder popular, comunas, etc. Y su victoria ha consistido en que un número alarmante de dirigentes y hasta gobernantes que forman parte de los sectores democráticos los usan de manera irresponsable y con falta de ingeniosidad. Así hemos visto a un gobernador democrático juramentar su gabinete en nombre del “Estado Bolivariano de Miranda”, referirse a los vándalos de la Guardia Nacional que asaltaron sus dispensarios como “los muchachos de la Guardia Nacional Bolivariana”, referirse al régimen como la “revolución” y a sus servidores y cómplices como “los revolucionarios”. La expresiones “bolivariana”, “bolivariano”, “bolivarianismo”, son el apellido que al país y a sus instituciones le ha impuesto el régimen para enfatizar que forman parte o son propiedad exclusiva y excluyente del grupo político que encabeza el dictador. Igualmente oímos a dirigentes democráticos y periodistas referirse a los que deberían se ministerios del poder ejecutivo, como MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA…xxx. Por una parte resulta sorprendente, en una época en la que aparentemente media Venezuela es experta en derecho constitucional, que hasta la fecha nadie haya cuestionado tal denominación. En efecto, ¿qué coño es el PODER POPULAR?, no hay en nuestro ordenamiento jurídico ninguna institución con esa denominación. En consecuencia, ese “Poder Popular”, es inexistente y sus decisiones carecen de valor jurídico, se trata simplemente de una banda de delincuentes que ha asaltado las instituciones y actúa en nombre de ese poder inexistente. Y no hay “constitucionalista”, entre los miles que han surgido, que cuestione esa denominación, que pareciera tener como fin preparar el terreno para que nos acostumbremos a la creación de instituciones al margen de la Constitución y las leyes, tal como las “comunas socialistas”, las “empresas socialistas”, la “Milicia” y hasta los mismos “concejos comunales”. Tales expresiones deben erradicarse del lenguaje de la dirigencia democrática y esas estructuras de poder atacadas por inconstitucionales.
Sexta Premisa: No buscar la canonización ni la beatificación, que están reservada a para los santos y los beatos. ¿a qué me refiero con esto?. Me refiero a que constantemente oímos a los venezolanos demócratas declarar, conforme a su formación civilista y democrática, que todas sus luchas y actuaciones tendrán lugar dentro del “marco de las Constitución y las leyes”. Esto es comprensible en un Estado de Derecho, pero en Venezuela no existe Constitución ni leyes ni Estado, la Constitución, las leyes y el Estado, cual Santísima Trinidad son tres en una sola persona que las encarna y define a su capricho: el Dictador Hugo Chávez. Esa permanente coletilla desmoviliza a las fuerzas democráticas. Parece que estos dirigentes quieren curarse en salud y evitar ser etiquetados de golpistas, guarimberos, escuálidos, desgraciados o desgraciaditos. Por otra parte, es como enseñarle al régimen las cartas y hacerle saber que no hay peligro alguno, lo que lo envalentona y lo hace arremeter cada día con más fuerza. Erradicar esa declaración beatífica del lenguaje democrático.
Por favor, pongamos los pies sobre la tierra y no sigamos creyendo en pajaritos preñados, cuatro años más son la destrucción definitiva de la libertad y del país. La historia castiga a los pendejos. No nos dejemos castigar por la historia.