Opinión Nacional

Alejo Carpentier (1904 -1980)

“Hombre de mi tiempo soy, y mi tiempo trascendente
es el de la Revolución Cubana.”.

Alejo Carpentier

LA VOZ DE UN NOVELISTA DE TALLA MUNDIAL

En Cuba hay dos novelistas de talla mundial: el primero es Alejo Carpentier que se inició con una novela afroamericana, Ecué-Yamba-O “Alabado sea el Señor” (1933), de investigación lingüística en las formas de la religión ñañiga; después se lanzará a la fabulación portentosa de Los pasos perdidos (1953), escrita durante su destierro en Venezuela por la dictadura de Batista, y sobre todo de El reino de este mundo (1949) y El siglo de las luces (1962), novelas barrocas como la propia tierra americana. Su compatriota José Lezama Lima es autor de una novela Paradiso (1966) que trata de crear un libro definitivo para la estética hispanoamericana que resuma toda la civilización. Si en Carpentier citábamos su barroquismo, en Lezama Lima ese rasgo se centuplica hasta alcanzar proporciones gongorinas en prosa.

Carpentier es uno de los novelistas más significativos en la narrativa hispanoamericana del siglo XX. En su obra, de gran riqueza léxica, se encuentran influencias de la literatura barroca española, de la tradición afrocubana y de la cultura francesa.

Alejo Carpentier nace en La Habana el 26 de diciembre de 1904 y fallece en París el 24 de abril de 1980. Hijo de un arquitecto francés y de una profesora rusa de idiomas, a los doce años se traslada con su familia a París donde inicia sus estudios musicales. A su regreso a Cuba comienza sus estudios de arquitectura que no llega a terminar, pues pronto manifiesta su vocación literaria con sus colaboraciones en el diario La Discusión (1921). Formó parte del llamado “grupo minorista” desde 1923 y fue jefe de redacción de la revista Carteles (1924). En 1927 colabora en la fundación de la Revista de Avance. Incómodo en política es encarcelado “por comunista”. Cuando sale de la cárcel se exilia en París, donde conoce a los surrealistas, André Breton, Paul Eluard, Louis Aragon y Antonin Artaud, y en Madrid (1933). En 1937 participó en el congreso de escritores antifascistas realizado en Valencia. En 1939 volvió a Cuba, aunque no lo hizo con carácter definitivo hasta 1959, triunfante ya la revolución, fecha en que inicia sus colaboraciones en numerosas publicaciones, en la que destaca la revista Orígenes, y ejerció importantes cargos que le permitieron desarrollar una indiscutible labor a favor de la cultura cubana, entre ellos el del director de la editorial Nacional desde 1962. En los últimos años de su vida desempeñó el cargo de agregado cultural en la Embajada de Cuba en París. En 1974 recibe un gran homenaje en Cuba con motivo de su setenta aniversario. En 1975 el fue concedido el Premio Mundial Cino del Duca y el Premio Internacional Alfonso Reyes, en 1977 el Miguel de Cervantes, y en 1979 el Premio Medici francés.

Su primera novela Ecué-Yamba-O, homenaje a la negritud, presenta ya algunos de los rasgos más característicos del autor, como la riqueza verbal, la fantasía descriptiva en la forma y la visión de la vida y el mundo como un suceder biológico, como eterna repetición; así lo vemos en la siguiente El reino de este mundo, novela histórica que se basa en las sublevaciones negras de Haití en el siglo XVIII, con proyección atemporal en el presente, y que inaugura lo que el mismo Carpentier llamó “lo real maravilloso”. Los pasos perdidos presenta a un hombre blanco que abandona la civilización y vive en la selva venezolana; la obra conserva reminiscencia del “criollismo” anterior de Rómulo Gallegos y otros autores. En 1958 publica una novela corta El acoso, sobre la frustración política, y el libro de relatos Guerra del tiempo, sobre la fugacidad del tiempo. Su interés por la novela histórica se refleja nuevamente en El siglo de las luces, su novela más conocida, que presenta un retablo de la revolución francesa de 1789 en las Antillas; la historia se mezcla con la ficción y la prosa aparece con la misma brillantez de siempre en el autor. 1959 está dedicada a la revolución castrista, El recurso del método (1974) versa sobre la figura de títere del tirano ilustrado, Concierto barroco (1975) es una novela corta histórica de lenguaje brillante e ironía crítica, La consagración de la primavera (1978) trata de la revolución cubana, El arpa y la sombra (1979) refleja su pasión por la música. Carpentier había colaborado también en libretos musicales como Poéme des Antilles, Yamba-O (1928). Es autor, asimismo, de los libros de ensayo La música en Cuba (1946) y Tientos y diferencias (1946). Cabe destacar su importante labor como crítico musical. Y como dijo el extraordinario novelista cubano: “Escritor comprometido soy y como tal actúo…”

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