Algo sobre García Lorca
Federico García Lorca, es uno de los más notables poetas españoles de todos los tiempos, de sentimiento espontáneo con imágenes enigmáticas y metaforismo popular, subió la cima como en los mejores romances de Góngora y Lope de Vega. Nació en Fuente Vaqueros, Granada, el 5 de junio de 1898 y murió, fusilado por «terratenientes» en su propia tierra en 1936. Poeta, dramaturgo, narrador y abogado, próximo a la Generación del 27.
Su poesía la tomaba del ambiente rural andaluz, es profunda y cargada de cantares, talante de sus primeros años; absorbió los aires vernáculos sobre los que, con el tiempo, compondría variaciones y cotas seductoras aparte de su célebre teoría del «duende». Es evidente su gusto por el cante hondo llamado también flamenco.
Sus primeras poesías se producen en 1915, pero permanecerían inéditas muchos años. En 1917 hizo un viaje por las dos Castillas, León, Galicia y las provincias andaluzas. Regresó lleno de glosas que dio a la imprenta de Granada, nace al siguiente año su primer libro en prosa «Impresiones y viajes». Aficionado a tocar el piano con gran versatilidad, desde una sonata de Beethoven hasta lo popular. Su primer poemario sale a luz pública en 1928 «La balada de la placeta», en una antología poética editada por la Novela Corta. Luego viaja a EEUU y a su regreso funda «La Barraca» con el teatro universitario andarín.
Fue un versificador natural, este genero de encantamiento poético, ha sido definido como el «ángel» de Federico «Verde que te quiero verde/verde viento, verdes ramas/ El barco sobre el mar/y el caballo en la montaña». Su teatro es tan deslumbrante como su poesía. Son poemas dramáticos en que cultiva temas clásicos. En alguna de sus obras, como «Bodas de Sangre y Yerma» alcanza la gloria del drama tradicional.
Su plectro egregio lo logra en el «Romancero Gitano»y «Poesía en Nueva York» con versos superrealistas y futuristas que escribe en 1929.
Lorca no inventaba personajes, los atrapaba de la vida. De un suceso escandaloso en Fuentevaqueros, brotan sus «Bodas de sangre». Bernarda Alba y sus hijas existieron efectivamente en Valderrubio, pueblecito de Granada. Su tema central fue la muerte, así lo señaló Luís Cernuda miembro también de la Generación del 27. El amor y la muerte, como expresiones de ese sentimiento trágico de la vida. Definido por Unamuno y que está en el corazón del pueblo español. En su «Teoría y juego del duende» hay evocaciones mortales, como si un duende le avisase, además tenía ángel. El ángel que guía y deja ver, derramando su gracia por encima de la sensatez del ser. Antonio Machado en la elegía que dedicó a García Lorca, entiende que el poeta ha superado el miedo ante la evidencia de su muerte, recuperando su floreciente animo, requiebra así a la muerte…Por qué ayer en mi verso, compañera,/sonaba el golpe de tus secas palmas…
La muerte siempre la muerte, que Lorca divisa en todas sus formas: en las cabezas heladas por la luna, que pintó Zurbarán, en el «Sueño de las calaveras» de Quevedo. Lorca reproduce dos baladas españolas y las dos recuerdan a la muerte.
También yo le canto a la imperecedera e impar muerte, la sublime amiga: quiero las glorias que da la muerte/su purificación, /sin denuestos, a cambio de nada/la única que lo puede.
El «angelical Lorca», quiso «llegar adonde llegaron los buenos». Fue sacado, una madrugada lívida, de la casa de un pariente en Granada, falangista por cierto, por una pandilla de «señoritos» asesinos para fusilarlo y enterrarlo en una barraca de la vega. Pablo Neruda habló del dolor de Lorca, de su triste aturdimiento ante la muerte «de un corderillo rezagado, mordido por unos cerdos hambrientos. Qué dirían sus ojos, abiertos como dos estrellas y heladas, al ver que la muerte ya estaba allí para llevárselo».
La política jamás le interesó, en una ocasión dijo: «el ser de Granada me inclina a la compresión simpática de todo lo que es perseguido, del gitano, del judío, del negro, del morisco y de todo lo que llevamos por dentro…El chino está más cerca de mi que el español malo».